Nos hemos enterado de la interesantísima y novelesca vida de esta aristócrata, culta y hermosa dama centroamericana, gracias a la novela Tiempos recios, escrita en 2019 por el Nobel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa. La novela tiene un escenario histórico determinado: la Guatemala de mediados de siglo XX y el gobierno democrático del militar Jacobo Arbenz entre 1950 y 1954, verdaderos “tiempos recios” entonces.
Como una Eva Perón del Caribe, María Cristina influye notoriamente en el gobierno reformista de su marido, un gobierno que NO ERA comunista, según refiere Vargas Llosa en magnífica conferencia en Google, escenificada en Ciudad de Guatemala. Ella era una niña bien, hija de poderosos hacendados salvadoreños que la enviaron a Europa y Estados Unidos a formarse. Compara la bella joven salvadoreña la situación de esas norteñas latitudes avanzadas con las de Centroamérica: un verdadero abismo. Hablaba varias lenguas y conocía a intelectuales, pintores y músicos de avanzada. Su marido, callado y parco militar de ojos azules, se hace prontamente eco de las poderosas y sugestivas ideas de su hermosa e inteligente esposa.
Guatemala era en los años 1950 un país anacrónico, semifeudal y atrasado, de unos tres millones de almas, el 70 por ciento de los cuales eran indígenas pobres y sin tierras, que hablaban-y hablan- unas 15 lenguas incomprensibles entre ellas. Emprende el joven y apuesto militar una reforma agraria que intenta redistribuir la tierra e incorporar a su país a la modernidad capitalista y liberal, valora Vargas Llosa en esta magnífica videoconferencia, pues el peruano es un entretenido y hábil expositor.
Tras la campaña electoral que condujo a su marido a la victoria, María Cristina Vilanova acompañó a su esposo en todos los actos oficiales a los que eran invitados, tales como como mítines políticos, eventos departamentales, visitas a los hospitales, asilos y centros de beneficencia. Durante la campaña, ella y su esposo, pasaban un tiempo muy limitado con sus hijos.
La obra social del presidente Arbenz la comanda con grandes aciertos la aristocrática María Cristina Vilanova, para disgusto de ciertos sectores terratenientes conservadores y la Iglesia Católica, sobre todo por sus ideas feministas, todo un sacrilegio en esos días y que seguramente Simone de Beauvoir hubiese aplaudido. Abre reformatorios y escuelas, dispensarios, casas de alimentación, emprende planes de alfabetización. También contribuyó a la fundación de academias de arte, hospitales, guarderías para madres solteras, empleos para madres. Acompañó a su esposo en todas las actividades oficiales; asimismo, viajó al menos un par de veces a Argentina, como parte de una misión diplomática, además, mantuvo una relación de amistad breve pero intensa con Eva Duarte Perón, ya que ambas se caracterizaban militar en el naciente movimiento feminista latinoamericano.
La poderosa y temible CIA de los Estados Unidos comienza a complotar contra el gobierno reformista y NO Comunista -he de subrayar- de su flamante marido. Es la compañía bananera United Fruit Company, un gigantesco consorcio entonces y que NO fue tocada por la reforma agraria de Arbenz, que aparece en la novela Cien años de soledad, quien crea las fake news contra el desgraciado militar reformista y NO socialista, de ascendencia suiza que era Arbenz. No se inspira el coronel Arbenz para realizar la reforma agraria en Lenin sino en Abraham Lincoln.
Lo acusan falsamente de tener relaciones con la hoy difunta Unión Soviética, potencia militar socialista que desea una cabeza de playa en Centroamérica, para eventualmente apoderarse del Canal de Panamá. Eran los años de la Guerra Fría y del “macarthismo” irracional y ferozmente anticomunista. Estas ideas sin fundamento real, dice el Nobel peruano- se hicieron eco en la gran prensa liberal de Estados Unidos, quien las asume sin sentido crítico. Guatemala aparece como un país delincuente en el escenario mundial gracias a las mentiras y bulos del The New York Times.
El sátrapa de Santo Domingo, el generalísimo Rafael Leonidas Trujillo, “Chapita”, quien en 1960 intentará asesinar al presidente venezolano Rómulo Betancourt, desea colaborar con la CIA para derrocar este gobierno comunista en Guatemala, hecho histórico que emplea Vargas Llosa para construir su aclamada novela de 2019. Apoya el tirano dominicano al anodino general guatemalteco Carlos Castillo Armas, quien se alza con el poder en 1954 y envía a Arbenz a un terrible exilio que termina en alcoholismo en ciudad de México, cuando muere ahogado en una bañera de un hotelucho en 1971.
La compañera de vida del general Castillo Armas, la seductora Odilia Palomo Paíz, se convertirá, con nombre ficticio, en uno de los personajes centrales de la novela de Vargas Llosa. Tras el asesinato de su esposo en 1957, escapa con un torvo matón dominicano que había sido enviado por “Chapita” para conspirar contra Arbenz y su gobierno democrático. Se dice que presenció el asesinato de su esposo, tal como sucedió con la esposa del presidente Jovenel Moise en Haití recientemente.
La moraleja que deriva de esta historia, dice el Nobel peruano, es que el ejemplo de las reformas liberales del presidente Arbenz ha debido ser defendido por los demócratas, partidarios de las formas capitalistas liberales y no por los comunistas y socialistas, como lamentablemente ha sucedido, se lamenta. Estados Unidos, agrega el escritor peruano, ha debido apoyar las reformas del modelo Arbenz, incluso financiarlas. El golpe de 1954 contra el coronel guatemalteco es un hecho decisivo en la vida histórica latinoamericana. Fue el primer golpe de estado auspiciado por la CIA en Latinoamérica, que radicaliza a la juventud del continente, haciéndolos despotricar y renegar de la democracia capitalista liberal, arrojándolos en brazos del sueño y paraíso comunista. Uno de ellos será el Ché Guevara, quien se encontraba entonces en Guatemala. Sin el golpe de estado contra Arbenz, sentencia el Nobel peruano, posiblemente la Revolución Cubana no se hubiese producido en su radicalidad. Fidel Castro fue en sus inicios socialdemócrata.
María Cristina Vilanova morirá en 2009 en Heredia, Costa Rica, a la provecta edad de 93 años, después de un tortuoso y extenuante exilio en diversos países que incluyen a la difunta URSS, Francia, Checoslovaquia, Uruguay, México, Cuba castrista. Una de sus hijas, Arabella, se suicidó en 1965. Sus detractores inventaron que ella como primera dama tenía un amante cubano, lo que desarma psicológicamente a su esposo durante los terribles días del golpe de la CIA, la United Fruit, la Iglesia Católica y la oposición guatemalteca. La famosa canción popular María Cristina me quiere gobernar fue usada por los reaccionarios para burlarse de la pareja Arbenz Vilanova. Asiste a los funerales de su marido en México. Nos deja una interesante autobiografía en el año 2000 titulada Mi esposo, el presidente Arbenz. Al morir en 2009 fue cremada y sus cenizas depositadas al lado de su marido en Ciudad de Guatemala. Esta extraordinaria dama salvadoreña ha sido continuadora en el siglo pasado del feminismo que iniciara en este continente la monja novohispana sor Juana Inés de la Cruz en el ya remoto siglo XVII.
La memoria del coronel Jacobo Arbenz ha sido reivindicada recientemente por el gobierno guatemalteco en 1995, quien pidió perdón por los maltratos e improperios que sufrió durante la presidencia y el prolongado e itinerante exilio sufrido. Una vida absolutamente marcada por la tragedia.
Pero, para tormento de Mario Vargas Llosa, el sueño comunista y socialista no ha dejado de cautivar a América Latina. Mientras escribo estas líneas el mapa de este continente se ha coloreado de rojo desde el Río Grande hasta la Patagonia.
Luis Eduardo Cortés Riera