El tema de la unidad se ha puesto de moda una vez más. Especialmente en el mundo opositor a un régimen que tiene el rechazo abierto e irreversible de cerca del 90% de los venezolanos. Lo lamentable, penoso y hasta dramático, es que quienes tienen la responsabilidad de interpretar y dirigir ese sentimiento opositor no logran sumar el respaldo activo que se necesita para el cambio.
Vamos a repetir temas dichos muchas veces, pero sin las consecuencias que aspiramos. La unidad no se logrará en base a un programa de gobierno. Tampoco con una política de convivencia o de acuerdos circunstanciales con el régimen para sobrevivir. En la Venezuela de hoy hay suficientes ideas, planes y proyectos concretos para enfrentar y superar los males que la afectan. Están a la orden de quienes quieran estudiarlos. También existen las personas que pueden dirigir su aplicación en cada una de las áreas. Dentro y fuera del país, sin referirme específicamente a los siete millones de compatriotas que han emigrado. Pero están “a la buena de Dios”, esperando el momento en que puedan ser útiles en lo concreto.
La simple retórica no basta. Ha sido dicho que los deseos no empreñan. Es verdad. Hay que trabajar en la dirección correcta para no continuar perdiendo tiempo y oportunidades como, en buena parte, ha sucedido hasta ahora.
Hay que poner de lado, por legítimas que sean, las aspiraciones personalistas, partidistas o de grupo. El desarrollo de las mismas tendrá su tiempo. Éste no es el momento. De mantener ese esquema la unidad será imposible lograr para alcanzar el cambio necesario. Los enfrentamientos abiertos o encubiertos continuarán con el estímulo del régimen y algunos de sus calificados cómplices, personas y partidos que se han dejado quebrar por el halago o concretos beneficios monetarios.
Venezuela está en la cola del continente americano y en alguna de las últimas posiciones mundiales en temas fundamentales para la vida del ciudadano común. Eso está acreditado por las organizaciones especializadas en cada una de las materias básicas indispensables para alcanzar el bien común. En lo social, en lo económico y hasta en lo político. No exagero. Invito a la revisión objetiva de los indicadores mundiales y regionales.
Después de veintitrés años de destrucción progresiva del país y sin rectificaciones serias, ni propósito de enmienda de los protagonistas del régimen, el llamado es a la dirigencia real y auténtica, partidista o no, a buscar la unidad para el cambio. La Conferencia Episcopal Venezolana y lo que de ella se deriva, han planteado la necesidad de refundar la República desde hace tiempo. También verdaderos líderes de todas las actividades que realmente importan. Pero falta el factor unidad para hacer realidad los deseos. Tres años más de esto, significan agravar la tragedia.
Oswaldo Álvarez Paz
@osalpaz
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