Hago estos artículos como un simple ciudadano que simplemente desea llamar a reflexión a los funcionarios que integran los organismos de seguridad del Estado venezolano, a quienes les compete preservar, “indiscutible y perentoriamente”, el “Estado de Derecho”, respetando y haciendo respetar al “Estamento Legal venezolano vigente” como son:
“El Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo, la Guardia Nacional Bolivariana o Guardia del Pueblo, Policía Nacional Bolivariana, a los funcionarios que ejercen la autoridad sobre los miembros de la Chamba Juvenil, los Colectivos, y demás agrupaciones civiles”.
Insisto en que, parece inverosímil e inaceptable, que después de que, el “Estamento Legal venezolano” fuese ejemplo para el mundo, se pretenda llevar al país a épocas remotas ya superadas, al violarse impunemente una de las mejores constituciones hasta ahora conocidas, y a un conjunto de leyes y reglamentos que son materia de estudio de afamados juristas internacionales. Cometiéndose un oprobio que, supuestamente, está flagrantemente demostrado con la violación sistemática, continua y constante de:
“LA LEY PARA LAS PERSONAS DISCAPACITADAS”.
Esta actitud, presuntamente, delictiva (¿La violación de la Ley constituye delito?) puede corroborarse que ocurre con la anuencia de quienes le compete preservar los derechos (¿Humanos?) de los discapacitados “SEGÚN SUS DISCAPACIDADES”, cotidianamente en la mayoría de las llamadas…
“ESTACIONES DE SERVICIO O BOMBAS DE GASOLINA”.
Sugiero que se inspeccione una que está en la vía hacia Cabudare, en la intercomunal…
El trato cruel y degradante está plenamente tipificado y penado en las leyes venezolanas, sólo falta aplicarlas.
El Ministerio Público y/o la Defensoría del Pueblo deben oficiar a las organizaciones que agrupan a estas empresas y, a las personas responsables de ellas, a fin de que acaten la ley y no se siga perjudicando a un sector de la población indefenso y fácilmente vulnerable, como son los discapacitados…
Y se les preste el servicio… “SEGÚN SUS DISCAPACITADES”.
Los albores del derecho.
El hombre primitivo se desarrolló en tres campos: cuerpo, inteligencia y organización social.
De las primeras dos facetas conservamos pruebas “tangibles” en su mayoría de cómo se desarrollaron, sin embargo, de la tercera sólo puede hacerse un análisis de modo indirecto, realizándolo por medio de analogías, observando lo que sucede en los modernos grupos primitivos y entre animales evolucionados.
Los primeros aspectos jurídicos de la vida primitiva son los referentes a las costumbres relacionadas con la convivencia sexual y ligadas a ella con la jerarquía dentro del grupo de los que conviven sedentariamente o que forman parte del mismo grupo nómada. Ya que los homínidos comienzan su existencia con un prolongado período de ayuda y protección, esto crea una relación “social” entre la madre y los hijos, surge así alrededor de la madre un
grupo social jerarquizado.
Al carecer el hombre de ciclos de actividad sexual, como los demás animales, y vivir
con un constante deseo, se hizo necesaria la presencia continua de la mujer junto al
hombre, esto conjuntado al problema expuesto en el párrafo anterior pudo ser el origen de una verdadera “familia”.
“Que en ella haya existido afecto entre padre e hijos, comparable al que suele existir entre los hijos y la madre, es poco verosímil: el amor paternal parece ser un agregado bastante tardío a la convivencia humana.”
“Así el derecho de familia, la jerarquización dentro del grupo y el derecho penal (totemismo) se desarrollan juntos en íntima relación con la magia y las religiones primitivas.”
La transición hacia la agricultura, esto es, hacia el sedentarismo, obliga al hombre primitivo a formar comunidades en las que la ayuda mutua permite vencer la resistencia de la naturaleza es así como surgen las ideas jurídicas de propiedad y posesión. Al paso del tiempo las comunidades primitivas se convierten en países, y de las luchas de los diversos países surgen esclavos y amos, esto es: la estratificación social, al mismo tiempo que el “derecho internacional” …
CONTINUARÁ…
Maximiliano Pérez Apóstol