Delegados de todo el mundo, incluyendo a Nicolás Maduro, se reunieron el domingo en el balneario egipcio de Sharm el Sheij para conversaciones sobre la lucha contra el cambio climático, en un momento en el que el planeta también enfrentaba varios desafíos como la guerra en Ucrania, la inflación, desabastecimiento de comida y una crisis energética.
Los negociadores pasaron dos días frenéticos antes de la cumbre discutiendo si considerar oficialmente la cuestión de pérdida y daños, o reparaciones, a las naciones vulnerables afectadas por el cambio climático. La cuestión, que ha lastrado las conversaciones durante años, se acordó apenas unas horas antes de la inauguración de la cumbre.
En su discurso de apertura, el responsable del comité de científicos climáticos de Naciones Unidas recalcó la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a los efectos del calentamiento global.
“Esta es una oportunidad única en una generación para salvar nuestro planeta y nuestros medios de vida”, dijo Hoesung Lee, presidente del Comité Intergubernamental sobre Cambio Climático.
El presidente saliente de las conversaciones, el funcionario británico Alok Sharma, dijo que los países habían hecho avances considerables en su última reunión en Glasgow, como fijar objetivos más ambiciosos de reducir emisiones, completar las normas del acuerdo de París de 2015 y prometer que se iniciaría el abandono del carbón, el combustible fósil más contaminante.
“Mantuvimos con vida los 1,5 grados (2,7 Fahrenheit)”, dijo en referencia al objetivo más ambicioso del objetivo de París de mantener el aumento de las temperaturas desde la era preindustrial por debajo de ese umbral.
“La guerra brutal e ilegal (el presidente de Rusia, Vladimir) Putin en Ucrania ha precipitado múltiples crisis globales, energía e inseguridad alimentaria, presiones inflacionarias y deuda disparada”, dijo Sharma. “Esas crisis han agravado las vulnerabilidades climáticas existentes y los efectos persistentes de la pandemia”.
Sin embargo, incluso las previsiones más optimistas, que asumen que los países hagan todo lo prometido, sitúan al mundo camino de un calentamiento 1,7 grados Celsius (3,1 grados Fahrenheit), advirtió.
“Por desafiante que sea nuestra situación actual, no actuar es miope y sólo puede demorar la catástrofe climática”, dijo Sharma. “Debemos encontrar la capacidad de centrarnos en más de una cosa a la vez”.
“Cuántas llamadas de atención más necesitan el mundo o los líderes mundiales”, dijo, y mencionó inundaciones devastadoras recientes en Pakistán y Nigeria y sequías históricas en Europa, Estados Unidos y China.
Su sucesor, el ministro egipcio de Exteriores, Sameh Shoukry, dijo que su oficina “no ahorra esfuerzos” para alcanzar los objetivos del acuerdo de París.
El presidente, Abdul Fatá el Sisi, escribió en Twitter que como país anfitrión, Egipcio intentará ir más allá de “la fase de promesas a la fase de aplicación con medidas concretas sobre el terreno”.
Más de 40.000 participantes se han registrado en las conversaciones de este año, lo que refleja la sensación de urgencia mientras fenómenos climáticos en todo el mundo afectan a millones de personas y cuestan miles de millones de dólares en reparaciones. Egipto indicó que asistirían 120 líderes mundiales, muchos de los cuales intervendrían en la sesión de alto nivel del 7 y 8 de noviembre. Estaba previsto que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, llegara más avanzada la semana.
Pero muchos dignatarios importantes, como el presidente de China, Xi Jinping, y el primer ministro de India, Narendra Modi, no tenían previsto acudir, lo que ponía en duda que las conversaciones en Egipto pudieran dar lugar a acuerdos significativos para reducir emisiones sin dos de los mayores contaminantes del mundo.
Grupos de derechos criticaron el domingo a Egipto por restringir las protestas y aumentar la vigilancia sobre la población durante la cumbre.
Las autoridades también han detenido a decenas de personas por convocar protestas, indicó Human Rights Watch, con sede en Nueva York y que citó a medios egipcios.
“Está quedando claro que el gobierno egipcio no tiene intención de suavizar sus abusivas medidas de seguridad y permitir la libertad de expresión y asamblea”, dijo en un comunicado Adam Coogle, subdirector del grupo para Oriente Medio y Norte de África.
Human Rights Watch dijo que se había sumado a unos 1.400 grupos de todo el mundo que pidieron a Egipto que levantara las restricciones sobre los grupos de la sociedad civil.
Alaa Abdel-Fattah, un destacado activista prodemocracia en prisión, aumentó el domingo su huelga de hambre, en el primer día de la COP27, según su familia. La tía de Abdel-Fattah, la novelista premiada Ahdaf Soueif, dijo que había iniciado una “huelga de hambre total” y había dejado de beber agua a las 10 de la mañana, hora local. Preocupada porque pudiera morir sin agua, pidió las autoridades que respondieran a las peticiones locales e internacionales y le pusieran en libertad.