Venezuela está marcada por la desigualdad, la exclusión y la miseria por culpa de un régimen negligente. La ENCOVI 2022 resalta que somos el país más desigual de toda América Latina. Esta injusta realidad la vive en carne viva cualquier venezolano en medio de una dolarización forzosa que ellos mismos provocaron, y que es menos dura solo para el pequeño porcentaje de la población que tiene ingresos en dólares. La gran mayoría de los venezolanos que tiene su salario solo en bolívares queda excluido, sus ingresos son de hambre, no pueden cubrir siquiera sus necesidades básicas, y ni hablar de quienes sobreviven con un mínimo mensual de al menos $5.
Aquí existen dos realidades muy distintas. Por un lado, un grupo mayoritario de venezolanos que padece hambre a diario y que vive con la incertidumbre del no saber que van a comer mañana. Por el otro, un pequeño sector de la población que tiene una alimentación balanceada y puede alimentarse libremente sin preocupaciones económicas. El contraste es grande cuando comparas los supermercados con la calle, donde tantos deben rebuscar para poder llevarse algo a la boca. Nuestro país se transformó en una pesadilla donde el salario no rinde para nada y comer 3 veces al día es un lujo que pocos pueden permitirse.
Un caso similar ocurre en el sector salud. Para millones de venezolanos ir a una clínica está fuera de sus posibilidades debido a sus altos costos, y son justamente las clínicas las que pueden brindar un buen servicio de salud. Estas millones de personas no tienen otra opción que acudir a un hospital cuando lo necesitan. Lamentablemente, nuestros hospitales se encuentran en tan paupérrimas condiciones, completamente desabastecidos y sin insumos mínimos para tratar ni una gripe, que no logran atender correctamente a los pacientes. En la Venezuela actual son pocos los venezolanos que pueden costear los medicamentos que necesitan. En pocas palabras: la salud es un privilegio para unos pocos en el país.
La desigualdad también marca a la educación nacional. Mientras en los colegios privados cuentan con todas las herramientas para formar de la mejor manera a los estudiantes, en las escuelas y liceos públicos, donde acude la amplia mayoría de los niños y adolescentes del país, no poseen las condiciones para su pleno desarrollo. En estos centros educativos reina el mal estado de sus estructuras y hasta faltan docentes porque cientos han abandonado las aulas de clases por los bajos salarios. Los estudiantes no deberían lidiar con este tipo de problemas. A esta crisis además se le suman la continuas fallas de los servicios básicos como el agua y la electricidad. Si seguimos en este rumbo, la desigualdad seguirá comiendo el futuro de nuestros jóvenes y acabará con cualquier oportunidad de superación.
Tenemos que saber que salir de la crisis en la que nos sumergieron no implica solo crecimiento económico para el Estado, y que ofrecer bienestar y calidad de vida a todos para poder tener un mejor país, más equitativo y más justo, es la clave para lograr reconstruir a Venezuela. El crecimiento económico que ha experimentado Venezuela en el último año, del cual se jacta el régimen, sólo ha significado una mejora para una pequeña parte de la población, mientras que la gran mayoría sigue viendo como el salario se hace agua. Esto no es progreso, es solo una injusticia más que padecemos.
Los venezolanos merecemos un país distinto, con garantías económicas reales y oportunidades. Basta de poner pañitos calientes para los que menos tienen, basta de intentar tapar la realidad que golpea tan fuerte. Es momento de empezar a trabajar por tener un país más justo e igual para todos, en donde la pobreza, el hambre y todos los males que sufrimos como sociedad sean solo un mal recuerdo.
Stalin González