Cada docente que sale a las calles del país para protestar tiene una historia para contar. Lo lamentable, es que estos relatos que se exponen actualmente tienen una connotación de problemas, dificultades, miseria y hambre. Basados en estas situaciones irregulares, continúan saliendo a las calles a protestar para exigirle a las autoridades por sus derechos.
En reiteradas oportunidades, los líderes gremiales y sindicalistas han elevado sus voces para plasmar las necesidades de los docentes de Venezuela. Pero, en esta oportunidad, los profesores barquisimetanos quisieron expresar sus sentimientos ante el equipo periodístico de El Impulso, y de esta manera, dar a entender al mundo entero cuál es la realidad por la que ellos están atravesando.
«Yo no me fui del país, yo atendía mi matrícula y todavía la sigo atendiendo«, contó una docente barquisimetana, quien recordó que durante los meses de pandemia por la COVID-19, ella iba constantemente hacia las aulas de clase porque no contaba con los recursos tecnológicos necesarios para enviar las tareas. Con esto, aseveró que siempre ha tenido compromiso, responsabilidad y vocación para su trabajo.
En otro orden de ideas, una docente de la región exclamó que no gana lo suficiente para comprar sus medicamentos, la comida y el vestido. «Hace mucho tiempo no compro ropa«, indicó. Una situación de la que poco se habla pero que es una necesidad básica que -lamentablemente- los docentes no tienen cómo cubrir.
Incluso, una de las maestras explicó a El Impulso que actualmente puede mantenerse gracias a los ingresos que tiene su esposo, quien le entrega diariamente el dinero necesario para costear los pasajes y así trasladarse hacia las aulas de clase. «Es la realidad que vivimos la mayoría de los venezolanos que tenemos una profesión», dijo.
Otro de los mensajes contundentes que aseveró durante su conversación con el equipo periodístico de El Impulso es que «el docente no debe buscar un segundo empleo, se debe tener un salario digno con el cual subsistir«.