Este miércoles 28 de diciembre los ingenuos celebran su día, cuando la inocencia, en el sentido que se le da aquí, no debería ser motivo de celebración y mucho menos de orgullo para nadie.
En su sentido más amplio, el término inocente se utiliza para referirse a aquello o aquel que no daña ni ofende en forma alguna y que no presenta ningún tipo de malicia en su accionar.
Por otra parte, el término inocente se emplea con frecuencia para referirse a alguien que despliega un comportamiento cándido o un pensamiento de este tipo.
Asimismo, cuando una persona es sumamente fácil de engañar porque es demasiado confiada de todos, se suele hablar de ella en términos de inocente.
En tanto, a instancias del derecho, cuando se dice que alguien es inocente se refiere a que se encuentra libre de culpa y cargo respecto de aquello por lo cual se le había acusado o encarcelado. Generalmente describe la carencia de culpabilidad de alguien en relación a un crimen.
También, la palabra inocente se emplea para referirse a aquel niño de corta edad y por tanto carente de la suficiente razón, o en su defecto a aquella persona adulta pero que presenta una discapacidad de tipo mental que le impide actuar y pensar normalmente, restringiéndose a lo más básico y elemental.
Este día tiene dos tipos de celebraciones que son bastante antagónicas entre sí, aunque aparentemente están relacionadas.
Por un lado, el cristianismo lo adoptó para honrar la memoria de los niños que murieron durante el mandato del Rey Herodes, quien en su afán por evitar que el recién nacido Jesús de Nazaret viviera, envió a los soldados a matar a todos los niños menores de 2 años que en ese momento se encontraran en Belén.
Por otro, tanto en Hispanoamérica como en España se acostumbra a gastarse bromas que tienen como fin engañar a las personas y hacerles ver que han caído en ellas por inocentes.
En Venezuela más del 75 por ciento de los sarcasmos que hoy se generan tienen motivaciones políticas como la vez que mataron a Rafael Caldera o una tercera presidencia de Carlos Andrés Pérez.
Se escucharon reportes de ciudadanos que creyeron en la caída de Chávez, como el sonado caso de una señora quien destapó una botella de champaña después de haber escuchado la falsa información.
Sin embargo, no vamos a ir contra la corriente de los balances de fin de año y haremos un rápido recorrido por entre cándidos, pícaros y neutros.
Por grandes inocentes cayeron quienes creyeron que Hugo Chávez cambiaría al país. Por grandes inocentes caen a diario quienes están creyendo en el discurso de Nicolás Maduro de que “Venezuela se está arreglando”.
La noche sería larga. Suele suceder cuando el gobernante venezolano hace uso de la televisión oficialista para lanzar sus interminables discursos largos, mentirosos y poco oportunos para los inocentes.
Por inocentes pasaron quienes creyeron que el Presidente Nicolás Maduro haría el anuncio de nuevos salarios a los trabajadores y pensionados en su alocución de fin de año.
Por inocentes pasaron los Diputados de los partidos Primero Justicia, un Nuevo Tiempo y Acción Democrática quienes creyeron que sacando a Guaidó de la Presidencia Interina se arregla Venezuela.
Hace unos 45 años, cuando cubría la fuente policial en “El Impulso”, un ciudadano que quedó en libertad luego de haber purgado un año de condena, sentenció que su honor quedaba en dudas porque en este mundo todos dicen ser inocentes.
La inocencia la decreta Dios y no el hombre. Lectura del Santo Evangelio según San Juan 8,1-11: En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y fariseos le llevaron una mujer sorprendida en adulterio y colocándola en medio le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés manda apedrearlas; tú, ¿qué dices?”.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: “Quién esté sin pecado, que tire la primera piedra”. Jesús le preguntó: “Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ninguno te ha condenado”. Ella contestó: “Ninguno, Señor”.
Jesús dijo: “Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más”. Inocente por la gracia de Dios.
Hoy el país lleno de inocentes no soporta que sus habitantes anden por las calles atiborradas de bondad.
Qué bella es esta época aunque llena de gente que hace más de 20 años cayó por inocente.
Como alienados seres humanos buenos, se puede hacer un esfuerzo apartando algo de lo que el inocente Nicolás Maduro nos repartió en aguinaldos para comprar una hallaca de 3 dólares, o un pan de jamón de 150 mil bolívares y botar lo que nos sobra en el pote de la basura.
Nunca se sabe, porque siempre queda un pobre inocente rezagado buscando comida. No todos los pobres saben ponerse a tono con el jolgorio navideño con tanta inocencia encima.
Dicen que al inocente lo salva Dios, salvación que seguimos esperando para que nos arranquen de este cambio social dictatorial en la estructura del poder que tomó lugar en nuestra Patria.
“No importa que andemos desnudos. No importa que no tengamos ni para comer. Aquí se trata de salvar la Revolución», decía Chávez, aprovechando la inocencia de su pueblo.
Vivimos en un mundo de dolor y sufrimiento. No hay inocentes en Venezuela que no se vean afectados por las duras realidades de este sistema dictatorial.
Feliz año para todos. ¿Caeremos por inocentes si continuamos abrigando esa consigna de gran vigencia histórica de esperanza y redención social, de que pronto lograremos hacer realidad el slogan del partido Acción Democrática para lograr “una Venezuela libre y de los venezolanos”?
Orlando Peñaloza