La amenaza del Estado Comunal en el que quieren convertir a nuestra República vuelve a cernirse sobre la democracia venezolana.
Efectivamente el 29 de noviembre del año pasado, hace apenas unos dos meses, la Asamblea Nacional reformó la Ley Orgánica de las Comunas que permanecía “quieta” desde 2010 cuando se promulgó. Cuatro relevantes diputados del bando oficialista tomaron la palabra para expresar en su conjunto que con la reforma se quiere construir un modelo que garantice la democracia participativa y protagónica que complete la transformación del país (o lo que queda de él, agregamos nosotros), planteándose simplificar los trámites de la creación de comunas, así como su inclusión en el presupuesto anual de la nación. Agregaron que la reforma avanza hacia el autogobierno comunal que empodera al pueblo para ejecutar y controlar las políticas públicas, así como para que el pueblo siga gobernando y siendo protagonista de la historia. Más expresiones desatinadamente demagógicas no caben en este párrafo.
Sin embargo, el peligro acecha.
Si, es peligroso y alarmante el contenido de la Ley en cuestión, que resalta su orientación hacia un socialismo marxistoide de manera evidente. Ya en su artículo 2 se lee que la Comuna se rige por los principios y valores socialistas. En su artículo 4 sustituye todo órgano intermedio entre la población y el poder central dejando la gestión pública en manos de las comunas y aun cuando no se pronuncia acerca de la eliminación de las gobernaciones y alcaldías, este es su propósito velado, al sustituir a la República por un Estado Comunal.
Su artículo 5 precisa a la comuna como “…un espacio socialista que, como entidad local, es definida por la integración de comunidades vecinas…” y tiene como finalidad “Desarrollar y consolidar el estado comunal como expresión del Poder Popular y soporte para la construcción de la sociedad socialista”. Se crea un Parlamento Comunal (artículo 21) que sustituirá a los órganos legislativos republicanos y en vez de leyes, como forma de ocultar sus verdaderos propósitos, lo que aprobará este Parlamento serán “Cartas Comunales”. Se crea el Banco de la Comuna en su artículo 40 con funciones que sustituirá en su gestión al Banco Central. El artículo 57 crea un sistema de justicia propio: “La ley respectiva establecerá la naturaleza, los procedimientos legales, las normas y condiciones para la creación de una jurisdicción especial comunal… donde los jueces comunales serán elegidos por votación universal, directa y secreta de los habitantes del ámbito comunal…”
Para dar la estocada final a los órganos intermedios del poder popular de la República, el artículo 64 establece: “La República (que desaparecerá como lo creemos los que escribimos en este espacio), los estados y municipios …transferirán a las comunas … las funciones de gestión, administración, control de servicio y ejecución de obras, atribuidos a aquellos por la Constitución de la República…”. Además de que se borrará nuestro sistema republicano a través de este pretendido Estado Comunal, el ignaro legislador que aprobó esta Ley tiene la ilegal y osada pretensión de reformar los mandatos constitucionales a través de un procedimiento legislativo ordinario.
A contracorriente de este propósito oficialista centenares de miles de venezolanos han salido a la calle para exigir salarios dignos y el cumplimiento de otros derechos constitucionales que han sido conculcados por el socialismo del siglo 21. Así tenemos un avance legal considerable del régimen en su ruta hacia el socialismo y un despertar del pueblo en la búsqueda de una democracia que satisfaga sus necesidades vitales. Esta confrontación se da en dos planos, en escenarios diferentes pero en esencia significa un pulso entre democracia y totalitarismo socialista. La aplicación de estas leyes comunales está detenida por el empuje libertario de la calle, nuestro problema como oposición es que la letra fría e inerte se mantiene como ley, mientras que la calle necesita de brío cotidiano, de entusiasmo y músculo de lucha permanente para mantener su presión.
Este es un tema que debemos analizar con urgencia y en el Movimiento DECODE lo estamos haciendo.
Jorge Rosell y Jorge Euclides Ramírez