Se dice que el que copia no aporta nada y por favor que no se tome esto como que soy un copión, jamás ha pasado por mi mente; este escrito me lo envió otro positivista que siempre coincidimos: con el permiso del autor me permito compartirlo con mis lectores y a la vez sirva como un mensaje a García y un recordatorio y advertencia a las ingratitudes que abundan, que este también sea un llamado a tantos corazones duros que han terminado en desamor e indiferencia y hasta desprecio por aquellos que han dado todo por sus hijos y nietos; aunque leí, un pronunciamiento de Taro Aso, Ministro de Japón y otros individuos que deben pensar de igual forma, donde dicen que las personas de tercera edad ya no deberían de existir y deberían desaparecer para salvar la economía, porque su mantenimiento tiene un costo muy alto; personajes despreciables o falta de humanidad, estos inhumanos dan la impresión que tienen los sentimientos en el trasero y el corazón en los talones; si estas personas que hicieron ese pronunciamiento son líderes reconocidos en el mundo, supuestamente con muy buena formación ¿qué podemos esperar de los que no gozan de esto? ¿Será que se va a cumplir lo que dijo Oscar Wilde? “ Que los viejos hay que matarlos chiquitos”.
El abuelo
Papá, quiero que me digas, ¿Por qué está triste el abuelo?
¿Por qué saca su pañuelo para secarse las lágrimas cuando cree que no lo vemos?
¿Por qué ya no está feliz y solo cuando le beso a la vuelta del colegio, yo le veo sonreír?
Dime tú, ¿por qué papá? ¿A dónde lo piensas llevar?
Yo te escuché la otra noche, cuando hablabas con mamá, decir que el abuelo ya le falla la memoria y que estás buscando un lugar donde lo puedan cuidar y le brinden mejor atención.
El niño miró a su padre buscando una explicación.
Y el padre se conmovió, al ver en los ojos del pequeño, un infinito dolor y una gran preocupación.
Y el chico seguía insistiendo:
“Papá… ¿por qué? Dímelo..”
Hijo, el abuelo está mayor, ya está viejito y necesita mayores cuidados y una especial atención, ahora no se lo podemos dar.
Lo llevaremos a un sitio donde estará bien cuidado.
En un albergue para ancianos estará mucho mejor.
¡Yo no lo dudo papá!.
En ese lugar yo sé que lo cuidarán.
Pero estará rodeado de extraños, sin el calor familiar, porque….. ¡¡¡Un centro de reclusión no es un hogar!!!
Tú decías la otra noche cuando hablabas con mamá, que el abuelo ya está tatareto y torpe, que ya tropieza con todo y que a duras penas puede andar, ya le cuesta caminar. Y en estas condiciones en casa no puede estar.
“¿Papá te has olvidado y no recuerdas, ¿Quién te enseñó a caminar? ¿Quién te levantó del suelo, mil veces, cuando te caías?
¡Era el abuelo, papá, reconócelo!
Yo también te oí decir cuando hablabas con mamá, que ya estabas muy cansado de ver como él ya en ocasiones derrama la comida, porque le tiemblan las manos…
“Es lo mismo que tú hacías cuando eras un bebé. Y fueron él y mi abuela quienes te daban de comer”.
Ellos te cuidaron, abnegadamente y sin condición, desde que tú eras un bebé, también después de ser un niño travieso y no te podías valer por ti mismo.
Ahora las circunstancias han cambiado. Y hoy, es a ti, quién él te necesita, papá reflexiona, no lo desprecies, no lo abandones ahora cuando más falta le haces.
Papá no te lleves al abuelo del entorno familiar.
Deja que acabe sus días aquí en su casa o en la nuestra, pero ayúdalo.
Ya le queda poca vida y se merece vivirla con alegría y donde tú mismo creciste, en el calor de un hogar, con una familia que le da afecto, atención y cariño. Él no se merece ese trato cruel. Él se esforzó juntó con tu madre para darte lo que hoy eres, al menos agradécelo y reconócelo. El nada te exige, pero demuéstrale el aprecio y valora su existencia.
Pues la vida es una noria que no para de girar para mover el agua…
Hoy, él está abajo y tú arriba, pero recuerda, que posiblemente mañana tú serás el abuelo.
Y tú me vas a enseñar con lo que hagas con él, lo que yo el día de mañana contigo tenga que hacer.
El padre miró a su hijo con lágrimas de dolor, y estas palabras le dijo:
“Tan pequeño como eres hoy me has dado una lección. Y esa lección es tan grande que he cambiado de parecer. El abuelo ya se queda con nosotros, esa es mi decisión”.
Buscaremos mil ayudas de personal competente, colaboremos todos.
Y haremos feliz al abuelo hasta que Dios se lo lleve, cuando lo llame la muerte.
Porque todo lo que soy, lo soy gracias a mi padre, tu abuelo. Y lo que yo haga por él, se lo compensaré, antes él lo hizo por mí. “Por eso yo se lo debo” y no es que me lo haya cobrado ni me lo haya insinuado.
.- A todos los que son hijos, hoy les quiero recordar, mañana serán padres y llegará el momento en que un día serán abuelos.
“No lo olviden jamás…” Comiencen por darle lo mejor a su padre y la mejor calidad de vida, no esperen que se vaya con ese malestar, que en su mundo de viejo, se traduce como inmenso dolor y tristeza en el alma.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país.
José Gerardo Mendoza Duran