Por: Violeta Villar / www.lawebdelasalud.com
Prevalencia de la violencia en el noviazgo y factores de riesgo entre adolescentes (14-19 años) en escuelas públicas urbanas de Panamá, publicado en The Lancet Regional Health-Americas, estuvo a cargo de investigadores del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (ICGES): Amanda Gabster, Casey D. Xavier Hall, Anyi Yu Pon, Eugenia Millender, Frank (“Frankie”) Y. Wong y Juan Miguel Pascale
La violencia en el noviazgo adolescente (ADV por sus siglas en inglés) es alta en Panamá. Puede causar efectos permanentes en el bienestar y en el desarrollo de los jóvenes y su impacto obliga a una rápida intervención.
Prevalencia de la violencia en el noviazgo y factores de riesgo entre adolescentes (14-19 años) en escuelas públicas urbanas de Panamá, acaba de ser publicado en The Lancet Regional Health-Americas, autoría de investigadores del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (ICGES).
El estudio fue financiado por el Ministerio de Economía y Finanzas de Panamá.
Razones para el estudio y método
Los autores explican que de manera general, en el mundo, “un tercio de las mujeres y entre el 3% y el 20% de los hombres han experimentado violencia de pareja íntima (IPV).
La “violencia en el noviazgo adolescente (ADV, por sus siglas en inglés) puede tener efectos duraderos en el bienestar y el desarrollo de los jóvenes. Sin embargo, pocos estudios en América Latina han descrito su prevalencia y factores de riesgo para haber experimentado la VDA”.
El estudio, transversal y multisitio, aleatorizado en dos etapas, consistió en entregar un cuestionario autoadministrado, en adolescentes (14–19 años) que asisten a escuelas secundarias públicas en los distritos urbanos de Panamá, San Miguelito, Colón y Arraiján/La Chorrera.
Participaron 1,751 menores y 718 mayores de edad; El 56,9% eran mujeres. La mediana de edad de los participantes fue de 17 años, el rango intercuartílico (RIC) fue de 16 a 18 años.
El estudio transcurrió entre los años 2015 a 2018 y la muestra en total consistió en 2,469 encuestados.
¿Cuáles fueron los principales hallazgos?
-La mayoría (87,0%) de los participantes de cada distrito reportó haber tenido pareja (relación sentimental o antecedentes de relaciones sexuales a lo largo de la vida), con diferencias significativas entre distritos.
-En San Miguelito, 59.6% reportaron tres o más parejas románticas en el último año, comparado con 32.0% en Arraiján/Chorrera ( p < 0.01) .
-No se observaron diferencias en la edad de debut sexual entre distritos.
-En total, el 37,7 % de las niñas y el 52,2 % de los niños participantes informaron violencia emocional en el noviazgo más de una vez.
-El 2,4 % de las niñas y el 12,3 % de los niños informaron violencia física en el noviazgo más de una vez.
-El 8,6 % de las niñas y el 15,8 % de los niños informaron violencia sexual en el noviazgo más de una vez.
-Los participantes que reportaron antecedentes de relaciones sexuales tenían mayores probabilidades de reportar violencia emocional que aquellos que no reportaron relaciones sexuales.
-Tanto en niñas como en niños, se encontraron mayores probabilidades de violencia física en el noviazgo entre quienes informaron haber tenido tres o más parejas románticas en el último año en comparación con aquellas que solo tenían una pareja.
En general, “ser sexualmente activo y tener un mayor número de parejas románticas se correlacionan significativamente con la experiencia de ADV. Estos resultados son consistentes con la literatura previa, que indica que una edad más temprana de inicio sexual pone a los adolescentes en mayor riesgo de ADV”.
Alta prevalencia de ADV
Los investigadores señalan que los resultados de este estudio son valiosos porque la violencia en el noviazgo adolescente puede impactar la salud mental, disminuir el rendimiento académico, aumentar el comportamiento sexual de riesgo, el consumo de sustancias y aumento del riesgo de ADV e IPV continuos en la adolescencia y la edad adulta.
En general, “la prevalencia general de ADV es alta, con el 70% de los encuestados informando al menos un caso de cualquier tipo de ADV”.
Por otra parte, una fortaleza de la investigación “es la inclusión de una medida para la violencia emocional, ya que la mayoría de los estudios de ADV se enfocan solo en la violencia física y sexual” y este tipo de violencia puede generar graves consecuencias como depresión y ansiedad.
De hecho, “la forma de violencia más prevalente en la muestra estudiada fue la violencia emocional (67% de los encuestados que informaron haber experimentado al menos un caso), seguida de la violencia física (23% de los encuestados que informaron haber experimentado al menos un caso), luego la violencia sexual (17% de los encuestados informaron al menos un caso)”.
Los investigadores observan que también “se ha relacionado un mayor número de parejas sexuales con la experiencia y perpetración de violencia en el noviazgo entre adultos jóvenes”.
Esta asociación “destaca factores de riesgo que pueden ser comunes entre ITS, VIH y riesgo de violencia en adolescentes en Panamá”, lo cual podría promover la integración de los servicios de prevención de ITS y violencia para identificar poblaciones que experimentan factores de riesgo comunes.
Más allá del género
Otro aspecto relevante de esta investigación, es la inclusión de los adolescentes varones.
“Encontramos que el 77% de los niños experimentaron alguna forma de violencia, y el 56% experimentó múltiples instancias de cualquier forma de violencia. Incluso cuando se excluye la violencia emocional, que se examina con menos frecuencia en la literatura de ADV, el 24% experimentó violencia sexual y el 29% experimentó violencia física, sin correlación con parejas románticas del mismo sexo. Estas estimaciones superan otras estimaciones globales previas de IPV en la vida de los hombres adultos, que fueron del 3% al 20%, destacando la importancia de examinar ADV en niños, especialmente en Panamá”.
Los autores señalan que no es correcto establecer una comparación directa entre niñas y niños con respecto a la prevalencia de ADV, en primer lugar, porque son dos situaciones sociológicas distintas, y de los datos cuantitativos no se puede comprender si los niños han sido violentados por sus parejas niñas, debido a una reacción por haber sido violentadas primero.
Por otra parte, podría existir un subregistro de experiencias violentas entre las niñas posiblemente por “la socialización de normas de género hegemónicas donde la sexualidad femenina se asocia con la pasividad y la sumisión mientras que la sexualidad masculina con la agresión y la dominación”.
De esta forma, los autores promueven una mayor investigación cualitativa.
Otro estudio futuro, no incluido en esta investigación, es analizar la violencia en el noviazgo de la pareja cibernética.
Promover relaciones de pareja saludables
Los investigadores advierten que “a pesar del riesgo para el desarrollo saludable de los adolescentes, existen pocos programas de prevención basados en evidencia en América Latina para esta población”.
Los programas que evaluaron en función de su efectividad incluyen aquellos en los cuales “los educadores capacitan a líderes jóvenes para desarrollar programas en los que los espectadores intervienen cuando son testigos de conductas potencialmente abusivas”.
Programas que incluyen la capacitación de padres de niños pequeños expuestos a IPV para manejar la agresión o la terapia cognitiva conductual, “incluida la terapia centrada en el trauma entre las niñas que han sobrevivido a ADV”, también arrojan resultados positivos.
En América del Norte tienen los programas Safe Dates y Real Consent, con resultados limitados si los jóvenes no asisten a la escuela.
Otra experiencia es el programa Stepping Stones, “que tuvo éxito en la educación de los jóvenes de la comunidad en las zonas rurales de Sudáfrica”.
Observan que “las intervenciones que se centran en transformar las normas de género no equitativas a través de intervenciones basadas en normas podrían prevenir la perpetración de ADV”.
Son parte de los aportes de este primer estudio nacional de ADV en Panamá, cuyos hallazgos “respaldan la necesidad de recomendaciones e implementación de programas para abordar las ADV en todo el país” como parte de una estrategia integral de bienestar social.
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