Unos 50 grupos armados operan en todo el territorio venezolano #23Feb

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Trabajo de: www.runrun.es

Dos periodistas e investigadores de Brasil y Venezuela abordaron temas de violencia, crimen organizado, seguridad ciudadana y derechos humanos en un foro organizado por la Gran Aldea el pasado 16 de febrero.

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«Así se exporta el crimen organizado» fue el nombre del evento en el que la periodista y miembro del equipo de Investigación de Runrun.es, Ronna Rísquez, afirmó que en Venezuela hay 50 grupos armados no estatales «operando en todo el territorio nacional».

Las zonas con mayor actividad de crimen organizado en el país son las zonas fronterizas y las mineras, precisó la experta en investigaciones sobre el crimen organizado.

Esto debido a que son las regiones en las que se generan más rentas para estos grupos irregulares en actividades como minería ilegal, tráfico de drogas, trata de personas y tráfico de migrantes.

«Estos sitios son el estado Táchira, Zulia, donde opera con fuerza el ELN; Sucre, por la salida hacia Trinidad y Tobago; el estado Bolívar, donde está el Arco Minero del Orinoco; Amazonas, donde también hay minería y el estado Apure. Estos son los estados con fuerte presencia de grupos armados. Y, en algunos casos, también estos grupos tienen cierto tipo de actividad en ciudades y estados centrales del país, como Carabobo, Aragua, Miranda, Distrito Capital, Lara,Yaracuy y Trujillo», abundó Rísquez.

La periodista es autora del libro “El Tren de Aragua”, la megabanda que revolucionó el crimen organizado en América Latina, organización a la que ha seguido su rastro y que se desdobla en coyote, agencia de viajes, alcabala entre un país y otro, y además, aborda otras áreas de negocios con apariencia de presunta legalidad.

Grupos armados con distintos matices

Rísquez explicó que uno de los grupos armados con presencia en el país son los colectivos, que nacieron para «defender la revolución» y hoy sacan provecho de la actividad delictiva.

Están también los restos de guerrillas colombianas y las megabandas, con el Tren de Aragua en plan estelar, de la que se presume, sus principales líderes siguen operando desde Caracas.

Otros grupos armados en Venezuela son los pranes carcelarios quienes, al igual que como ocurre en Brasil, son dueños de las prisiones y de negocios dentro y fuera de sus recintos.

Rísquez también comentó sobre la existencia de autodefensas campesinas, que operan en estados como Lara, así como de otras pequeñas pandillas «con menos poder o impacto, pero que existen».

Finalmente, mencionó que hay cierta presencia de carteles mexicanos «para supervisar negocios y mercancía», tales como el Cartel Jalisco Nueva Generación y del Cartel de Sinaloa.

Arraigada cultura de violencia policial

En una comparación entre Venezuela y Brasil, el periodista brasileño y doctor en Ciencias Políticas, Bruno Paes Manso, afirmó que en su país «hay una cultura arraigada de violencia policial, que transmite una apariencia de orden y seguridad, pero muchos miembros de los cuerpos policiales engrosan las milicias que matan con carta blanca y, en paralelo, protegen los lucrativos negocios ilegales», una situación muy similar a la venezolana.

Otra similitud entre ambos países es que el centro de operaciones del crimen está en las cárceles brasileñas, donde se alojan más de 800 mil personas, la tercera cantidad más alta del mundo.

Desde allí, cuenta Paes Manso, con sus teléfonos celulares controlan territorios, la venta de drogas y armas.

“La era Bolsonaro, que se montó sobre la idea de la guerra al crimen, amplió el acceso de la población a las armas y aunque los homicidios bajaron, las bandas son cada vez más poderosas y tienen más influencia económica y política”, dijo Paes Manso.

El desafío de erradicar los grupos armados

En el foro se expuso cómo los Estados, la política y la economía han sido penetrados por estas redes organizadas.

Al respecto, Paes Manso cree que es un «desafío descomunal controlarlas primero y erradicarlas después», si el Estado no reglamenta sobre las actividades ilegales y aprende cómo funciona esta poderosa industria del delito gestionado con eficiencia y profesionalismo.

Por su parte, Rísquez cree que solo con una política integral que diseñe mecanismos de inserción social a través de la educación, el trabajo, la formación y el entretenimiento se evitará que los jóvenes venezolanos sean captados por los grupos criminales que controlan la minería ilegal, las drogas, la trata de migrantes para la prostitución y la esclavitud.

“Cada vez hay más venezolanos en organizaciones internacionales del crimen, mientras la compleja situación humanitaria del país deja sin opciones a los sectores populares”, concluyó Rísquez.

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