Es fácil diferenciarlo de las abejas obreras por sus ojos grandes, ubicados en la parte superior de su cabeza, su abdomen largo y grueso, y su vuelo es bastante ruidoso.
El tamaño de sus ojos le permite tener mejor visión de toda la colmena, y poder localizar a la abeja reina en el proceso de apareamiento.
En términos básicos no aporta nada a la colmena, no puede comer por sí solo, pues no cuenta con un tamaño de lengua que le permita hacerlo y no puede transportar polen. Pero, es el único que puede fecundar a la abeja reina.
Por otra parte, ayuda a mantener la temperatura en la colonia. Si percibe bajas temperaturas pueden generar calor con su cuerpo, o reducir el frío batiendo sus alas.
También pueden colaborar en la defensa del panal, pero su rol se limita a copular con la abeja reina.
En etapa reproductiva una abeja reina hace vuelos durante dos o tres días, y puede copular con diez o más zánganos.
En cada colmena viven varios zánganos, pero en invierno son expulsados a su suerte porque en esas fechas las abejas adoptan una vida austera y viven de lo que recolectaron, y la improductividad y “holgazanería” del zángano lo hace no merecedor de los alimentos.
Como ya quedó claro, la función del zángano es fecundar a la abeja reina, y por ser esta su razón de vivir, luego de copular con ella muere.
Esto se debe a que en momento de la eyaculación se desprende su aparato reproductor. Lo cual asegura que no se aparee con otras reinas.
En Venezuela su nombre es utilizado de manera peyorativa para señalar a alguien a quien no le gusta trabajar y que evita hacerlo siempre que puede. Persona floja, incapaz y torpe.