Sea por la parte de la riqueza, por la parte del poder, de la belleza o del éxito, la soberbia no es grandeza, es hinchazón, enfermedad del alma y del corazón.
El orgullo de algunos seres humanos no se satisface con tener riquezas ni con estar arriba, quiere tener más, ser más grande que cualquiera, estar por encima del mismo Dios, quiere ser el más rico, el más opulento y poderoso, manejar la gente a su antojo, humillarla, que le rindan pleitesía, que lo envidien etc. ¿Por qué? Porque su móvil es la soberbia que encrespa su arrogancia sobre los demás, principalmente sobre los más humildes, ignorantes y vulnerables, hombre inescrupuloso e incapaz de sentir compasión ni reconocer el triunfo de otros. Desde que amanece hasta que anochece su día transcurre arrojando sobre los demás todo el peso de su jactancia y su soberbia.
El fatuo ansía ser alabado y elogiado. Aunque sea una mala persona trata de obtener todos los halagos así tenga que utilizar su malévolo mazo contra quien no esté de acuerdo con sus acciones. Con su forma de ser y su comportamiento este sujeto solo está demostrando que no está en su realidad ni está satisfecho de sí mismo…
Es la arrogancia lo que hace que unos aplasten la idea o planes de sus socios o de otros para que se imponga lo suyo por sobre los demás, su arrogancia lo convierte en un ser absolutamente insoportable. La verdadera barrera, la oscura soberbia y lo diabólico se manifiestan en el ser humano cuando considera a otros por debajo de él. Por antonomasia el peor de los pecados capitales, el peor de los vicios del hombre es la soberbia.
La lujuria, la ira, la codicia, la gula, la envidia y la pereza comparadas con la soberbia son males menores. Este vicio es el que impulsa los otros seis pecados capitales a cometer todo tipo de violencia, de maquinaciones, de felonías, de intrigas, odios, ambiciones, envidias etc.
El hogar y la falta de principios en el hombre, aunado a la nula educación del sentimiento, es en buena medida culpable de que seres humanos avancen por la vida pateándolo todo, irrespetando a todos sin decoro ni humildad. “La soberbia precede a la destrucción y el espíritu altanero a la caída” (Proverbios 16:18-19) La pompa engendra desprecio hacia los demás y la soberbia ira.
En este universo en que vivimos, apenas somos un punto en la gran inmensidad. En esta tierra la muerte es la culminación de todo y final de toda gloria, atrás se queda la jactancia, la codicia y la soberbia. Solo aquel que tiene sus raíces en la humildad del corazón, es quien podrá sentir al término de su vida el comienzo de su ganada gloria sobre las miserias de los otros, la soberbia es el peor de los pecados capitales…
Amanda N. de Victoria