Decenas de miles de personas llenaron la enorme plaza principal de la Ciudad de México el domingo 26 de febrero para protestar contra las reformas electorales del presidente Andrés Manuel López Obrador, las cuales consideran una amenaza a la democracia y que podrían representar un regreso al pasado.
Se cree que el zócalo tiene una capacidad de unas 100.000 personas pero muchos no pudieron llegar al lugar y se congregaron en calles aledañas.
La mayoría de los manifestantes vestían prendas blancas y rosas, los colores del Instituto Nacional Electoral, y gritaban consignas como: “¡Mi voto no se toca!” Al igual que una protesta similar y un poco más grande del pasado 13 de noviembre, los inconformes parecían de un mayor nivel económico a los de una marcha promedio.
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Los cambios a la ley electoral atrajeron la atención del gobierno de Estados Unidos.
Brian A. Nichols, subsecretario de Estado de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, tuiteó que “En México hoy vemos un gran debate sobre reformas electorales que ponen a prueba la independencia de instituciones electorales y judiciales”.
“Estados Unidos apoya instituciones electorales independientes que tienen recursos para fortalecer procesos democráticos y estado de derecho”, añadió.
Las reformas electorales propuestas por López Obrador fueron aprobadas la semana pasada. Una vez que se promulguen, reducirán salarios, financiamiento para las oficinas electorales locales y la capacitación de ciudadanos que operan y supervisan estos centros de votación. También disminuirán las sanciones para candidatos que no reporten sus gastos de campaña.