Los jugadores de la selección argentina abandonaron el autobús que los trasladaba el martes junto con la Copa del Mundo y abordaron varios helicópteros ante su dificultad para llegar a Buenos Aires en medio de una marea de fanáticos que se volcaron a la vía pública.
La caravana terrestre se convirtió así en aérea, en medio de una caótica organización del regreso al país de los jugadores desde Qatar.
“Los Campeones del Mundo están sobrevolando todo el recorrido en helicópteros porque se hizo imposible seguir por tierra ante la explosión de alegría popular. Sigamos celebrando en paz y mostrándoles nuestro amor y admiración!”, manifestó en Twitter la portavoz del Gobierno, Gabriela Cerruti.
Los planes iniciales de llegar a la zona del monumento del Obelisco, en el centro de Buenos Aires, se truncaron, reprochó a su vez en Twitter el titular de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Claudio “Chiqui” Tapia, quien se trasladaba junto al plantel triunfador en el Mundial de Qatar.
“No nos dejan llegar a saludar a toda la gente que estaba en el Obelisco, los mismos organismos de Seguridad que nos escoltaban, no nos permiten avanzar. Mil disculpas en nombre de todos los jugadores Campeones. Una pena”, dijo Tapia.
Tras salir al mediodía del predio de la AFA, en las afueras de Buenos Aires, el vehículo recorrió varias decenas de kilómetros por una autopista mientras decenas de miles de personas que portaban grandes banderas de Argentina vitoreaban a sus héroes deportivos desde los márgenes de la ruta y edificios cercanos.
Más de cuatro horas después, los jugadores fueron trasladados a un predio de la capital donde abordaron varios helicópteros. Sobrevolaron una parte de la ciudad y se desconoce a dónde se dirigen.
Anteriormente, durante su traslado por tierra, el capitán Lionel Messi y el resto del plantel saludaron a la gente mientras portaban la copa que simboliza el tercer título mundial de Argentina y su primero desde 1986. El autobús descapotable era escoltado por varios vehículos de la policía y agentes motorizados.
Bajo un sol ardiente, los sonrientes jugadores llevaban colgada del cuello las medallas de campeones y, admirados por el fervor que despertaban, hacían fotos con sus móviles de la multitud que invadía la calzada de la autopista para tener acercarse lo más posible al vehículo.
Una marea compacta de gente invadió la autopista por la que circulaba el autobús, mientras la policía intentaba evitar que se produjeran desmanes.
En lo que se cree la movilización más masiva de la historia reciente, al menos cuatro millones de personas -según medios de prensa que citan fuentes policiales- se han volcado a las calles, avenidas y a la ruta de acceso a la capital por la que circula el micro, ralentizando su trayecto.
Messi y sus compañeros llegaron en la madrugada del martes al aeropuerto de Ezeiza —en las afueras de Buenos Aires–, cuyas inmediaciones estaban repletas de personas, y durmieron unas horas en la sede de la AFA antes de abordar el autobús. Mientras el avión se acercaba a Argentina, casi 200.000 personas siguieron su ruta por internet.
En horas tempranas del día, Messi subió una foto en las redes sociales en la que se lo ve abrazado a la Copa del Mundo mientras dormía.
Muchos fanáticos pasaron la noche en las inmediaciones del Obelisco en Buenos Aires, el monumento que suele ser epicentro de las celebraciones del triunfo del equipo argentino, con la esperanza de ver pasar desde allí a los jugadores, que en último momento cambiaron la ruta originalmente trazada.
Otros caminaron decenas de cuadras o se trasladaron en el metro, ataviados con la camiseta de la selección nacional, grandes banderas y cantando la canción “Muchachos”, que se ha convertido en el himno de los fanáticos.
Los fanáticos portaban banderas en las que se dibujaba el rostro de Messi y el del otro gran astro argentino Diego Maradona, quien alzó la copa en 1986 y murió hace dos años.
“Esto es para el Diego que lo mira desde el cielo”, cantaban los aficionados en referencia a quien fuera capitán de la selección para ganar el tercer título de campeones.
Yael Torchinsky, de 39 años y vestida con una camiseta de la selección, figuró entre los muchos seguidores que viajaron en el metro para encontrarse con algunos familiares en las inmediaciones del Obelisco.
“Es una fiesta. La última vez que Argentina salió campeón yo tenía 3 años; no recuerdo nada y lo quiero vivir intensamente porque necesitamos esta alegría en el pueblo argentino”, dijo a The Associated Press la mujer, mientras a su alrededor los pasajeros gritaban y saltaban.
Brian Andreassi, de 23 años y quien llegó a la capital en auto, dijo que es “indescriptible” la marea de gente que vio en su recorrido hasta llegar al centro.
“No hay palabras para decirlo; supongo que va a ser imposible verlos, porque hay un mundo de gente ocupando sus lugares desde tempranísimo”, sostuvo el joven, quien dijo haber vivido el Mundial y las celebraciones con una intensidad inédita.
El gobierno capitalino pidió a la población mucha prudencia porque durante las celebraciones del domingo, luego de que Argentina se alzó con la Copa, varias personas sufrieron heridas tras caerse de los techos de las paradas de los autobuses y de los semáforos a donde se habían subido.
Muchos aficionados que llenaron las calles se enteraron de que el recorrido del autobús había sido modificado gracias a vecinos que colgaron carteles en sus viviendas en los que advirtieron de ello.
Pese al cambio de planes, el Obelisco de Buenos Aires se llenó de personas decididas a festejar de igual modo.
El Mundial y el éxito del combinado ha traído alegrías muy necesitadas y ha liberado tensiones en un país que lleva años marcado por los problemas económicos, con una de las tasas de inflación más altas del mundo y donde casi cuatro de cada 10 personas viven en la pobreza.
“Estamos muy golpeados por muchos factores, ojalá que este sea el principio de un nuevo camino”, confió la aficionada Torchinsky.
Victoria Roldán, quien iba a acompañada de su hermana Mariana, dijo que ambas pensaban dirigirse allá donde estuviese Messi con la Copa porque morían «de ganas” de verlo “con esa sonrisa”.
La joven afirmó que el capitán de la selección había contribuido a unir a los argentinos. “Hay otra energía en el aire y en la cara de la gente, esperemos que dure”.
El presidente Alberto Fernández dispuso que el martes sea feriado nacional para que el país pueda celebrar la victoria.
No hay planes oficiales de que Fernández, ni ningún otro líder político, participe en los festejos.