No aparece como motivación electoral en las encuestas pero es un sentimiento que se tiene cotidianamente frente a la prepotencia de algunos oficialistas. La impotencia ciudadana. Esta impotencia se convierte en rabia, en gritos, en llanto y entre otras expresiones tanàticas se convierte también en violencia.
Pero este sentimiento que nos atenaza cuando vemos los desplantes de altos personeros debemos apartarlo en función de aclarar estrategias que nos conduzcan por el camino de la reconciliación democrática. Porque frente a la rabia que generan los atropellos físicos y verbales del oficialismo contra la oposición se produce como respuesta la rabia que producen las desigualdades sociales que los gobiernos de 1958 a 1998 no pudieron solucionar y que los actuales gobernantes con verdad o habilidad colocan como saldo rojo de “la cuarta república”.
Nos toca así realizar un gran esfuerzo para calmar nuestro ánimo y cerrarle el paso a esa furia que nace de la impotencia y de esta forma convertir en ideas los efluvios emotivos. De esta manera se pudiera establecer un consenso unitario que aísle la iracundia de los extremismos.
Un Gobernante que desconozca los efectos que pueda causar una actitud displicente, arrogante o arbitraria, puede mantenerse en funciones de poder por poco o mucho tiempo, pero tiene que entender que su vida se hace irreversible, ya no podrá retomar lo cotidiano en función de intereses inscritos en su yo familiar o grupal, tendrá que hacer lo imposible por mantenerse en el poder ya que de lo contrario el desprecio y la animadversión lapidaran sus afectos y motivaciones más íntimas. Por ello nada mejor para todo funcionario público con atribuciones de autoridad sobre otras personas que leer y aplicar el gran consejo de Khalil Gibran Jalil.”La única manera de mantener el Poder es manteniendo la humildad «.Estas simples verdades se han convertido en lápidas para quienes hoy ostentan el Poder.
Se puede ser Presidente de la República, Gobernador, Alcalde, Prefecto, Oficinista y todo se puede cumplir con gallardía y eficiencia, las jerarquías antes que honores distribuyen responsabilidades y esto es algo que se ha olvidado completamente en Venezuela desde hace muchos años y con mayor intensidad en el tiempo reciente. A nombre del pueblo se han establecido linajes administrativos que nos acercan peligrosamente a una hegemonía burocrática despedazando así el más preciado principio constitucional y republicano como es el de la igualdad. A nombre de la Democracia se ha satanizado la disidencia y el personalismo se ha convertido en moneda de curso legal al momento de categorizar posiciones políticas. Todo esto avanza de manera zigzagueante pero determinada, afortunadamente la angustia de todo un pueblo está levantando barricadas morales al final de la calle, allí esperaremos a la soberbia y el personalismo para dar la gran batalla por la libertad y la dignidad nacional.
Estamos en tiempos de ambiente electoral. Las encuestas reflejan el sentimiento que existe por las carencias y la angustia que se origina por la necesidad de sobrevivir dentro del marco de penurias actuales. Existe una mayoría de venezolanos que están apostando por un cambio. La mesa está servida. Lo peligroso es que nunca faltan quienes contando los pollos antes de nacer convocan a aventuras de última hora para ponerle trabas al camino. Unidad, Unidad, Unidad debe ser nuestra consigna.
Con esta consigna de optimismo deseamos feliz navidad a nuestros lectores y nos despedimos hasta el 16 de Enero. Dios con nosotros.
Jorge Euclides Ramírez
