El 2023 no parece ser un buen año porque ha llegado con grandes dificultades ocasionadas por la inflación, que contrario a lo afirmado por el gobierno, no pudo ser derrotada y, además, porque son muy pocas las expectativas económicas.
Así lo considera Orlando Zamora, exjefe del Departamento de Riesgos del Banco Central de Venezuela y asesor financiero independiente, quien en declaraciones a El Impulso advirtió que si el gobierno no cambia sus políticas, será imposible que haya el esperado crecimiento que ha estado buscando.
No se puede negar que en los primeros meses del año pasado se observó un crecimiento que llegó al 18 por ciento, pero en el último trimestre la situación ya había cambiado y el dólar venía arrollando vertiginosamente a la moneda nacional, al punto que cerró sobre los 17 bolívares por el signo monetario estadounidense.
El encaje bancario se mantuvo alto y, en consecuencia, no existió crédito para activar planes que tenía el sector privado.
En tanto, el gobierno siguió con su práctica de imprimir dinero sin sustento para pagar nóminas y cubrir los gastos ocasionados por programas de embellecimiento urbano, ya que obras no realizó.
En este sentido, el Banco Central de Venezuela estuvo al servicio del gobierno porque ha perdido su autonomía e independencia. Comenzó emitiendo 4 mil millones y terminó con 16 mil millones.
De nada le valió a la administración de Maduro la aplicación de la Ley de Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras, destinadas a favorecer la estabilidad del bolívar, porque al final se impuso la evasión en las operaciones, como lo habían previsto los especialistas en la materia.
Se estima que el 50 por ciento de las operaciones se hicieron en dólares y el otro 50 por ciento en bolívares y preocupó que éstos no quisieran ser recibidos por comerciantes en algunas partes del país, ya que existió preferencia por la divisa estadounidense.
La burbuja de los bodegones que había aparecido resplandeciente se ha venido disipando y fueron muchos los establecimientos de ese tipo que desaparecieron en todo el país.
No fue posible mejorar las refinerías de Amuay y Cardón, en el estado Falcón, que son las que producen la mayor cantidad de combustibles, mientras que El Palito tuvo un funcionamiento con muchos contratiempos.
No hay cifras de las operaciones realizadas por la empresa Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), pero se estima que tuvo ingresos por 20.000 millones de dólares, que fueron a dar al Banco Central de Venezuela y, desde luego, pasados al Ejecutivo Nacional.
Los gastos de este fueron enormes, de acuerdo a denuncias formuladas públicamente, como el de que la Asamblea Nacional tenía 600 asistentes para sus 177 diputados cuando no existe espacio para éstos funcionarios.
Si bien hubo un crecimiento en el comercio y particularmente en el sector farmacéutico, no pudo despegar el sector industrial, ya que la mayor capacidad de funcionamiento está inoperativa.
La principal actividad que genera empleo y activa otras áreas de la economía, como es la construcción, se mantuvo muy restringida. Salvo que una que otra obra de edificios no hubo obras de infraestructuras importantes que levantar.
En cuanto a las expectativas que creo el gobierno en torno a la producción y exportación de crudo, sólo Chevron, que tiene permiso de las autoridades de Estados Unidos para seguir operando en Venezuela, tiene planes porque no se tiene conocimiento de que otras empresas petroleras estén dispuestas a arriesgarse a invertir. Y como ellas, el capital extranjero al igual que el venezolano miran con recelo el país para desarrollar planes de inversión.
La frontera con Colombia ya está abierta, pero eso no quiere decir que hayan desaparecido las barreras porque están latentes los intereses del país vecino.
Y en cuanto a Brasil, aunque se abra la frontera como se ha previsto para estos días, no habrá beneficios para Venezuela porque de aquí para allá es muy poco lo que se puede ofrecer, terminó diciendo Zamora.