Las diferencias políticas no deben alarmar, porque son naturales, pero lo que se requiere ahora es una recomposición de la unidad y una estrategia para enfrentar al gobierno, plantea el dirigente Ángel Alfredo Ocanto Azuaje, del partido Futuro.
Este abogado egresado de la Universidad de los Andes, donde fue dirigente estudiantil muchos años y coincidió con Rafael Ramírez, William Tareck Saab y otros dirigentes que hoy están identificados con el régimen, considera que la antipolítica se ha apoderado del país.
Hizo un posgrado en Derecho Tributario, estudió técnicas para resolver conflictos a través de la mediación y del diálogo, y fue dirigente de Acción Democrática hasta ser expulsado en 1995 por apoyar a Carlos Andrés Pérez, cuyo nombre ha sido reivindicado con motivo del centenario de su nacimiento.
Dejó la actividad política hasta encontrarse con Henri Falcón, confiesa, a quien considera su amigo, una persona coherente, trabajador y con visión de futuro.
En un principio fundamos Avanzada Progresista, pero desgraciadamente los conflictos de los partidos hoy en día se dirimen en el seno del Consejo Nacional Electoral.
Ahora no se discuten con sensatez, sino que se buscan resolverlos en instituciones del Estado, apoyadas o no por el gobierno.
Las instituciones están muy contaminadas de gobierno, no tienen equilibrio, no hay separación de poderes, no se respeta la Constitución sino cuando le conviene a los funcionarios.
Actualmente, el doctor Ocanto Azuaje es diputado principal por el estado Lara y es miembro de la dirección del partido Futuro.
¿En que se diferencia Futuro de los demás partidos políticos?
En que hemos hecho una reingeniería de lo que se debe innovar en los partidos, partiendo del principio de apartar los personalismos y lograr una combinación de juventud, experiencia y de organizaciones sociales que quieran participar. Que sea un partido innovador y no pierda esa esencia, que siempre ha practicado Henri Falcón, de mantener contacto con la gente y tener a las redes sociales como un complemento de la comunicación social que debe haber entre los políticos y la sociedad. No abandonar el contacto directo con las personas y mantener la humildad, la sencillez y, por supuesto, el reconocimiento al otro.
¿Cómo ha visto el desenvolvimiento político hasta ahora cuando hay dentro de la oposición un conflicto que ha terminado con el gobierno interino?
En principio, las diferencias políticas no deben alarmar, porque éstas son naturales. Se requiere con urgencia una recomposición de la unidad y de las estrategias políticas para salir del gobierno de Nicolás Maduro, que es lo principal que nos apremia. En este sentido, debe haber una estrategia de participación y apegarnos a la Constitución. No puede ser que la agenda nos la ponga el gobierno y que haya una pelea entre los mismos políticos que adversan al gobierno. Ya la población de Venezuela nos ha sacado la tarjeta amarilla como si se tratara de un juego de fútbol y debemos evitar que nos expulse. Seria muy triste pasar como una generación de incapaces no ponernos de acuerdo para resolver la grave crisis que afecta a la inmensa mayoría de los venezolanos. Puede que haya una situación difícil en lo que se ha denominado G-3 G-4 o G-5 con Juan Guaidó, pero yo abogo porque se reconcilien. Se deben apartar los intereses de los partidos y terminar de hablar desde el odio y desde las vísceras. La política debe comenzar a hablar de los afectos si es que tenemos que cambiar de gobierno, porque este gobiernos nos ha robado gran parte de nuestras vidas y no hay una mesa en el país donde no esté ausente de ella, algún familiar que se ha ido en busca de mejorar su situación económica. No se le puede seguir dando armas al gobierno con esa cantaleta del bloqueo económico.
En este aspecto ya que se tiene abierta la frontera de Colombia y ahora, en enero, se espera que también se abra la frontera del Brasil. Lo del bloqueo es una gran farsa, porque no puede ser que haya bloqueo para traer los medicamentos al Hospital Central Universitario Antonio María Pineda, pero no para traer esas lujosas camionestas de Dubai. Tampoco puede ser que haya bloqueo para los insumos que se necesitan en los hospitales, y no para los repuestos de los aviones que tienen los jerarcas del gobierno.
Creo que se debe ver de cerca que las familias venezolanas no están comiendo bien y son innumerables las personas que mueren de mengua. La gente requiere mayor y mejor presupuesto familiar y nos preocupa que Venezuela se haya convertido en un país de mendigos, donde se está pendiente de comprar una bolsa de comida que vende el gobierno cuando éste quiere aparentar que está atendiendo un problema social que él mismo ha ocasionado. No puede ser que en El Salvador, el país más pequeño de América Latina, la pensión para los trabajadores esté en cuatrocientos dólares. O en Colombia y Brasil perciba más de 250 dólares, en Argentina más de 270 dólares y en Ecuador, 661 dólares, en Venezuela apenas tenga 7 dólares. Y que el salario mínimo no llegue a los diez dólares. En cualquier parte del mundo lo que está pasando en Venezuela es inconcebible, máxime cuando la Constitución establece que el salario debe satisfacer las necesidades de la persona.
A este respecto, ¿qué se debe hacer?
Cambiar totalmente la política del Estado y pensar en desarrollar una economía que propicie el empleo. Cuando estuvimos en el gobierno de Henri Falcón, en Lara, no tuvimos complejos de tener contactos con la empresa privada. Incluso, Henri se opuso a la expropiación de La Polar, a la expropiación del valle del Turbio y ya estábamos haciendo grandes convenios para resolver el problema de la falta de agua. Y este tiene que ser la primera necesidad que se debe resolver.
¿Qué ha hecho en la Asamblea Nacional?
Yo me opuse a la aprobación del presupuesto nacional, no por una actitud caprichosa, sino con sensatez, con racionalidad y por ello fundamenté mi voto negativo porque era contradictorio que la masa de dinero vaya a ser administrado por el presidente de la República a su libre albedrío. No puede ser posible que vayan hasta él los gobernadores y alcaldes a mendigarle, ya que el presupuesto es constitucional y es legítimo que se les entregue. Para las gobernaciones puede ser de hasta un veinte por ciento y, en ese momento, pregunté: ¿por qué tiene que ser el 4 por ciento? ¿Por qué hay que darle todo el dinero a las fuerzas armadas si nosotros no somos un país guerrerista, no somos ninguna amenaza para los Estados Unidos, ni para nadie? La amenaza que tenemos los venezolanos es precisamente este gobierno porque la mayoría de la población se encuentra desesperada porque no tiene ingresos para comer. La gente debe tener buenos sueldos para adquirir lo que necesita. Y también me opuse al dinero que se le ha asignado a las comunas.
Yo no me opongo que la gente se organice de la manera que quiera hacerlo, pero no puede ser que se trate de instaurar un Estado comunal cuando éste no aparece en la Constitución. Esa propuesta fue derrotada en un referendo, en el 2007, que presentó el entonces presidente Hugo Chávez. Propuse que se consultara al país y se le preguntara si quiere vivir en comuna o no. Pero, se aprueba dinero para las comunas y por otro lado sale el constitucionalista Hermann Escarrá diciendo que va a introducir un proyecto de enmienda para que sea incluida la comuna en la Constitución.
¿Cuáles son las expectativas para este año cuando se han anunciado unas elecciones primarias destinadas a escoger un candidato unitario, para enfrentar al del gobierno en el 2024?
Futuro como partido se quiere constituir en una fuerza para empujar a los partidos opositores. Tenemos que ayudar a conseguir un buen candidato que tenga conexión con la mayoría de los venezolanos. La lucha por la igualdad no puede devorar la libertad. Hay demasiados dirigentes políticos presos a los cuales se les debe dar salida de las prisiones. En una democracia no puede condenarse a quienes se oponen al gobierno y tengo reservas de que este sea un socialismo porque lo que impera es el odio y una situación tan difícil que la gente se sigue yendo. El poder no puede cambiar a las personas, sólo revela lo que son, puesto que se transforman. Cuando se tiene poder hay que ser humildes y por tanto, servir a la gente. Y eso precisamente es lo que se necesita porque la población está exigiendo un cambio, para que se pueda vivir dignamente como lo plantea la Constitución.