La corrupción sigue siendo un problema predominante y sin ningún tipo de mejorías desde hace más de cinco años en la gran mayoría de los países de América, de acuerdo con un informe difundido el martes por la organización Transparencia Internacional, que coloca a Venezuela, Haití y Nicaragua como las naciones más corruptas de la región.
Uruguay y Canadá, en cambio, aparecen como los países menos corruptos, seguidos de Estados Unidos.
El promedio de puntuación del Índice de Percepción de Corrupción 2022 en la región es de 43 puntos, sobre un total de 100, y casi dos tercios de los países tienen un menos de 50 puntos. En 27 de los 32 países de América no se ven avances desde 2016, dijo Transparencia Internacional en su reporte anual sobre el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) .
Creado en 1995, el índice clasifica a 180 países y territorios según las percepciones sobre el nivel de corrupción en el sector público. Utiliza una escala que va desde cero, para el más corrupto, a 100, para el menos corrupto. Para su elaboración, Transparencia utiliza información de 13 fuentes externas, entre ellas, el Banco Mundial, el Foro Económico Mundial, consultoras privadas y expertos.
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“Estoy muy preocupada porque veo a la región latinoamericana en un franco retroceso”, expresó Delia Ferreira Rubio, presidenta de Transparencia Internacional. “Lo que vemos es aumento del autoritarismo, aumento de los gobiernos populistas que llegan por elecciones y desde adentro atacan a la democracia atacando el poder judicial, los organismos de control, los medios de comunicación, la ciudadanía organizada, la oposición”, dijo en una entrevista telefónica reciente con Associated Press desde Berlín.
Uruguay y Canadá son los países menos corruptos de la región, con 74 puntos. Les sigue Estados Unidos, con 69. Venezuela, en cambio, aparece como el más corrupto, con 14 puntos, seguido por Haití, con 17; y Nicaragua con 19.
Chile y Costa Rica, que tradicionalmente obtenían los mejores desempeños en el índice de los países latinoamericanos, no están priorizando la lucha contra la corrupción, y se mantienen en la misma posición, con 67 y 54 puntos respectivamente, de acuerdo con el reporte.
Colombia tiene 39 puntos, Brasil 38, Perú y Ecuador 36, El Salvador 33, República Dominicana 32, México 31, Honduras 23.
Tampoco a nivel mundial combatir la corrupción es tarea prioritaria: el 95% de todos los países sólo ha conseguido avances mínimos o nulos desde 2017, de acuerdo con Transparencia Internacional.
La organización, con sede en Berlín, señala que existe una relación estrecha entre violencia y corrupción. Los gobiernos con más corrupción carecen de capacidad para proteger a las personas, y a su vez, en esos contextos el descontento público hay más probabilidades de violencia, señaló Transparencia. Explicó que sucede desde Sudán hasta Brasil.
Las puntuaciones asignadas por el índice, que se ha convertido en uno de los principales indicadores de corrupción del sector público en todo el mundo, reflejan las perspectivas de expertos y empresarios.
Por undécimo año consecutivo, 43 de los países de todo el mundo siguen sin mostrar cambios y más de las dos terceras partes tienen una puntuación menor a 50.
Dinamarca aparece como el país menos corrupto, con una puntuación de 90, seguido por Finlandia y Nueva Zelanda, con 87 puntos cada uno. Sudán y Somalia, aparecen entre los más corruptos, con índices de 13 puntos.
Guatemala, en tanto, es uno de los 26 países que han alcanzado mínimos históricos, con 24 puntos. Otros son Qatar, con 58, y el Reino Unido, con 73.
Entre los que más descendieron están Honduras, que aparece con 23 unidades, Nicaragua, con 19, y Haití, con 17.
En América, los países no han adoptado medidas contundentes para combatir la corrupción y fortalecer las instituciones públicas, lo que ha favorecido a la consolidación de redes criminales que ejercen un poder considerable sobre actores políticos, indicó el informe. Esto, a su vez, profundiza la violencia, señaló.
Para responder a esa criminalidad y a la violencia de las pandillas, algunos gobiernos han implementado medidas que concentran el control en el poder ejecutivo, debilitando así la transparencia, amenazando los derechos humanos y alentando más oportunidades de corrupción, explicó.
“La omnipresencia de corrupción en las Américas alienta muchas otras de las crisis que atraviesa la región”, dijo Ferreira Rubio. “El único camino viable es que los líderes prioricen las medidas contra la corrupción para extirparla y permitir que los gobiernos cumplan su principal función, que es la de proteger a las personas”.