La lamentable situación que atraviesa el país y que mantiene a la gran mayoría de los venezolanos sufriendo en medio de una emergencia humanitaria compleja, es el resultado de un proceso de descomposición progresiva y de decisiones desacertadas. Durante 23 años, Venezuela ha experimentado un retroceso en materia social, económica y política, que ha costado vidas, separaciones y lágrimas de millones de familias, y es hora de dar fin a esta tragedia con herramientas apegadas a nuestras leyes.
Sin embargo, esas soluciones que requiere nuestra nación no pueden beneficiar solo a un grupito, ni mucho menos quedarse en promesas. Deben ser soluciones reales y democráticas, que aporten a la reconstrucción del país, de nuestro tejido social. Y para esto, se necesita madurez política para sentarse hablar con el otro, respeto, diálogo y encuentro. De nada sirve ir a Cumbres Internacionales y fingir que se trabaja por el país, cuando se es responsable directo del desastre que nos llevó a la grave crisis que enfrentamos.
Venezuela necesita paz y bienestar social, y estos no son solo deseos al cual aspirar, sino metas por la cual todos debemos trabajar cada día. Alcanzar la paz y el bienestar de toda la población requiere de un proceso de dialogo, donde todas las partes nos podamos reunir y llegar a acuerdos que permitan el entendimiento y el intercambio de ideas. Hoy el mensaje es claro: necesitamos llegar a un consenso como sociedad. Debemos reencontrarnos como país para poder salir adelante.
Los acuerdos para reconstruir a nuestro país necesita como base que se garantice el Estado de derecho, seguridad jurídica y financiera, inversión, seguridad social, seguridad alimentaria, contar con salarios dignos para todos. La paz que demanda el país debe partir del objetivo de mejorar la calidad de vida de los venezolanos y llevar a nuestra nación al camino del desarrollo y el progreso social. El diálogo nos permitirá llegar a acuerdos, y estos a su vez nos llevarán a encontrar soluciones para cimentar las bases de la paz y el bienestar que tanto necesitamos.
No obstante, aunque la situación es crítica y miles en todo el mundo deseamos salir de esto ya, debemos ser pacientes en el proceso y actuar con la mayor responsabilidad y compromiso, para ir conquistando logros importantes de forma progresiva. No olvidemos que Roma no se hizo en un día, ni que mucho menos en ella trabajó una sola persona. Por ello mi invitación es para que todos podamos participar en este proceso. Todos tenemos algo que aportar desde nuestras diferencias y áreas de acción.
Esta es una responsabilidad histórica. Venezuela demanda soluciones reales a los problemas que nos aquejan. No podemos dejar de trabajar en cada espacio para alcanzar esa meta. Tenemos la más firme convicción de que este es el camino correcto. Por eso, seguimos adelante, siempre perseverando. No vamos a descansar hasta reconstruir esa Venezuela democrática y de oportunidades para todos.
Stalin González