Ante la pregunta de quién pudiera ser una alternativa viable que derrote al sistema dominante van a surgir de seguro nombres bien definidos o incluso comparaciones a figuras del pasado, pero muy pocos darán un voto de confianza para apoyar un candidato que posea una fuerte formación política cuyo origen sea de las filas partidistas, porque la moda es un estribillo repetido el cual solo conduce a la apatía y juega en favor de los intereses de la camarilla dominante, quienes seguirán gozando del poder por unos años más si su contrincante no tiene el fogaje que el momento país exige. Venezuela necesita un hombre de Estado que pueda gobernar con una perspectiva amplia; donde las capacidades puedan transformar los problemas padecidos en soluciones perdurables en el tiempo.
De igual forma, el candidato idóneo debe ser capaz de maniobrar ante cualquier escenario futuro, incluso ante un descalabro está obligado a construir una real alternativa que comienza con el discurso de la derrota, donde se consolida todo lo edificado hasta el momento post-electoral. Porque los ciclos de cambio en lo social se van tejiendo, nada puede ser espontáneo incluso lo silvestre demandó adaptación ante un ambiente circundante, por ello el gran decisor que requiere la República no puede ser un erudito sin bagaje en lo político. Porque si algo debe entender la clase política, es su responsabilidad directa en los temas del poder porque de sus filas debe surgir el verdadero remedio ante tan dura enfermedad.
Por otra parte, muchos apelan a las emociones de la popularidad sin considerar que su naturaleza es la de extinguirse según el transitar del tiempo, mientras la política verdadera siempre está presente en la mente de todos, porque una propuesta de país bien fundamentada y diáfana siempre convencerá por su contenido, y por supuesto una institución que logre ejecutar acciones con impacto podrá aglutinar mayor cuantía de votos que un video de márquetin con buena música de fondo. En tal sentido, el individuo político que necesita Venezuela para su conducción sólo necesita dos herramientas que no son precisamente empresas famosas y lucrativas, porque un buen plan país y una institución operativa son instrumentos necesarios para una victoria ante un sistema de baja competitividad como el nuestro.
En resumen, un outsiders es una mala receta para cualquier sistema político del mundo, porque el poder demanda preparación para su ejercicio y en el caso del poder político, su sola naturaleza exige desde un buen olfato en el área del poder, hasta una curtida pericia que lo pueda hacer resaltar ante los comunes que se presenten en una competencia electoral. Pero corresponde a los que aplican métodos y ciencia el buscar orientar a quienes se levanten como potenciales líderes nacionales ante un nuevo ciclo de cambio que recién inicia, porque a final de cuentas lo que todos desean es que la incertidumbre se desaparezca y reine de una vez por todas la tranquilidad de una paz positiva que incube valores, pilares de la Venezuela grande.
Finalmente, el panorama de protestas vivido en las últimas semanas es un buen signo de una ciudadanía que demanda cambios, pero que al mismo tiempo está dispuesta a accionar ante el sistema para hacer visible su malestar, situación que presagia un buen ambiente para una campaña electoral de un candidato alternativo a la camarilla incrustada en el poder. Siempre está permitido soñar con un futuro mejor, pero cuando esos sueños se acompañan de hechos bien definidos, la certidumbre se afianza en la población y el triunfo tan anhelado es solo un protocolo de un ciclo que se cierra dando paso a la Venezuela grande que todos aspiramos.
Eduin Adjunta
@adjunta90
