Es solo unos centímetros más grande que la araña cazadora gigante, pero su tórax alargado y cuerpo robusto la hacen ser más voluminosa.
Sus patas son gruesas y fuertes, su cuerpo está cubierto de pelo urticante, que libera como primera estrategia de supervivencia, al flotar en el aire pueden adherirse a las membranas mucosas de los posibles atacantes.
Su color varía en tonalidades de marrón y pueden tener rayas oscuras en las patas.
Un dato que llama la atención es que, si llega a perder una de sus patas, esta puede regenerarla durante el proceso de muda.
Es de hábitos nocturnos, las hembras pueden encontrarse en madrigueras bajo tierra, la mayoría hechas por ellas mismas y cubiertas con telaraña, o en otros casos utilizan las abandonadas por otras arañas o roedores.
Cuando ataca se abalanza sobre su presa, clavándole sus colmillos venenosos y paralizando a su víctima.
A pesar de ser tan imponente y verse amenazante, no es peligrosa para el ser humano. Su veneno no es mortal y solo ataca si siente inminente peligro.
Si alguna persona llega a ser mordida puede experimentar un fuerte dolor, acompañado de un ardor intenso náuseas, fiebre y dolor de cabeza.