Ha llegado la Navidad a Venezuela, pero al igual que en los últimos años, no hay ambiente en las calles ni en los hogares para celebrar. El país se encuentra sumido en la desgracia y miseria. Los trabajadores han visto como su dinero se hizo agua con la rampante inflación y la devaluación constante del bolívar. Los aguinaldos quedaron devaluados a la nada. La tristeza desplazó cualquier celebración y se apoderó del país, dejando a familias sin comida, sin servicios básicos y sin nuestros derechos.
Solo hay que dar un vistazo a los datos de la ENCOVI 2022 para ver la magnitud de la injusticia que vivimos. Más del 81% de los hogares venezolanos se encuentran en pobreza, mientras que nuestro país se transformó en el más desigual del mundo y continuamos siendo el de mayor inflación. Venezuela pasó de ser un país donde la escasez nos obligaba a hacer colas kilométricas por alimentos básicos como harina de maíz, a ser un país demasiado costoso, donde la mayor parte de la población apenas puede cubrir las necesidades más básicas. Somos más pobres y vivimos en peores condiciones que nunca.
La vida se hace cada día más dura en Venezuela, el salario no para de caer, el bolívar se devalúa cada día y los precios de todos los productos y servicios aumentan. Todos sus intentos de solución continúan sin dar respuesta a los problemas, sin ser soluciones estables que detengan la inflación. Las malas políticas del régimen han llevado al país a este estado económico agonizante, sometidos a un modelo que solo genera pobreza y desigualdad. Insistir en tomar decisiones de manera unilateral y no sentarse con el resto de la sociedad para construir un verdadero plan que atienda la realidad del país y las necesidades de los venezolanos es una condena.
Además, la solución no solo pasa por conseguir un equilibrio de la economía, sino por poder rescatar la calidad de vida de los venezolanos. Parte de esa solución debe enfocarse en construir un ambiente político social donde todos los sectores de la sociedad podamos discutir las posibles soluciones a la crisis económica que vivimos y a la emergencia humanitaria compleja que padecemos. Necesitamos reconocer al contrario y entablar un intercambio de ideas real y coherente con nuestra realidad.
Que se termine la crisis del país lo antes posible es un clamor de todos los que aquí vivimos, es un bien necesario que millones de venezolanos anhelamos. Solo trabajando en unidad podremos reconstruir a Venezuela y transformarla en un país con calidad de vida para todos, donde las navidades sean sinónimos de alegría, familia, fiesta y tradición.
Stalin González