El sistema de transporte público nacional ha sido devastado por la corrupción y la mala administración que el modelo del régimen promueve. Los venezolanos en todo el país debemos atravesar toda clase de dificultades para movilizarnos y el metro de Caracas es un ejemplo de ello. Con años de abandono y sin inversión por parte del Estado, su estado es paupérrimo y está lejos de ser una solución para sus usuarios. Quienes hemos usado este medio de transporte somos testigos de su paulatino deterioro del que otrora fuera un transporte ejemplar para la región, y que hoy solo refleja la terrible situación de todo el país.
Para la mayoría de los caraqueños usar el metro resulta una penosa obligación. Nadie quiere necesitarlo, pero con los altos precios del pasaje del transporte terrestre, no queda de otra que recurrir a él. Las estaciones están inundadas de basura y los terribles olores habitan cada rincón. Las fallas son constantes y ocurren a diario, por lo que los retrasos son el pan nuestro de cada día. Los usuarios pueden esperar hasta más de media hora para abordar un vagón que, en la mayoría de los casos, se encuentra inmundo de suciedad y sin aire acondicionado. La gente viaja de un lugar a otro amontonada entre un calor infernal, así que los desmayos en los vagones no son casos aislados.
El régimen se ha dado a la tarea de promover la idea de que todo en el país está bien, aunque la realidad demuestre lo contrario. Pintando las fachadas de las estaciones, intentan disimular el desastre que han causado y prefieren seguir con sus mentiras antes de invertir en lo que realmente importa, como su sistema eléctrico, los aires acondicionados de los trenes, o en la salubridad de toda la infraestructura.
Por si fuera poco, los salarios de los trabajadores del metro son de miseria, y sin importar todo su esfuerzo y dedicación, el dinero apenas les alcanza para sobrevivir. Los trabajadores están igual de atrapados como todos quienes deben usar el metro a diario. A pesar de haber vivido el mayor boom petrolero de la historia, hoy somos más pobres y vivimos peor que nunca.
Venezuela necesita que lleguemos a acuerdos políticos que de verdad garanticen una mejoría en la calidad de vida de los venezolanos. Hace falta un modelo que sí tome en cuenta los problemas de la gente. Basta de corrupción y mala administración. Reconstruir nuestro sistema de transporte público en todo el país debe ser una prioridad que podremos alcanzar si luchamos unidos y con un plan para que Venezuela se transforme en un Estado que responda a las necesidades de todos por igual.
Stalin González