#OPINIÓN Los Diarios de la Zía Nona: Lo Que No Se Ve (Parte III) #7Nov

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A videntes e invidentes… 

“Lo último que se sabe, 

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…es por dónde empezar”

 “El corazón tiene razones 

…que la razón no entiende”

 “El egoísta, odia la soledad”

 “Aquel que duda y no investiga, se torna 

…no sólo infeliz, sino también injusto”

“La justicia sobre la fuerza, es la impotencia, 

…la fuerza sin justicia, es tiranía”.

“He redactado esta carta más extensa de lo usual, 

…porque carezco de tiempo para escribirla más breve”

 “Dos excesos: excluir la razón, no admitir más que la razón”

 “No vivimos nunca, sino que esperamos vivir; y disponiéndonos 

…siempre a ser felices… es inevitable que no lo seamos nunca…”

 “El arte de persuadir consiste tanto en el de agradar como en el de convencer; 

…ya que los hombres se gobiernan más por el capricho que por la razón”

Blaise Pascal

No recuerdo bien cómo fue que sucedió aquello esa vez pero a estas alturas el cómo, a nadie importó un pito. Cosa muy diferente ocurría con el por qué que sí que nos interesa a todos. Así que cuando mamá me insistía que debía ver lo que no se ve jamás lo dijo frente a ningún familiar. Mamá reservó entre ambos la lección como una sociedad secreta. Hasta su fallecimiento hace apenas un mes supe que mamá entendía sobre cosas que no saltan a la vista. Más de una vez me mandó a callar en italiano por no guardar compostura, por mirar sin ver…cuando me llamaba por mi nombre completo Marcantonio estaba en problemas en cambio sí me llamaba Maqui el cielo se encontraba al doblar la esquina del forzudo…

La primera vez que alcanzo a recordar fue un diciembre. La situación en la casa con papá sin trabajo enrarecía el aire familiar de por sí caliente por el concurso de caracteres del tipo campal. Mamá adivinaba o más bien intuía el mal humor y las escenas temerarias de mi padre maldiciendo la providencia si le movías la mesa del refectorio. La rabia de papá a decir la verdad, solo la veía venir mamá. Ver lo que no se ve es un juego de probabilidades, casi una travesura de apuestas donde ganas o pierdes las pretensiones alternativamente.  

La calle en la urbe normalmente encontraba a los cultores de lo navideño vendiendo en verde y rojo todo las barbas de Santa Claus, los arbolitos de pino, los fogueos que pintan el cielo oscuro de miles de luces caleidoscópicas que hipnotizan a los videntes en la llegada del niño Jesús, y lo más emblemático, la pólvora que humea el pavimento por la detonación de triquitraques, martillitos, volcanes, silbadores, cebollitas, y pare usted de contar…

Papá parecía oír lo que mamá veía. Y cuando pasa eso, creo yo, el mundo interior se detiene para darle paso al crecimiento íntimo, paulatino, imperceptible. Es como los reptiles que cambian de piel por la muda o ecdisis, mientras nosotros cambiamos de sintonía con la evolución del espíritu y el soma. Pues en navidad es cuando todo eso que no se ve, como el espíritu del niño Jesús, nos sorprende creyendo en lo que no se ve. 

Mamá decía para corregir la duda, que no todo sucede como a uno le conviene, pero a todos conviene, amén de duda, tener titubeo. La duda es la base de una ciencia verificable y lo más cerca a la realidad con niveles de indecisión prudente. Se puede entender bastante desde la base de la ignorancia administrada. Eso nunca me cayó bien, siempre indigestaba mi mundo perdido de las razones, y alentaba la busca de los sueños que tal vez nunca viviré.

Todo cambia cuando la noche hiere y nada se nota como creías. La noche y las luces del árbol eran otra realidad. Una que sueñas dentro y llevas afuera. Una que todos conocen manifiestamente, la idea. La herramienta más peligrosa que ha diseñado los fenómenos del universo y la creación humana. Mamá siempre lo supo y se lo enseño a Peppino. Sentía del silencio lo que otros gritaban; veía en el ambiente lo que solo los ciegos presienten. Notaba en la piel el egoísmo de la sangre. Eso no es propio de gente ordinaria. Ciertamente mamá venía de un mundo modesto pero su postura era de sangre noble. Estaba persuadido que lo que mama veía el resto no.   

En la noche cuando todo estaba en silencio yo solo pensaba… y pensaba en lo que no se ve; ya no veo a mamá, pero la siento. Siento que todo lo que vivimos al final tal vez nunca sucedió porque lo que no se ve tal vez nunca haya sido… Las luces del arbolito titilan con un pulso efímero como el de una memoria profunda y perdida que no logro recordar…        

MAFC

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