Estamos en Cuaresma iniciada el miércoles de ceniza tras el carnaval y que finaliza el venidero Domingo de Ramos. De acuerdo con la cultura cristiana este es un tiempo de penitencia, arrepentimiento, misericordia y conversión del hombre en pecado y a quien otra vez las enseñanzas bíblicas le recuerdan que “Polvo eres y en polvo te convertirás”. Porque somos finitos y estamos de paso en esta fase de la vida en la Tierra.
Los cuarenta días que nos rememoran a Jesús orando en el desierto, el pueblo judío errante y el diluvio en ese lapso.
En la remembranza del castigo infligido por la clase dominante por los fariseos en la sociedad judía al enviado Mesías Jesucristo, el humilde carpintero en quien vieron una amenaza para su poder político durante su prédica en Galilea. Aunque Jesús dejó en claro, desde un principio, que su reino no es de este mundo con lo cual firma su sentencia de muerte. Por lo que no entienden lo dicho por Jesús para condenarlo. Esto en tiempos cuando el pueblo israelí era reprimido por el imperio romano, cuyo Rey era Pilato.
En consecuencia, esperaban a un líder político-social que los redimiese de las tribulaciones del dominio imperial. Fariseos y autoridades del régimen se aliaron para sacar del camino al redentor que, látigo en mano, sacó a los mercaderes del templo. De esa forma, sufre el martirio de la tortura, la coronación con espinas y la crucifixión en la cruz, el terrible y más humillante castigo aplicado por la Roma imperialista a sus enemigos políticos y delincuentes.
“De todo hay en la viña del señor”, entre estos los fariseos. Así en la Venezuela actual es la camarilla de políticos corruptos e hipócritas apoltronados en el poder aliados con la escoria de todos sus tipos sin noción del arte de gobernar. Gente que antes no tenía donde caerse muerta y hoy exhiben cuantiosas riquezas en dólares, propiedades, negocios, lujos y derroche material. La aberrante opulencia de una casta en contraste con la miseria de la mayoría.
Es que “por sus frutos los conoceréis”. Son los que de palabra condenan la riqueza pero amasan fortunas deshonestamente amparados en los privilegios que emanan del poder. Son los míseros opresores devenidos en socavadores de la felicidad y bienestar prometido a los desheredados de la Tierra. Son los que destruyeron los avances de la economía de un pueblo para negarle un salario digno, pero hipócritamente presumen de políticos obreristas.
Este es otro Gólgota cuyo dolor urge sobrellevar con estoicismo, esperanza y fe para transformar la crucifixión en resurrección. El logro de un mundo con bienestar económico, social, cultural y espiritual por medio de la transformación predicada por el Mesías cuando invitó a no desesperar para vencer el oprobio y el miedo. La congoja siempre tiene su fin. Todo a su tiempo.
Freddy Torrealba Z.
Twitter: freddytorreal11