Al niño divino…
“Cuando yo tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarle.
Pero cuando cumplí los veintiuno, me parecía increíble lo mucho que mi padre
…había aprendido en siete años.”
Twain
“Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres
…y todo el mundo escribe libros.”
Cicerón
“Cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño,
… por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre.”
Gabo
“Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres,
…devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros.”
Sócrates
“Economizad las lágrimas de vuestros hijos a fin
…de que puedan regar con ellas vuestra tumba.”
Pitágoras
- La Hijos Divinos
A veces, quisiera pensar que no ha pasado nada. Me convenzo de hacer pacto con la trampa. Consentirme falsear el tempo como para ganarme otro coto de paz. Con el pasar del instante, el martirio del disipe y el desconcierto que exige vivir, fastidia el cuerpo, corroe la filosofía, y angustia el alma del que aún resta pues sumar se olvidó. Para entonces despierto. El cojín ha colectado su cobro del ensueño, filtrado pedazos de historia en un caleidoscopio para extraños soñolientos.
Me veo ocupado en las memorias pero les dejo al arbitrio. Se cuadran a su capricho. Se integran. Desbordan, días y noches. No puedo correrles o recorrerles. Decido cederles al estándar conocido aunque ninguno resulta matriculado en el ahora. Repaso la faz de mamá cuando atendía su trío. La tropa de la Sgto. Saunders, esa trilogía no tan divina; Al calor del cómputo, tridente de Tritón, triángulo de Pitágoras y para gozos foráneos: triángulo de las Bermudas. Los mosqueteros grecolatinos estamos formados por el rudo Nell–D’Artagnan, el erudito Charlie–Athos, y el cronista Marcantonio (rebotando entre)-Aramis y Portos.
No sé cómo, voy y vengo de pasajes familiares donde los tres somos como lejanía de llanura. Lo que me hace recordar la frase universal del joven “ya voy” que por lo general no se cumple cabal. Mamá la llamaba el “ya voy llanero”. A mamá siempre preocupó el “ya voy llanero” aquél que variaba impunemente desde un minuto a un día o a un mes e incluso, un año. Era un tema extravagante. Pocas veces rizaba el entrecejo pero con la frase siempre fruncía el ceño. El atraso era un pecado sacrílego cuando no mortal. Falta de consideración por no decir falta de respeto, decía mamá. Si querías verla de mal humor responde “ya voy”.
Mientras ya voy con el resto del relato pienso en cómo uno se convierte en alguien que no esperabas, lo que trae cola y deja demasiado para inquietar. En la época nuestra (hoy panteón de rapero, changa y Perreo) el pelo largo (a veces crespo) la camisa de bacterias (a veces pepas) y el pantalón campana (a veces tubito) para un Baby Boomer, era de carácter gremial amén de la nota hippie y el Peace and Love cursi, no digamos de la fiesta con luces de neón y fluorescentes… ¡Qué riñones! No obstante, nos sentíamos amos de los elementos terrenales, y embajadores de los asuntos celestiales.
Para el contexto cíclico los mosqueteros Baby Boomer vivíamos en tiempos de John Wincott Lennon a mucha honra, Beatles de principio y muy, muy dado a lo Rolling Stones, vale decir, una piedra rodante cualquiera. Nosotros le debemos todo del total, léase bien, a Mamá Carmen y Papá Peppino. Todo lo que somos, ni una coma menos, fueron sus sueños de familia consumados…Hoy ambos finados con las tareas cumplidas y las notas eximidas.
Nosotros tomamos el testigo y somos los padres. Y como todos los padres, hacemos lo que aprendemos de los nuestros y nos equivocamos tanto como cualquier de ellos. En el caso nuestro fuimos privilegiados por antecesores de lujo. Muchas veces el lujo no brilla y viene de la oscuridad más obstruida. Por eso Carmen y Peppino, juntos pero no revueltos, marcaron la diferencia. Venían de situaciones inenarrables que no contaré pues lo tóxico no cabe en el recuerdo de quien amas aunque sí sus enseñanzas. Nosotros no fuimos excepción de la regla más bien la confirmamos. Nuestras tinieblas fueron algo más generacional que aprendida en el hogar, más por arrojo que por falta de modales. Los buenos modales eran la especialidad de casa y de la jefa de tropa. Wilde lo dijo explícito “Modales antes que Moral” y Einstein puso guinda a la torta…“La Moral es Antinatural”.
Con la moral por el suelo y los modales en alto seguimos parados en pie de acción, no se diga en pie de guerra porque si vas con los guantes puestos (y la inopia los coloca), no vienes por pan dulce ni agüita de Babandí. Más que Zorba el Griego, Sorbo el Grueso. Lo que nos dejó a manos de la historia y su diccionario. Mamá contó que la abuela Dilia había leído en el Diccionario Histórico de la Lengua Española (1960-1996) sobre Babandí. Dilia se reía de la ignorancia propia y ajena. Sonreía diciendo ¡a una no le da cuartel el asombro!, gracias a dios que Dilia no conoció la revolución. No habría asombro mayor ni fin tan cruel.
- Teoría de la Maquinación
Después del psiquiatra y el brete con lente oscuro, toda locura quedó fuera de lugar, menos la maquinación. Mis hermanos me advertían con merodeo, pienso que pensaban que esa vaina les pasa a los carajitos. Pero mamá sabía que lo mío no era juego. Algo tenía en la bola. Una de cristal, que aunque no adivinaba, aproximaba bien al mingo de la inspiración y a los múltiples boches que atrae a todos los que transportamos las bolas criollas.
A los catorce años leer Hesse, Krishnamurti, Hermes Trimegisto, Nietzsche, y otros no parecía juicioso. Menos edificante. Para padres conservadores, era el horror tocando a la puerta del hogar. En Venezuela la palabra hogar no obtuvo fuerza contundente. Y si algo impropio tocaba a la puerta de la morada, la catástrofe estaba al doblar la esquina y la torta quedaba pasada de horno y a nadie gusta pastel calcinado. Menos a doña Carmen, enemigo número uno del hollín y las familias del polvo y adversario tenaz del retraso y el desorden.
A mis hermanos, entonces jóvenes universitarios, la música y los empates fueron la marca de postín sin atraso. A mí me salía mejor la zona de la calle ciega y la frutería ciruela donde Papá bebía el néctar del día que el portu acostumbraba a servirle con el cucharón de metal Pantagruélico. No faltaban los cachitos de hojaldre de la panadería Menita y la Sgto., ordenando el pelotón familiar. También recuerdo en esos tiempos setenteros, las maquetas de Charlie y Nell para sus tesis de grado en arquitectura. Influenciados por el patriarca del diseño arquitectónico, tío Américo, punta de lanza de la cuarteta de expertos de la familia si sumamos a Paulo, su hijo menor. Recientemente el personaje célebre cumplió 94 años y a diferencia de mamá que dejo la cuenta en 94, Zío aún pasea la calzada y diseña un mundo de sabidurías.
Para triste recordación la IV república se hundía de a poco. Mientras la maquinación de la política, la sexualidad y la drogadicción sumaban partidarios como la hiedra a la pared. Una sociedad corrompida terminaron dando forma a la revolución. No obstante, la familia seguía procediendo por la calzada verde gracias al rictus organizativo de la líder del hogar. Carmen y Peppino, visionarios de la heredad y la actividad armoniosa de la vida familiar. Gracias por tanto y por todo. Y siempre en nuestros corazones… Los tres mosqueteros.
- Las Nostalgias de los Hijos del Paraíso
Mamá escuchaba en la radio una canción famosa cocinando un soufflé de atún para los cachorros y su esposo…Ché vuole questa música stasera… Ché mi ricorda un poco del pasado… Ché mi ricorda un poco de tu amore… Ché mi ricorda un poco di te... la canción de Peppino Gagliardi, por casualidad, tocayo de papá. Tal vez por eso, gustaba mucho más. Y a pesar de tener un carácter explosivo tenía un corazón de oropel, a prueba de bala. Papá amaba con todo al ser maravilloso de su mujer, y mamá era todo su mundo. Carmen atendía su medio ambiente familiar como su medio íntimo. Pero nada como atendernos. Era su gran pasión. Papá la respaldaba en todo y nunca falló. Un detalle para el recuerdo de papá. Cada cierto tiempo los 9 de diciembre día del cumple de mamá, papá cambiaba el auto. Recuerdo que ponía un lazó de regalo rojo enorme y lo estacionaba en el puesto 7-B. Esa vez compró un Mustang Fast Back amarillo al que bauticé “Yellow Submarine”… todavía recuerdo la cara de mami cuando la honraban con regalos de su talla. Mamá si algo odiaba era lo barato, el poliéster, la pobreza, los niches y la asquerosidad de la inopia. Y su fobia eterna: las ratas.
Mamá hubiese sido un inspector de sanidad para tiritar de terror. Las domesticas no pasaban las normas mínimas escritas a lápiz impecablemente y colocadas con imán en la puerta de la nevera como para que no hubiera escapatoria. La mayoría de las candidatas no iban pal baile. Y según mi primo Magoo era causal de suicido en la masa laboral. Hay tanto que contar verdad vieja? Pero “piano piano…si va lontano”… non e vero mamma? Siempre tuyo… Maqui.
- Notas del Autor:
Estamos de duelo porque perdió la Canarinha y mamá se sacó tarjeta roja. A veces quisiera pensar que nada ha pasado pero pasó de todo en diciembre y los hijos del cielo van y vienen para expandir sus alas más allá de los confines del sueño y los recuerdos divinos… Felices Pascuas a toda la gente de buena voluntad y bendice niño divino, a nuestra amada y peque Venecia…!y por dios! deja a mamá arreglar la cena de navidad y no le digas “ya voy”, no vaya a ser que te echen del cielo… Mistifu.
MAFC