Venezuela ha sido atacada sin clemencia por las lluvias este año.
Desde mediados del mes de abril, distintas entidades del territorio nacional se han visto afectadas por una intensa temporada de aguaceros.
Las inundaciones no han cesado desde entonces afectando distintas comunidades y sectores productivos como ha sido el caso Tejerías y El Castaño en Maracay, Estado Aragua, del Sur del Lago de Maracaibo en Zulia y los estados andinos.
En estos últimos meses siguen reportes de inundaciones que han dejado tragedias desde el Estado Táchira hasta el sur de Venezuela. En Bolívar ya a finales del mes de julio se inundaron varias comunidades indígenas en el municipio Sucre, entorno a la cuenca del río Caura, cerca de Maripa. En el Estado Táchira se reportaron inundaciones por el desbordamiento del río Táchira en la frontera.
Las intensas lluvias que se presentaron el lunes 24 de octubre en el Estado Mérida provocaron la crecida de la cascada La Palmita, ubicada en La Azulita; se han sentido con fuerza en Caracas provocando el desborde de las quebradas Santa Isabel, Yerbabuena y Montañalta en los Altos Mirandinos, lo que causó inundaciones en varias zonas por el desbordamiento de quebradas en Carrizal y los Salias, y hasta arrastró varios vehículos.
Se desplomaron varias viviendas en el sector La Ladera, de la parroquia 23 de enero; la Panamericana, sufrió retraso vehicular debido a que la quebrada de La Veguita se desbordó e inundó la carretera. La zona baja de la urbanización Los Castores de San Antonio de los Altos fue inundada por la crecida de la quebrada.
Consecuencia de las lluvias cerca de 26 mil familias están damnificadas en el país y el desbordamiento de ríos en La Guaira encendieron las alarmas en el Gobierno Nacional. Así mismo en áreas de Guárico, Portuguesa, Cojedes y Barinas inundaciones mantienen acorraladas a las familias de Cumaná y en Miranda 52 comercios resultaron inundados. El Gobernador del Estado Sucre confirmó inundación de 650 casas y 10 cortes de vía luego de 36 horas de lluvias.
El Estado Lara no ha sido la excepción. En Río Claro hay más de 60 damnificados y daños en carreteras por el desbordamiento de ríos y quebradas; Cabudare y Barquisimeto han sufrido por la presencia de “núcleos convectivos de rápida evolución” que originan chubascos con descargas eléctricas y ráfagas de viento.
Hemos sido testigos en estos tres últimos meses de fenómenos atmosféricos poco comunes como las ondas tropicales y tormentas, que con mayor fuerza y reiteración se acercan a territorio costero y tierra firme, provocando aún más lluvias con gran intensidad.
Voces autorizadas han señalado que estas lluvias intensas y aumento de incidencia de las inundaciones son las primeras señales de las consecuencias del cambio climático en el país.
Los ciclos de lluvias no son los mismos que cinco décadas atrás, siendo la temporada más corta e intensa con largas sequías intermedias.
El ambientalista Francisco Javier Velasco ha indicado que estos desórdenes meteorológicos son provocados por la acción humana, la cual ha desencadenado desequilibrios ambientales que provocan un cambio en las condiciones climáticas globales.
Afirma que la situación ya es irreversible y que se deben proponer iniciativas de mitigación de los efectos, tomar medidas para evitar que la situación se complique mucho más y superemos los umbrales que provocarían catástrofes inenarrables.
Investigadores afirman que problemas como la deforestación de las cuencas altas, la destrucción de las zonas de ribera, tanto de taludes como de selvas ribereñas, y la canalización de ríos tienen una relación directa con la intensificación de inundaciones y también de sus efectos.
Resaltan que estos procesos vienen creciendo en el país por el aumento descontrolado de la frontera agrícola, minera y extracción de madera, entre otras.
Por otro lado señalan también la construcción de edificaciones ubicadas en zonas de riesgo, como las planicies de inundación, lo cual es un factor que expone a una mayor proporción de población a vivir en situación de vulnerabilidad.
A esto le suman una política negligente del Estado venezolano en materia de prevención, en la medida en la que, “con notable indolencia, no se prepara al país para eventos como estos ni se atacan los factores mencionados que incrementan la vulnerabilidad de la población”.
El planeta está herido
Los seres humanos somos malos con nosotros mismos.
Por nuestros errores la naturaleza pasa factura. Si la gente no toma conciencia que se deben cuidar los lugares naturales como lagunas y quebradas por donde corre el agua lluvia con dirección hacia los ríos, la naturaleza tarde o temprano nos cobra, como está ocurriendo con las inundaciones que llenan de piedras y palos las avenidas de las ciudades convirtiéndolas en verdaderos ríos llenos de lodo.
El hombre ha ignorado las leyes del comportamiento de la naturaleza, provocando que empiece a enojarse por la ignorancia de quienes han creído que no siente el deterioro ambiental creciente.
La naturaleza nos está enviando un mensaje. Es la hora de reaccionar.
La lluvia está pegando duro en Venezuela. En pocas horas está cayendo la misma cantidad de milímetros de lo que habitualmente cae en meses. Una cifra aún imprecisa de muertos y decenas de familias evacuadas han sido las principales consecuencias.
Es un marco para reflexionar: ¿cuánto hay de naturaleza en estas catástrofes y cuánto ayuda la mano del hombre?
Las acciones de éste tienen un impacto negativo en este punto. Con la tala y quema indiscriminada han seguido presionando a la naturaleza de una manera salvaje. Año tras año hay pérdidas cada vez más aceleradas de hábitats. Y esto provocará quizás hasta el fin del mundo.
Lo que nos debería quedar claro es que Venezuela necesita con urgencia un amplio debate nacional sobre cuáles son las causas de estos eventos y la necesidad de una nueva gestión de riesgos y desastres en los escenarios posibles.
La respuesta que da la Biblia
La naturaleza es Dios y Él no provoca los desastres naturales que ocurren hoy. Más bien, se preocupa por las víctimas que estos producen. De hecho, los desastres naturales son parte de lo que hoy nos hace sufrir y que el Reino de Dios eliminará pronto. Mientras llega ese día, Dios consuela a quienes sufren por los desastres naturales (2 Corintios 1:3).
¿Por qué podemos estar seguros de que los desastres naturales no son un castigo de Dios?
Hasta cierto punto, los humanos han provocado los desastres naturales por el daño que han causado al medioambiente y levantar construcciones en zonas inundables, sísmicas o de clima extremo: (Revelación [Apocalipsis] 11:18). Dios no es el culpable de las consecuencias de esas decisiones (Proverbios 19:3).
¿Son los desastres naturales una prueba de que vivimos en los últimos días?
Las profecías bíblicas indican que en “la conclusión del sistema de cosas”, o “los últimos días”, habría desastres naturales (Mateo 24:3; 2 Timoteo 3:1). Por ejemplo, al hablar de nuestro tiempo, Jesús dijo: “Habrá escaseces de alimento y terremotos en un lugar tras otro” (Mateo 24:7).
Orlando Peñaloza