#OPINIÓN El coronel corrompió el sistema #30Nov

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La corrupción lleva infinitos disfraces.

Frank Herbert. 

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Piensa mal y acertarás. El coronel psicópata ha corrompido el sistema; al punto de vender ilícitamente con la complicidad de sus monos voladores los documentos que la institución debiera expedir solo y exclusivamente para quienes llenen y cumplan los requisitos legales, que son muchos y especialísimos y que deben satisfacerse indefectiblemente para obtener esas credenciales. Pero el militar narcisista, es un experimentado delincuente que ha sabido y sabe cómo saltarse las verjas de la legalidad. Simplemente no respeta lo que la ley exige y fraudulentamente hace figurar como cumplidos esos impretermitibles requisitos y vende esos documentos en altísimas sumas de dólares en su mercado negro a un vasto grupo oferente que los busca con desesperación. En ello, todo tipo de criminalidad, la corrupción en su más cruda expresión, el soborno y las extorsiones están a la orden del día; además de la maldad y el sadismo y un submundo donde se llevan cabo y ejecutan insanias perturbadoras.  Piensa mal y acertarás es el pensamiento maquiavélico o el rasero con el cual se debe medir al coronel psicópata, que es la vara con la cual él mide a sus presas y víctimas. Nada bueno, ni correcto, ni ético, ni lícito, ni moral, ha de pensarse ni esperarse, de este militar nunca más ascendido.               

En manos del coronel psicópata, de la filosofía que inspiró la creación de la institución, solo quedarán los escombros. Un militar nunca más ascendido que saboteó su propia promoción, pero que promueve para beneficio propio el comportamiento criminal entre sus monos voladores; que son sus cómplices, coautores, encubridores, correveidiles, los tenientes que le cuidan las espaldas y le cantan la zona, el tren de jalabolas, la tropa de los necios, sus lacayos o esclavos, sus sirvientes, sus serviles, personas sin autoestima ni amor propio que le hacen el juego y amparan al coronel psicópata; que se sienten henchidos porque les mete el dedo en el ombligo y los zarandea y tiene según ellos la bondad de usarlos como carne de cañón. Que además son gentes sin escrúpulos que les gusta y disfrutan emular al psicópata en actos de maldad, corrupción, sadismo y espionaje, porque se ofrecen inclusive para marcar a sus compañeros como en el fútbol, para hacerles una gambeta por orden del narcisista al momento que éste les indique. Son los que se prestan para traicionar a sus compañeros de trabajo y sacrificarlos como una ofrenda al psicópata. Son los monos voladores la red de malhechores con cuya complicidad el coronel psicópata corrompe el sistema.

La mafia del coronel psicópata. Este militar nunca más ascendido, de comportamiento violento, abusivo y agresivo hacia quienes no se alinean a sus actos de corrupción; que siendo un delincuente comprobado impone que los clientes externos e internos de la institución deben alcahuetear sus actos contra la moral, la ética, las leyes, las buenas costumbres y los usos sociales. Que se ha hecho rodear por monos voladores que no recibieron en su hogares ni formación en principios ni formación en valores, el equipo ideal para un delincuente experimentado conocido como Marión el doctor fraude, que en la institución está número uno en el ranking de rechazo y desaprobación y le siguen en repugnancia colectiva el resto de su asociación ilícita: la estilista Ananás y sus catarinas, las áspides Sussana y su hermana, la etílica Isabel su barragana y la psico chica, Chucho el apóstata su más que affaire a voces y su enfermera, Lesbia Carlota y su equipo de tribadas, Alejandro y su cocinera, el asistente virtual, y los demás obreros sodomizados entre los que figuran las rosas de Jackson, Joselito el poli chofer y su mujer. En fin, la pandilla que le da oxígeno a la bruja Theodora. Esta banda celestina por la que el coronel psicópata se ha insuflado en su narcisismo y ha parasitado a la institución logrando corromperla. Todo un “equipo bizarro en sentido anglo” con gríngolas para mentir, engañar, extorsionar, robar, hurtar, corromper, dañar y muchos etcéteras perniciosos.  En fin, el equipo del crimen organizado del coronel psicópata. 

Un gráfico ejemplo.  Le dice el coronel psicópata a la usuaria, haciendo gala de su naturaleza engañosa y manipuladora. Te voy a ser sincero, no te voy a caer a mentiras, tu caso está difícil. Pero bueno, no sé qué podemos hacer. Comienza aquí la puesta en marcha del proceso de extorsión a la usuaria o al usuario interesado en obtener de la institución el producto que esta ofrece; sembrando la desesperación en la psiquis de la víctima. No hay nada más apetecible para un ser humano, que aquello que se le hace difícil o se le niega. Porque enfila diversas estrategias para obtenerlo. Entonces este experimentado psicópata, que sabe perfectamente lo que está haciendo; manipula la mente del usuario sobre todo si le nota ingenuidad, aunque igual lo hace contra un usuario malicioso, este coronel no tiene principios, ni límites, ni escrúpulos; todo con el objeto de potenciar el interés y el desasosiego en el usuario, al cual le dice que su caso está difícil, a la vez que le deja entreabierta la puerta para negociar. Con una sonrisita burlona y embaucadora le deja la puerta entornada con la insinuación manifiesta de poder abrirla pero tarifada en dólares o en sexo. El coronel quiere que lo sobornen, pero él decide el precio. Entre extorsiones, coimas y deshonor, el coronel psicópata corrompió el sistema. 

Estas posturas del coronel psicópata no son estériles, ni inocentes, todas sus expresiones incluso la corporal, llevan intenciones de dominación, manipulación y control. Todo está psicopáticamente estudiado, para hacerse de dinero negro, corromper y que lo corrompan. Como una perra en celo, buscando que la monten, esto en razón de su licantropía. Aunque en su erotopatía las agresiones sexuales y la seducción a jóvenes valiéndose de su autoridad y de su rango, corroboran que es un peligroso depredador social / sexual  haciendo abstracción del género de sus víctimas. Mejor dicho se muestra en fase receptiva para que le ofrezcan y él no se hace de rogar por mucho tiempo, porque la idea es que los dólares fluyan hacia su bolsillo. Así aligera y/o ralentiza los casos según convenga a los escenarios en los que se maneja y las peculiaridades que se le presentan. Amarra a la presa con la cabuya y la deja caminar para que se sienta libre y cuando estima que se quiere escapar, la vuelve a recoger para mantenerla bajo su dominio. Tira y encoge, estira y afloja. Incluso hace gala de su conducta intermitente y de su trastorno explosivo intermitente de la personalidad, para aparentar enojo,  o la embaucadora complacencia, sonrisitas o guiños calculados aparentemente cómplices, en lo que denominamos las micro expresiones del psicópata; según la presa vaya cayendo en la trampa. Un comportamiento típico de un depredador y en este caso de un depredador social. Hasta que descuartiza a la presa. En su coyuntura, hasta que el usuario víctima paga la extorsión y además se sienta agradecido por haber sido ayudado por su victimario. Operando el síndrome de Estocolmo. Las víctimas entonces quedan agradecidas con su victimario. Y el círculo vicioso se repite en la institución. Así el coronel psicópata ha corrompido el sistema, manipulando y controlando maliciosamente a todos, para provecho y beneficio de sus intereses criminales.   

El trastorno explosivo intermitente de la personalidad supone episodios repentinos y repetidos de conductas impulsivas, agresivas y violentas, o arrebatos verbales agresivos en los que el coronel Marión reacciona con demasiada exageración para la situación. Y como también sufre del trastorno histriónico de la personalidad actúa para engañar a sus víctimas y a los espectadores  según le convenga a sus circunstancias.  

Entonces el coronel psicópata, incentiva, estimula, propicia e impulsa que se le proponga entregarle favores sexuales o patrimoniales a cambio de resolver el asunto que él mismo ha enrevesado o complicado para perjuicio del usuario y el interesado ante la posible ilusoriedad de sus objetivos; entonces acceda a entregarle al coronel Marión o al Willie Mays o la bruja Theodora; los dólares que exija este militar corrupto, o la entrega del propio cuerpo como una violación “consentida” o un revolcón no deseado por la víctima en las noches en las propias oficinas de la institución donde han dejado a muchas arrestadas para luego ser violadas. A cambio de permitirles seguir con sus aspiraciones de tener un mejor futuro, les trunca la vida, las manosea, con su lascivia inmunda las ensucia y las posee sexualmente aprovechándose de su poder circunstancial y de su jerarquía. Predisponiendo a las víctimas al efecto revancha o deseo de venganza, en la que la cadena seguirá y estas víctimas harán a otros lo que les hicieron a ellas. Psicológicamente la idea  de hacer justicia, de dañar a otro de la misma manera o más de lo que nos ha herido es tanto más fuerte cuanto más intensa es la percepción de la ofensa sufrida y corresponde a un sentimiento de pérdida de integridad. 

En la corporación que regenta el coronel psicópata, nada se mueve a una solución si no hay de por medio, sexo, dinero o drogas, en la que el gran ganador es el sucio militar Marión y los grandes perdedores son la institución y la sociedad. El coronel psicópata corrompió el sistema, nada en la institución obedece a principios sanos, ni a la ética, ni a la moral y mucho menos a las leyes. Harto sabido es que los psicópatas cuando toman las riendas de una institución, la corrompen. En manos de este depredador social, la corporación le sirve de concha en la que el coronel psicópata de bajo perfil agrede y se burla de la sociedad, pues comete todo tipo de crímenes y lo peor del caso que es vox populi y sus jefes nada que le cantan faltan cinco pa’ las doce interpretada por Néstor Zavarce. La institución pide a gritos un outsider que seguramente le salvará la imagen, toda vez que se trata de una empresa de carácter civil. 

El coronel psicópata es un monstruo enmascarado, que se ha hecho de un equipo tan inmoral como él. El rostro taimado lo confirma, con esas facciones de maldad, dureza y villanía, de cara de perro, pero convenientemente carismático cuando acomodaticiamente le sirve para embaucar a los desprevenidos. Es un actor de cuidado

Me escriben los usuarios el caso de Lesbia Carlota, quien somete a las jovencitas que no  quieren acostarse con ella. Como el injusto e ignominioso arresto por varios días de la joven y hermosa usuaria Zara, por no ceder ante la propuesta obscena de Lesbia Carlota. Demonios, lujurias y deseos extraños en la vida de Lesbia Carlota hacen el día a día de las usuarias bonitas, un verdadero calvario. Pero evidentemente hay algo muchísimo más oscuro, que concita la aversión de Lesbia Carlota  hacia los hombres y su enamoramiento obsesivo por jovencitas. En todo caso, es lesbia Carlota y su equipo de tribadas, la recolectora entre los usuarios del dinero negro producto de las extorsiones para el coronel psicópata y este deja a las inocentes jovencitas a merced de Lesbia porque le conviene que le siga haciendo el trabajo sucio. Quid pro quo, o una cosa por la otra, además de que esta gordita tiene sus propios negocios internos y ha montado sus comercios para lavar el dinero producto de las extorsiones propias. 

El caso omiso y permisivo. El sistema está corrompido, pues no obedece a los parámetros científicos  de una  estructura que debiera ser el pivote de ejemplo para el consumo social. De igual modo todos los subsistemas también están alterados en la empresa, porque las cabezas que los comandan asimismo tienen mal funcionamiento. El equipo está corroído y en consecuencia no genera productos de calidad. Es generalizado el funcionamiento defectuoso en razón de las perversiones de selección del material que incorporan en cada proceso en la institución y que sale a la sociedad; toda vez que el coronel psicópata y sus monos voladores reciben dólares y exigen dólares para hacerse de la vista gorda respecto de las fallas y las alteraciones de las piezas que ingresan al proceso sin tamizar la selección, o haciendo la pantomima de que excluyen las piezas averiadas; cuando en realidad a cambio de divisas se obvia que las unidades están descompuestas e igualmente las integran para que formen parte del producto final. El coronel psicópata utiliza en la institución insumos dañados para generar el producto que engañosamente preconiza la empresa como bueno y como útil. Acepta sobornos y coimas para incorporar al sistema elementos, insumos y piezas que no son las óptimas para que la sociedad pueda sentir satisfacción con el fruto que se le pone a disposición. 

No obstante, las piezas óptimas que ingresan al sistema son sometidas a múltiples desgastes y agresiones prohibidas y censurables; que como es obvio, provocarán igualmente fallas y serán elementos de desperfectos en los hábitats  en los que pretenden que han de funcionar una vez que egrese el producto de la institución. La sociedad reiteradamente protesta de estos productos descompuestos desde su origen y es público, notorio y comunicacional que se han convertido en lo que se desea eliminar. Y como el coronel ha corrompido el sistema, obviamente los productos que salen de la institución son de mala calidad, de calidad dudosa, de utilidad perniciosa o en todo caso esos productos son un juego de azar, una lotería. Aunque se sabe para lo que deberían servir, lastimosamente nos sorprenden como un tiro por la culata. 

La institución está corrompida por el coronel psicópata, quien ha sido su mayor parásito como todo narcisista. El idiota moral Marión y su red de corrupción han sodomizado la empresa y la utilizan como su banco tercermundista. Hasta que le quiebren la voluntad a la persona equivocada. Pero sabemos incluso de  usuarios con valimiento militar por lo que el coronel psicópata ha tenido que recular, luego de hacer esos procedimientos exprés para intimidar la psiquis de los usuarios para que le entreguen dólares. Pero hasta ahora, la maquinaria está confeccionada con piezas usadas, defectuosas, con vicios y potencialmente peligrosas y no obstante protervamente el producto sale a la calle como una bomba de tiempo. 

Como el coronel corrompió el sistema, la institución está generando productos que no sirven, productos deficientes; que no tienen las cualidades ni la idoneidad para el servicio que se presume van a prestar. Excepcionalmente habrá productos de calidad, pero habida cuenta de las piezas que integran el conjunto, la mayoría es una estafa a la sociedad, una burla al consumidor. Y los culpables o responsables penalmente por estos productos defectuosos son el coronel  psicópata y sus monos voladores, que a costa de deshonrar sus uniformes se han enriquecido con dolo malo,  vil y groseramente a costa de una necesidad social. 

El caradurísmo no tiene límites, recién en administración la etílica junto a Chucho, hacían revisión mecánica al nuevo automóvil de esta, adquirido con las extorsiones en la Jefatura de la que ahora tiene el control. Además del automóvil japonés blanco que le regaló el psicópata a su adúltera barragana; se suma el nuevo sedán turquesa en deshonra del cargo que detenta, que es un escupitajo a la institución; porque con su salario no podría adquirirlo, ni que ahorrara por veinte años sin usar su sueldo de funcionaria. Pero la ostentación es inaplazable y con un descaro inusitado se burlan de todos y de todo.  Los signos exteriores de riqueza los ponen al descubierto, sus ropas, las casas, los autos, los negocios de mampara, los teléfonos inteligentes, los lujos,  las comidas y los restaurantes. En fin, los múltiples alardes  gritan a todo pulmón, ¡somos producto de la corrupción! 

El coronel psicópata, corrompió el sistema. ¡Cuántas pestilencias sois vosotros criminales!

«El deber de la juventud es pelear contra la corrupción«

Kurt Cobain.

Crisanto Gregorio León

[email protected]

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