#OPINIÓN El asqueroso disfóbico, coronel psicópata #28Dic

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«No tengo complejos de ninguna clase; la vida sigue y yo también
Lo único que quiero es que me miren con dignidad».
Jazmín Esparza (Emprendedora y luchadora social colombiana con tetraplejia)

El asqueroso coronel disfóbico, ofende y se ríe de quienes tienen hijos discapacitados. “Jajajajaja, tiene hijos discapacitados, que alegría, que risa nos causa, afinquémonos en su herida y en su dolor, que eso no te detenga Sussana para hacer el procedimiento amañado para quitarle el trabajo y que luego nos venga a rogar clemencia, telefonéalo con la hipocresía que nos caracteriza y le pides sus datos de nombramiento para que te facilites la táctica de despojarlo de su empleo”. Así dice el coronel psicópata, narcisista, licántropo y voyerista a su hibristofílica Jefe de talento humano, la que vive en el bajo escondrijo de su indecencia , con una moral de bota ancha; que hace rato perdió su brújula espiritual haciendo apostasía de Cristo para complacer las insanas estratagemas de su desalmado coronel psicópata.

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No tienen miramientos: En la institución que parasita el coronel psicópata no se respeta la protección especial en caso de discapacidad o enfermedad de los hijos. Tener un hijo discapacitado o enfermo es motivo para que el coronel psicópata y Sussana se burlen de ellos y se regodeen en su maldad. Nada los detiene, no hacen un stop en sus insanos procedimientos en contra de los trabajadores ni siquiera porque tengan hijos discapacitados cuyas acreditaciones incluso les constan. No respetan lo sagrado, no respetan la dignidad humana, ni respetan aquello que de suyo es algo con lo que no deberían entrar a emitir juicios innobles, ni ensuciar con sus cloacales jetas e infelices pensamientos de control, manipulación y cobardía en ocasión a los cargos circunstanciales que ostentan, para causar daño al padre cuyos hijos padecen alguna discapacidad o enfermedad, porque se están metiendo con algo tan importante e intocable que causan asco y repugnancia por su irreverente osadía maligna, por la que se creen morbosamente justificados ya que un engreimiento demoníaco los mantiene en su analfabetismo espiritual.

Este coronel psicópata, para amedrentar y burlarse del empleado y cobrarse venganza en contra del mismo por haberlo este descubierto en sus corrupciones y extorsiones, entonces se mofa de la discapacidad de los hijos de este funcionario honesto de la empresa, para hacer inquina en contra de un hombre ético, moralmente digno y respetuoso de las leyes, pero lo más bajo y más rastrero es que está afectando a unos inocentes discapacitados. Toma como argumento en la mesa oval, delante de sus monos jalabolas, para desprestigiar a sus trabajadores la circunstancia por la cual tengan un hijo discapacitado como si eso fuera un delito o una incorrección moral que sean beneficiarios de la legal inamovilidad y la natural comprensión por estas razones. Para él y para Sussana, eso les resbala. Visto así, alega el coronel psicópata sus viles actos como provenientes de una decisión espontánea del trabajador, cuando es una maliciosa mentira, porque el propio funcionario no se va retirar de su empleo del que mantiene a sus hijos discapacitados a modo personal teniendo un amparo legal. Pero el coronel psicópata y Sussana son unos malditos que sentirán de vuelta en sus vidas o en sus seres queridos lo que tan alevosamente hacen de maldad a otros.

La justicia divina llegará en contra de quienes cometen maldad o en contra de seres inocentes, eso es tan cierto como un tiro al piso. El coronel psicópata se expresa de la siguiente manera: “Como no se le prestó ayuda para su hija discapacitada, entonces él mismo decidió irse de la empresa”. Utiliza en contra del trabajador argumentaciones absurdas, sólo concebidas en una mente siniestra como la de un depredador social. Dicho de otro modo, justifica su disfobia, ratificando que en nada le importa que un trabajador en la empresa tenga un hijo discapacitado y no obstante con toda la mala fe y toda la mala intención deja sin empleo a sus padres arbitraria y caprichosamente. Es un sucio que con perversa bajeza se justifica en lo que es injustificable, en lo que es intocable y en lo que no debe esgrimir como su defensa pero lo hace, al dejar sin empleo a un trabajador que está amparado por la ley con una inamovilidad vitalicia. De tal modo que para este aberrado psicópata no es motivo de consideración legítima, la circunstancia por la cual un trabajador tenga uno o varios hijos discapacitados.

La rata repugnante del coronel psicópata y su hibristofílica Jefe de Talento humano, y tomaremos como ejemplo el caso de Venezuela, como diría Pierina, se limpian el trasero con la Ley Orgánica del Trabajo Trabajadores y Trabajadoras, la cual dispone en normas de orden público en su Artículo 347, que “La trabajadora o el trabajador que tenga uno o más hijos o hijas con alguna discapacidad o enfermedad que le impida o dificulte valerse por sí misma o por sí mismo, estará protegida o protegida de inamovilidad laboral en forma permanente, conforme a la ley”. Y no obstante estar registrados sus hijos en una planilla ad hoc que la propia empresa suministró y exigió llenar; a pesar de eso, igual el maldito coronel deja sin empleo a los padres de hijos discapacitados.

El asesoramiento impropio de Sussana y la monstruosa malignidad del coronel psicópata, utilizan la enfermedad o discapacidad de los hijos de los trabajadores como argumento para dañar al propio empleado, para dañar su propia imagen. ¡Que absurdo! Es como tomar físicamente a los niños discapacitados y arrojarlos con violencia sobre sus padres, para que ellos resuelvan. Es una forma de patear a los inocentes. Un aspecto que no debe ser objeto de ninguna diatriba, ni debe ser utilizado para que el coronel psicópata se enseñoree, ni que para que junto a Sussana escarnezcan innoblemente al trabajador tomando como arma la propia desgracia de unos inocentes. Pero ellos, el coronel psicópata ni su manceba Sussana, no tienen principios ni éticos, ni morales ni siquiera espirituales y mucho menos respetan las leyes.

Son tan sucios, tan bajos, tan sádicos y tan satánicos, que en vez de limpiar sus bocas y revisarse como personas, le blanden infamemente en su contra al trabajador su tribulación intrafamiliar, para herirlo y atacarle su autoestima y con sarcasmo le restriegan la discapacidad o la enfermedad de sus hijos como afrenta, agravio y menosprecio para que sienta hirientemente su infortunio: Así dice el coronel psicópata y su hibristofílica zángana Sussana. “Es que como tiene hijos discapacitados creía que eso nos iba a detener para no quitarle el empleo al descubrirnos en nuestras corrupciones”. Son tan hijo de putas que tienen corrompida el alma, cuando ni respetan la condición de discapacidad o enfermedad de los hijos de los trabajadores de la empresa para alevosamente quitarlos de en medio en tanto eso les facilite su mundo de depravación y extorsión.

No es necesario rogarle a Dios que haga justicia en contra del coronel psicópata y de su hibristofílica Sussana, pues en Romanos 12:19, está la respuesta “No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor. Desgraciadamente será la inocente descendencia del coronel psicópata y de la hibristofílica Sussana quienes sufrirán por las maldades que hacen en contra de los hijos de otros.

Aunque era una práctica no normalizada socialmente, el coronel se cree que está en la antigua Esparta, donde la disfobia era imperante en el caso de defectos físicos según nos narra el historiador Plutarco, y en tal sentido se abandonaba a los bebés discapacitados o los arrojaban desde un risco porque mayormente ese pueblo requería guerreros en inmejorables condiciones físicas. Alrededor del año 100 d.C. El filósofo Plutarco escribió su obra Vidas paralelas, una colección de biografías de grandes personajes, entre ellos el legislador espartano Licurgo. De esta obra procede la primera referencia a una idea que ha perdurado a lo largo de los siglos: que los espartanos descartaban a los niños con defectos físicos visibles y los abandonaban a la intemperie para que murieran o fueran devorados por los animales, “bajo la suposición de que no sería mejor para ellos ni para la ciudad que vivieran sin estar bien capacitados”.

Solo imagínate coronel psicópata, que los Espartanos también hubieran podido oler la psicopatía y habiendo nacido tú en esa cultura, seguro sin piedad al igual que lo haces en contra de inocentes, a ti te hubieran arrojado desde lo más alto del risco, igual como te protestaron allá en la Nueva Esparta, que ni el Espíritu Santo te quiso, cuando descubrieron tu mundo delincuencial por el cual nunca más serás ascendido.

Nada detiene al inescrupuloso coronel psicópata, al General frustrado en su mundo de sadismo, maldad y crueldad. “Pero nunca llegarás a General”, tu que eres prisionero de tu psicopatía. Y el odio que sientes en contra de las personas discapacitadas, se te revertirá en esta o en la próxima generación.

Traigo a colación un diálogo del filme Gladiador, una de las mejores cinematografías de la historia, donde el protagonista en cuya vida y sociedad se habían materializado tantas injusticias, sentenció en contra del psicópata: “Mi nombre es Maximus Decimus Meridius, comandante de los Ejércitos del Norte, General de las Legiones Fénix, leal servidor del verdadero emperador, Marco Aurelio. Padre de un hijo asesinado, esposo de una esposa asesinada. Y tendré mi venganza, en esta vida o en la siguiente”.

«Aunque no puedo moverme
y tengo que hablar a través de una computadora,
en mi mente soy libre»
Stephen Hawking, (fí­sico y escritor)

Crisanto Gregorio León

[email protected]

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