El recuerdo de una vida decente signada por una ocupación decorosa y útil quedó en el pasado. La satisfacción de cubrir las exigencias familiares habituales, sumadas a la adquisición de una vivienda digna y de un vehículo automotor indispensable en un país en el cual el transporte público es un caos, son tristes reminiscencias remotas de una existencia pudorosa. Inclusive, adquirir alimentos para completar las tres comidas diarias y la compra de calzado y ropa sin pretensiones de lujo sino como necesidad básica, también pertenece a un pretérito distante.
Se puede decir que lo anterior es un mal que oprime a una gran mayoría de los venezolanos, pero en donde ello resalta con la evidencia del desalmado desempeño del régimen que asola al país, es en el campo de la docencia. Es allí en donde descuella la peligrosa ignorancia de la dictadura acerca de esta importante labor. Para tener una idea de la situación salarial de los profesores en el país, destacaremos datos que se publicaron a raíz de haberse celebrado el Día del Profesor Universitario a principios de este mes.
Se señala el salario máximo mensual de los docentes universitarios en nuestra región y así vemos que en Ecuador es de 3.000 dólares, pero en Brasil se eleva a 4.082, lo cual es superado por Chile con 7.127, llegando en Colombia a 12.927. Viendo en la tabla los rangos de salario mensual más bajos, nos encontramos con 1.100 dólares en Nicaragua, para bajar sólo a 59 en Cuba y en último lugar se encuentra Venezuela con el insólito salario de ¡45 dólares mensuales! Hasta la empobrecida Haití nos supera con un sueldo de 1.408 dólares. De lo anterior se deduce que los profesores universitarios de nuestro vecino país Colombia, ganan 288 veces más que los venezolanos y aun Haití nos sobrepasa al ganar sus profesores 24 veces más que los nuestros.
Pero ese cuadro es de los salarios máximos, lo que supone que la remuneración de la mayoría de los profesores universitarios en Venezuela cae aún más bajo: 27 dólares mensuales, menos de un dólar diario. Lo anterior, extraído de un análisis realizado con base al estudio del Observatorio de Universidades coordinado por el sociólogo Carlos Alberto Meléndez, sitúa a quienes ganan tales salarios dentro del rango de la pobreza crítica, de la miseria, según la referencia internacional de la Organización de las Naciones Unidas. Si los datos anteriores se refieren a los profesores universitarios debe deducirse que los salarios de los profesores de primaria y de secundaria son todavía más bajos ¿Cómo es posible que un sistema político que gobierne a un país, con toda intención sitúe a sus educadores en tal situación? ¿Qué ha llevado al infame gobierno actual a hundir en tal desventura a nuestros docentes?
Si nos paseamos por las posibilidades económicas de los países reseñados se saca la conclusión de que ello no es la razón por la cual Venezuela remunere en una proporción más baja a sus educadores, pues países más pobres nos superan en una proporción muy significativa, como por ejemplo como aludimos antes Haití nos supera 24 veces: 1.408 dólares contra 45. No es ahí en donde vamos a conseguir la razón del infortunio de nuestros docentes.
Los tres países que con la excusa del socialismo se han sumido en una tiranía hambreadora del pueblo son los que están debajo en la tabla aludida: Nicaragua, Cuba y Venezuela. Pero países que han pasado por gobiernos llamados de izquierda o socialistas como Brasil, Ecuador o Chile, no han mermado dichos salarios, al contrario, los han incrementado. Sin embargo, esos países que transitaron esos caminos socialistas tuvieron buen cuidado de separarse de la opresora fórmula marxista de la búsqueda de la igualdad mediante aquel aforismo que se creyó mágico: “De cada cual, según sus capacidades, a cada quien según sus necesidades”, condenando por ser propio de la “ideología capitalista”, el principio de que “a cada cual según su aporte”. El ciudadano debía aportar todo su esfuerzo intelectual y físico a una masa de bienes común que debía repartirse según las necesidades que presenta cada uno de los ciudadanos. Eso que luce en su simplicidad con el esplendor de lo justo, de lo equitativo, embrujó cual maldición encubierta la mentalidad de ilusos vengadores sociales trocados luego en tiranos prevaricadores, para referirnos a las ignorantes cabezas de esta impresentable “revolución”, sin contar a intelectuales ingenuos a veces y corruptos otras, que apoyaron esta desgraciada aventura.
Pero inclusive Nicaragua, ahora dictadura abierta y reconocida mundialmente, no transitó en forma dogmática el aforismo antes aludido, al fomentar el libre comercio con sòlo ciertas limitaciones como lo hizo la Bolivia de Morales, el Ecuador de Correa o el Brasil de Lula, por lo que se quedaron Cuba y Venezuela solitarias, ancladas en la mística marxista buscando una igualdad en la prosperidad, lo cual es imposible alcanzar en una economía estrictamente controlada. Es por ello que Cuba y Venezuela comparten el vergonzoso último puesto en los salarios mínimos de los docentes universitarios con sueldos de 31 y 27 dólares mensuales respectivamente. La maniática admiración del comandante militar y del chofer de autobús por el régimen cubano y su empeño en imitar sus desastrosas políticas económicas nos ha llevado por el despeñadero en el cual seguimos cayendo.
Pero hay algo más en lo cual debemos reparar: el resentimiento social que campea en la dirigencia que conduce al país. La perturbada insistencia en destruir aquello que no se tiene, en vez de procurar su consecución es lo que caracteriza al individuo resentido. Por desgracia la academia ha sido uno de los objetivos que obsesivamente se ataca al saberse estos prosélitos del régimen que están fuera de ella. Por esta misma razón observamos la triste situación en la cual están las Universidades públicas del país, que al negarse el gobierno a cubrir sus presupuestos se percibe su deteriorada planta física, la ausencia de laboratorios aptos, el abandono de planes de investigación. Esa es su trágica realidad que se suma al pobre salario de sus profesores desasistidos de la seguridad social que en el pasado era objeto de envidia.
Es así cómo la ideología marxista unida al resentimiento social destruye la academia y por esa vía tratan con el más pavoroso desdén al maestro y al profesor, ignorando que son las bases fundamentales para el desarrollo del país y para la consecución del bienestar colectivo.
Por el receso decembrino nos despedimos con esta entrega hasta el próximo enero. Felices fiestas…en lo que se pueda.
Jorge Rosell y Jorge Euclides Ramírez