Durante la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), celebrada en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheikh, los venezolanos fuimos testigos de un nuevo episodio lleno de hipocresía por parte del régimen. Fueron a la cumbre a codearse con otros mandatarios, con la intención de mostrar una mentira, haciéndose pasar por democráticos, de pluralistas, de progresistas. Con el ecocidio que han perpetrado a lo largo y ancho del país en los últimos años, resulta inadmisible que quieran fingir que les importa el medioambiente o que respetan a la naturaleza.
El desastre medioambiental que han causado en toda Venezuela es considerado como uno de los mayores daños naturales que hay en todo el planeta. El caso más conocido es la catástrofe del Arco Minero del Orinoco en el estado Bolívar y Amazonas, que a pesar del valor estratégico de este territorio y de estar protegido legalmente, se ha desarrollado una política extractivista devastadora que ha producido daños irreversibles para Venezuela. Deforestación, expansión descontrolada de la minería ilegal, contaminación de las cuencas hidrográficas son solo algunos de los incalculables perjuicios que cometen a diario. La salud de las poblaciones indígenas y los demás habitantes en zonas aledañas es afectada por los compuestos tóxicos que se utilizan a diestra y siniestra, sin ninguna clase de cuidado. Están atentando contra el pulmón del planeta.
Sin embargo, el sur del país no es la única región que padece las políticas predatorias del régimen. Los daños al ecosistema nacional ocurren en el Ávila, en Margarita, en el lago de Maracaibo y muchas otras zonas del territorio. Los venezolanos nos vemos afectados en el presente por estas acciones, y padecemos aún más las consecuencias en el futuro. Para el régimen, mientras puedan enriquecer sus bolsillos, poco les importan los desastres medioambientales que ocasionen. Su falsedad es muy dura. Aseguran ser socialistas y adoradores de la Pachamama, pero no les tiembla la mano para perpetrar un ecocidio sin precedentes en el país y la región.
Venezuela está atravesando una crisis climática, que sin duda afectará más a los países empobrecidos como el nuestro, donde la desidia está a la orden del día. No podemos fingir que los problemas mundiales no nos afectan. Para trabajar por Venezuela es necesario que se construyan políticas públicas coherentes con la realidad que vivimos. El trabajo, la economía, los servicios públicos son necesarios y vitales para la vida, pero sin un medioambiente sano no se puede tener calidad de vida.
Se debe impulsar una planificación por parte del Estado que permita encontrar un equilibrio entre las diversas áreas económicas y el cuidado ambiental. Velar por nuestros paisajes, nuestra fauna, los ecosistemas naturales también es una necesidad nacional. Debemos construir un país mejor, ambientalmente sostenible, que nos facilite a los venezolanos la vida y que nos garantice un mejor futuro.
Stalin González