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“No quiero que otros venezolanos vivan lo que yo viví cuando llegué a Colombia. Tuve que pasar una trocha a las dos de la mañana, exponerme a todo tipo de peligros, fue una experiencia de temor e incertidumbre”, sentenció Beatriz Acasio, una venezolana oriunda del estado Carabobo que migró hace tres años a la población de Cúcuta en el departamento colombiano de Norte de Santander en la frontera con Venezuela.
Llegó acompañada de su esposo y un hijo de 12 años. Otras dos hijas la habían antecedido en el viaje migratorio, en la frontera colombiana se reencontraron y se instalaron a vivir en Toledo Plata, populosa comuna de la zona metropolitana de Cúcuta.
Gracias al contacto que tuvo Beatriz con una líder de la comunidad, desempeña hoy en día una labor altruista a favor de las migrantes venezolanas en frontera.
“Trabajo mayormente con migrantes venezolanas, las apoyo porque a mí se me hizo muy difícil estar aquí y muchas personas no lo comprenden. Las he podido orientar para que puedan estar bien y al día con su documentación, con el permiso por diez años (Permiso de Protección Temporal) que nos dio el gobierno de Colombia, un documento que nos ayuda a estabilizar tanto en el ámbito laboral como en la salud y los estudios de los niños. Llevar una vida como cualquier persona aquí en Colombia; nos permite ser visibles y tomados en cuenta por empresas o instituciones”.
Actualmente, Beatriz Acasio, trabaja para una asociación de mujeres que ella misma logró registrar: “Mujeres Positivas Activas”, cuya finalidad es alcanzar una mejor calidad de vida y hacerse de recursos económicos para mantenerse a través del reciclaje.
“Somos 30 mujeres que estamos organizadas y esperamos crecer para poder llevar otros proyectos adelante y tener una mejor calidad de vida. Buscamos también empleos y formaciones que nos permitan destacarnos en un oficio y no estar llevando ese día a día tan angustioso que llevan aquí en Colombia y en cualquier parte del mundo las migrantes”.
El 80% de las mujeres que conforman la organización son venezolanas y 20% colombianas porque ellas también tienen necesidad y se puede ver en cualquier rincón donde se vaya, destacó la activista.
Los objetivos de “Mujeres Positivas Activas”, también se han direccionado a la protección de los niños, buscar maneras de garantizar la educación y formación.
Construcción de Paz
La activista venezolana dice que no posee bienes materiales, pero si tiene mucha fuerza y voluntad para ayudar a las personas. Cree que socializar para la paz es una de las áreas en donde debe afianzar aún más su trabajo, en vista de tantos atropellos y discriminación que existe entre venezolanos y colombianos.
“Somos hermanos y debemos buscar paz, tranquilidad, somos iguales, humanos y es necesario buscar la unión. Si hay paz se logra todo, hay vida”, aseguró.
En la búsqueda de construir paz en tornos de violencia como la frontera, Beatriz está recibiendo el apoyo de organizaciones con mayor experiencia en intervención de comunidades como las fundaciones Deres y Olinternacional. Actualmente, adelantan un programa de atención a niños migrantes escolarizados y no escolarizados, el cual consiste en enseñar a través de dinámicas y juegos el valor de la paz, la solidaridad y la amistad entre miembros de una misma localidad.
Este trabajo periodístico es parte de la alianza de Diario La Nación con la Red de Mujeres Constructoras de Paz