Las naciones que caen peleando se levantan y las que se rinden están acabadas…
¡Luchando resurgen!
Las causas perdidas son por las que vale la pena luchar.
“A cada hombre sobre esta tierra tarde o temprano le llega la muerte…
¿Y qué mejor manera de morir puede tener un hombre que la de enfrentarse a su terrible destino defendiendo las cenizas de sus padres y el templo de su Dios?”
HORACIO
Históricamente ha quedado demostrado que los países no se extinguen, sus habitantes como “Ave Fénix”, siempre resurgen de entre las cenizas.
Se hace imperativo que los venezolanos honestos creamos en nosotros mismos, no podemos olvidar hacía donde debemos ir, no desviarnos del camino que nos construyeron nuestros padres libertadores. Nos corresponde ser parte integrante del grupo de ciudadanos que pueden recuperar este país. Aún queda gente buena en Venezuela y tengo la certeza que, muchos de los que se han ido regresaran a su terruño cuando comience a retornar al sitial del cual nunca ha debido salir, tienen el deber de reconstruirla contribuyendo con su trabajo, esfuerzo, y con su amor, sin olvidar jamás que el triunfo puede no ser definitivo, y que, el fracaso nunca es fatal…
¡Lo que cuenta es el valor para seguir adelante!
Es posible que, “la satisfacción del deber cumplido,” sea uno de los sentimientos que menos frecuentemente experimentamos. Y curiosamente es uno de los que tenemos con más frecuencia al alcance.
Esta satisfacción está vinculada con la perseverancia y constancia. Si nos pusiéramos a escribir la lista de cosas y propósitos que hemos comenzado y que no hemos terminado, obtendríamos nuestro índice de perseverancia y seguramente sería bajo.
Cuantos libros, cuantas situaciones del propio trabajo, cuántos deseos de mejora, cuantas actitudes negativas que queremos erradicar etc. aparecerían en esa lista de aspectos sin terminar. Pero también aparecerían, con menos frecuencia, esos momentos en que nos esforzamos hasta terminar algún detalle del trabajo y la satisfacción de haberlos terminado.
Es probable que algunas ocasiones nos sintamos desmotivados y esperemos que algo de fuera venga a motivarnos. La motivación desaparece en ocasiones, porque hemos perdido “la satisfacción del deber cumplido”.
El trabajo rutinario, dejar cada cosa en su sitio, soportar a ese “pesado” que trabaja al lado nuestro, terminar ese libro que está a medias, no explotar cuando nos sacan de nuestras casillas, acomodar la silla y objetos que usamos, leer esos papeles y no permitir que se acumulen en nuestro escritorio, cumplir con los compromisos contraídos, terminar el curso que comenzamos, son las pequeñeces que están a nuestro alcance y que menospreciamos por su aparente insignificancia. Pero resulta que estas nimiedades son de las que está hecha la vida aún incluso las grandes vidas. Son en estas insignificancias aparentes donde se esconde el deber de cada minuto y la satisfacción que encierra su cumplimiento.
Es en estas aparentes cosas prosaicas donde se forja la voluntad, donde se fortalece y entrena nuestro ánimo para las cosas que puedan requerir más esfuerzo. Es donde se esconden las pequeñas alegrías que hacen a nuestros días felices, por la satisfacción que encierra su cumplimiento.
Es la perseverancia hecha vida…
Es donde se encierra aquel:
“Porque fuiste fiel en lo poco, te entregare lo mucho”.
¡En el deber cumplido, lo que hay que hacer se hace!
Posiblemente en el momento del cumplimiento del deber se rebelen nuestros sentidos porque han encontrado otro tipo de satisfactores, pero nuestra inteligencia, nuestra fortaleza y perseverancia nos hacen que se termine aquello empezado y se superen las aparentes dificultades dando paso a ese sentimiento tan merecido que se tiene cuando se cumple con el deber. Es el cansancio alegre.
¿Por qué no experimentarlo? ¡Es gratis!
En Venezuela es perentoriamente imperativo el rescate del pleno “Estado de Derecho;” la implementación de la justicia a través de la imposición del “Estamento Legal vigente,” que ha sido ejemplo y guía para algunas legislaciones de otros países y que fue establecido por el legislador probo.
La lógica y la razón me lleva a la sensatez de superar mi ignorancia política y defender mi derecho a expresarme, porque… es mi opinión.
No podemos, ni debemos olvidar que el desastre de país que tenemos fue ocasionado por la decisión de muchos que hoy en día se dan golpes de pecho por haber actuado equivocadamente, creyendo en promesas de mesías con pies de barro. Tenemos que estar conscientes que no podemos seguir actuando de manera desatinada.
Sólo la unidad monolítica y la constancia en nuestros principios y valores…
nos darán el triunfo que anhelamos y podremos tener…
¡LA SATISFACCIÓN DEL DEBER CUMPLIDO!”
FUENTE: José Luís Castañeda Lerma.
Maximiliano Pérez Apóstol