Llega el carnaval y todo el mundo se apunta a la moda del disfraz. Los primeros, nuestros políticos, tan aficionados a aparentar lo contrario de lo que son o lo que realmente piensan solo por contentar al auditorio de turno, por postureo, comportamiento poco natural de una persona que se esfuerza en dar una imagen pública para conseguir la aprobación de otras, o porque el fantasma de la derrota electoral empieza a cobrar vida.
La vicepresidenta de Venezuela Elsy Rodríguez fue la primera en sumarse a la fiesta de las caretas cuando el sábado 14 de enero se la colocó para asegurar que en “pocas horas” el gobierno de Nicolás Maduro anunciaría una decisión sobre el salario mínimo.
“Puedo asegurarles que en pocas horas van a saber de nuestro Presidente”, afirmó delante de militantes del chavismo quienes participaron en una marcha de educadores, una de las profesiones más afectadas por la política salarial del Gobierno.
Parece que para el régimen, las casi 800 horas acumuladas desde esas declaraciones son “pocas”, incluso a pesar de la presión ejercida por los profesores universitarios y docentes, que se intensificó este mes con múltiples protestas y movilizaciones de calle en todo el país.
Ni el lavado de cara que el chavismo ha intentado vender bajo el disfraz de la “recuperación económica”, evita que las promesas se las lleve el viento, pues millones de trabajadores de la administración pública siguen a la espera de un aumento salarial que el Gobierno asomó aquella vez.
Se recurre al disfraz cuando uno necesita no ser reconocido como quien verdaderamente es. Pero el fingimiento que conlleva todo enmascaramiento puede tener lugar en un clima de confianza o ser peligrosamente alevoso.
Los políticos engañan a los venezolanos en nombre de una Constitución que no respetan y un falso Estado de Derecho que les ampara a costa de desproteger a las personas corrientes.
La noche será larga. Suele suceder cuando el gobernante venezolano Nicolás Maduro se pone la careta y hace uso de la televisión oficialista para lanzar sus interminables peroratas de mentiras engañando al pueblo.
A disfraces clásicos, princesas y personajes famosos como el “Chavo del 8”, se les unió uno polémico durante los carnavales del año pasado en Venezuela: el de “Super Bigote”, protagonista de un cómic transmitido por el canal oficial Venezolana de Televisión e inspirado en Maduro.
Henry Ramos Allup, Claudio Fermín, Leopoldo López, Manuel Rosales y Henrique Capriles, entre otros, políticos que se ganaron en otrora el cariño y la confianza de los venezolanos a quienes aplaudían con las orejas, se quitaron las máscaras y aliaron con la dictadura de Nicolás Maduro pero siguen disfrazados de demócratas jugando al gato y al ratón.
Por cierto, Benjamín Rausseo Rodríguez, “er conde der guácharo”, comediante, político, actor, profesor, abogado, músico y empresario venezolano se quiere disfrazar de hombre serio para pasar por candidato a las presidenciales y sustraer votos a otros más juiciosos y comprometidos.
Pasa que a estas alturas no engañan a nadie y por mucho que se disfracen de socialdemócratas, sus hechos y posturas los sitúan como unos grandes traidores de la democracia.
Henry Falcón Fuentes es la careta más popular en estos carnavales. Es experto saltando talanqueras, o usando distintos disfraces. Como usted lo quiera ver.
El militar y abogado es un camaleón que ha triunfado con diferentes colores. Fue dos veces alcalde de Barquisimeto y dos veces gobernador de Lara. Eso lo consiguió como chavista primero y opositor después.
Fue seguidor y colaborador de Hugo Chávez, pero en las elecciones de 2013 fue jefe de campaña de Henrique Capriles, quien estuvo a punto de derrotar a Maduro.
Falcón, quien participó en la redacción de la Constitución de 1999 que impulsó a Chávez, rompió con éste en 2010.
A partir de allí se pasó a la oposición aunque no importó y siguió triunfando en su región.
Se deslindó de la coalición opositora e inició un camino para el que, sin el apoyo de otros partidos carece de logística. Y sin el de los opositores que no le perdonan que fuera chavista difícilmente logre superar cualquier aspiración a futuro.
El dirigente político presentó el miércoles 30 de marzo del 2022 su nuevo partido “Futuro” que nació a menos de un mes de haberse desvinculado por divisiones internas de “Avanzada Progresista”, organización fundada por él en 2012.
Pero antifaces políticos hay más y el pueblo los conoce. En estos carnavales, y próximas las primarias y posteriores elecciones presidenciales comenzarán a caerse.
En las fiestas anuales de la mascarada, los tres días que preceden al comienzo de la Cuaresma hay gente que, lejos de exhibirse a cara descubierta, disfruta tapándose para evitar ser reconocida.
En este caso, la propia generalización del disfraz y la época concreta del año en que públicamente se recurre a él, hacen que la ciudadanía reste casi toda importancia al hecho de no dar la cara.
En el carnaval, el fingimiento del momento no se debe a la intención de engañar al desprevenido, sino a la idea de fiesta y sobre todo al desenfreno que permite la acción de ampararse en un rostro que vuelve a uno irreconocible.
Las cosas son muy distintas cuando alguien se disfraza de lo que no es, caso de los políticos, con el fin de ocultar su verdadera personalidad.
En este caso, el disfraz es indiscutiblemente un acto de engaño y persigue una finalidad turbia y severamente reprochable.
Orlando Peñaloza