Este artículo está firmado por los Jefes de Misión de la Unión Europea, Alemania, Grecia, España, Francia, Italia, Países Bajos, Polonia y Portugal acreditados en Venezuela, y al que se han unido también Japón y Reino Unido.
Se cumple hoy un año de la invasión de Rusia a Ucrania. El pasado 24 de febrero, todos quedamos sobrecogidos viendo el noticiero, sin poder creer que en pleno siglo XXI una guerra de agresión, de conquista de un territorio, había vuelto a Europa. Pero alrededor del mundo, y seguramente muchos en Venezuela, se pudieron preguntar: ¿por qué deberíamos preocuparnos por una guerra que está ocurriendo a miles de kilómetros de distancia y que ocurre de manera casi constante en cualquier otra parte del mundo?
365 días de guerra nos enseñaron que la respuesta, obvia para un europeo, es también evidente para un latinoamericano, porque la vivimos en nuestro cotidiano.
Desde inicios del siglo XIX, América Latina ha luchado por su independencia y los países han defendido su soberanía con patriotismo y con pasión. Qué mejor figura para ejemplificar esta bandera en Venezuela que Simón Bolívar, el Libertador, que empeñó toda su vida en este fin. En este sentido, los pueblos latinoamericanos no pueden dejar de sentir que la invasión a Ucrania va más allá que una declaración de guerra que afecta a Europa: es un ataque a los principios de independencia, integridad territorial, soberanía y autodeterminación que forman parte del ADN de los países europeos y latinoamericanos, defensores históricos e incansables de los principios de la Carta de las Naciones Unidas.
Pero, además, a lo largo de los 12 últimos meses, la guerra no sólo ha afectado principios fundamentales y abstractos. También ha tenido efectos nefastos en la canasta básica de todos, contribuyendo al aumento del costo de la vida. En el caso en América Latina, la inseguridad alimentaria va a afectar a más de 8 millones de personas en la región al finalizar el 2023. Esto es debido, en parte, a que Ucrania se encuentra entre los principales productores de alimentos y de fertilizantes del mundo, y la guerra está afectando considerablemente a sus exportaciones.
La Unión Europea nació de la guerra para fomentar la Paz. La larga paz europea, tras la II Guerra Mundial, fue reconocida por la Academia sueca con el Premio Nobel de la Paz en 2012. Promover la convivencia pacífica entre vecinos será siempre nuestro objetivo. En este contexto, denunciamos firmemente la batalla de narrativa y desinformación en la que Rusia ha entrado desde hace un año para alterar la paz y desestabilizar la democracia en el continente y a nivel global.
Por lo tanto, la Unión Europea y sus Estados miembros seguiremos apoyando al pueblo ucraniano mientras sea necesario para garantizar la integridad y la libertad de su país, y la paz en el continente europeo.
Todos somos Ucrania, sí, porque todos merecemos vivir en paz en nuestra tierra.
Este artículo está firmado por los Jefes de Misión de la Unión Europea, Alemania, Grecia, España, Francia, Italia, Países Bajos, Polonia y Portugal acreditados en Venezuela, y al que se han unido también Japón y Reino Unido.