Compartiendo, intercambiando afectos y emociones se disfruta la parte fundamental que es apoyar a nuestros amigos. Delatamos cuáles son sus cualidades para disfrutar plenamente ese sentimiento, pues su valor dignifica y alegra nuestra existencia.
Grato el reencuentro con el doctor Enrique José Vargas Salgueiro, abogado penalista quien me brindó una pedagógica entrevista sobre el derecho el día del abogado.
Publicados sus didácticos conceptos me dejó abierta la ruta para expresarle en este espacio de opinión la amplia satisfacción no sólo de felicitarlo en su día, sino de reconocer su auténtica amistad que no encuentro espacio para detallarla.
Admiramos a los amigos como estos que luchan y abogan por un ideal claro y transparente, que nos hacen pensar, razonar y deliberar a profundidad antes de aceptar o rechazar un mensaje.
Nos inspiran confianza cuando permiten que conozcamos cómo es el ser humano, qué hay detrás de sus palabras, cómo piensan y qué sienten. Lo importante es la tolerancia, la humildad y la libertad sin fanatismo e intransigencia.
Me ha deparado la Providencia el justificado orgullo de acercarme a él, viniendo la evocación de aquellos consejos que no se repiten en la corriente del río de la existencia humana, y que al convocarlos como acontece con su gentil amistad, producen un elogio entre lo que es la vigencia del presente.
He recibido su apoyo moral y humano en un momento difícil de mi existencia. Capaz de dejar una huella que sirve de influencia positiva para mi vida.
Dentro de su afecto refleja, aplaude y nos enciende la llama de la vida, aunque la realidad nos refleja solo dos certezas: que estamos aquí y que algún día vamos a morir. Todo lo demás es más o menos probable e incierto. No sabemos con seguridad qué va a ser de nosotros en cualquier momento.
La vida no nos quita cosas, nos libera de cosas, nos alivia para volar más alto, para alcanzar la plenitud.
Quien muere simplemente se adelantó porque para allá vamos todos. No hay muerte. Hay mudanza.
Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Tenemos para gozar la nieve del invierno y las flores de la primavera.
Y si aparece un cáncer pueden pasar dos cosas y las dos son buenas: si te gana, te libera del cuerpo las cosas molestas, y si le ganas, serás más humilde, más agradecido, por lo tanto, fácilmente feliz, libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad y la vanidad, dispuesto a vivir cada instante profundamente, como debe ser.
Enrique no se rinde. En su diario conversar me anima a entender que, “cuando la vida nos presente mil razones para llorar, demostremos que tenemos mil y una razones por las cuales sonreír”.
Desde este espacio, quiero rendir homenaje al amigo especial, Enrique José Vargas Salgueiro, quien con su conducta y testimonio demuestra que el mundo puede ser mejor. Y que hay vida para rato.
Orlando Peñaloza