“Ninguna fuerza doma, ningún tiempo consume, ningún mérito iguala…
El nombre de la libertad.”
Niccoló di Bernardo dei Machiavelli. Mayo 3-5-1469 / 21-6-1527.
Niccoló di Bernardo dei Machiavelli, mejor conocido como Nicolás Maquiavelo, fue un funcionario público, diplomático, filósofo, político y escritor italiano; una figura prominente y relevante del Renacimiento italiano que, en el año 1513 escribió su tratado de doctrina política, al cual tituló “El Príncipe”, fue publicado después de su muerte en el año 1531.
El príncipe o el gobernante, tiene como misión la felicidad de sus súbditos y ésta sólo se puede conseguir con un Estado fuerte. Para conseguirlo tendrá que recurrir a la astucia, al engaño y, si es necesario, a la crueldad.
La virtud fundamental es la prudencia, para la conveniencia del Estado. Si el interés de la patria exige traición o perjurio, se comete.
«La grandeza de los crímenes borrará la vergüenza de haberlos cometido».
Los medios no importan: no es necesaria la moral, sino un realismo práctico, no lo que debe ser, sino lo que es en realidad. Política y moral son dos ámbitos distintos e incluso contradictorios.
Fuente: Wikipedia.
De la obra Magna de Niccoló di Bernardo dei Machiavelli, “EL PRINCIPE”, cito:
“Un pueblo que acepta pasivamente la corrupción y los corruptos no merece libertad. Merece la esclavitud. Un país cuyas leyes son indulgentes y benefician a los bandidos no tiene vocación de libertad. Su gente es esclava por naturaleza. Un pueblo cuyas instituciones, públicas y privadas, están en gran parte corrompidas, no tiene futuro. Solo pasa.
Una nación, donde la sociedad civil supuestamente organizada no mueve una paja si no hay posibilidad de ganancias, no es capaz de legar nada a sus hijos, excepto días oscuros.
Una patria, donde recibir dinero malo a cualquier título es algo normal, no es una patria, porque en ese lugar no hay patriotismo, sólo intereses y apariencias. Un país donde los pocos que se esfuerzan por hacer prevalecer los valores morales, como la honestidad, la ética, el honor, son asfixiados y masacrados, ya cayó al abismo hace mucho tiempo. Una sociedad donde muchos hombres y mujeres se conforman con distracciones sórdidas, en un trance profundo, no merece existir. Solo tengo piedad de esas valientes personas que se rebelan ante este estado de cosas. Para aquellos que consideran normal esta calamidad, no tengo sentimientos. ¡Qué peligroso es liberar a un pueblo que prefiere la esclavitud!”.
¡Tan antiguo y tan actual!
No existe excusa para aquellos que apoyan el desastre, no hay careta que pueda justificar a quienes son cómplices del servilismo expuesto internacionalmente, no podrán alegar:
«Yo creí».
Aquellos que se ungen como pastores y profetas que, con su indolencia y silencio, se hacen cómplices; no tendrán cara para enfrentar a sus hijos cuando les increpen:
¿Por qué papá? o ¿Por qué mamá?
Y no habrá justificación o engaño que valga, simplemente, porque la verdad será el juez acusador y, el juicio se hará cada vez que se miren al espejo.
No existe tribunal más inexorable que el de la propia conciencia y éste, es implacable cuando se despierta, generalmente, como consecuencia de los daños sufridos por una persona muy cercana, o un ser muy querido…
A quienes, por acción u omisión, apoyan la bajeza cometida contra ciudadanos honestos, que han alcanzado el éxito, les digo:
Los sacerdotes para otorgar el perdón ante una confesión, imponen tres condiciones: Arrepentimiento, propósito de enmienda y “CUMPLIR LA PENITENCIA.»
Existen tres 3 leyes que no admiten impunidad:
“Las leyes económicas; la Ley de la Gravedad y la Ley de Dios.”
Las leyes económicas han sido violadas flagrantemente. El sistema productivo del país está en el momento más crítico de su historia republicana. Es desastroso lo que ocurre con nuestro aparato productivo; con la producción de alimentos; con la artesanía; con la pequeña, mediana y gran industria.
Presumo, que son inauditables, e injustificables, el exorbitante despilfarro, el asalto, saqueo, hurto y el robo, a los bienes nacionales y a los privados, ya existe quien lo cuantifica en más de un trillón de dólares, mientras, el sector salud está en terapia intensiva y, supuestamente, quienes denuncian esta situación, presuntamente, son acosados o les aplican lo que se podría calificar de terrorismo, por parte de afectos al sistema o el judicial…
En Japón los únicos ciudadanos que no tienen que inclinarse ante el emperador son los maestros, mientras, en Venezuela, los maestros, profesores, médicos, ciudadanos de diferentes profesiones, empleados públicos, pensionados y pare usted de contar los habitantes que están reclamando del deterioro social sufrido, como consecuencia de sus bajos ingresos, en la mayoría de los casos no les alcanza para adquirir sus medicinas, alimentos o cancelar el importe del transporte público, necesario e imprescindible para realizar sus diligencia cotidianas.
Entre tanto, se expropian, confiscan o invaden inmuebles, fincas, comercios, empresas e industrias; mientras, presuntamente, se efectúan inspecciones que pueden calificarse como persecuciones discriminatorias, y se acusa a los empresarios de crear la guerra económica, se acosa a las personas que han asumido el reto de vencer las adversidades y siguen produciendo en condiciones desfavorables.
Mientras no se entre en razón, se seguirá destruyendo el país. La nación no merece estar en las condiciones actuales; la calidad de vida se destruye cada vez más; la desesperanza hace que nuestros jóvenes y mejores talentos emigren buscando oportunidades. Las familias se desintegran y las ausencias se hacen sentir.
“Detrás de las tormentas viene la calma…”
¡UNIDAD!… La opción perfecta.
El cielo de libertad se aclara con las oportunidades que nos da el Estamento Legal Vigente
Maximiliano Pérez Apóstol