#OPINIÓN ¡Sí, es nuestro problema también! #26Oct

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Como lo afirma el autor de la simulación (cuyos créditos se encuentran en el mismo video y los reproduzco por referencia), los culpables no serán los políticos, ni los jefes de estado, ni los países con armamento nuclear ni las Naciones Unidas. Será culpa de toda la humanidad.

Nunca antes en la historia de la humanidad, tal número de personas  -7,8 millardos (7.800.000.000)- corren el riesgo de perecer tan rápido y tan trágicamente motivado por la existencia de las armas nucleares. 

La supervivencia de tantos miles de millones de personas dependen quizás directamente de 207 personas a la cabeza de cada uno de los cerca de 207 «estados» que existen en el mundo -entendiendo «estados» en sentido laxo-: es decir: tomando en consideración los estados reconocidos internacionalmente por las Naciones Unidas (194 miembros más el Vaticano con status de observador y a Palestina que- aunque tiene status de observador en la ONU- no es reconocido por ciertos estados) y los restantes otros 11 estados con reconocimiento internacional limitado o inexistente. 

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La misma existencia y utilidad de las Naciones Unidas corre el riesgo de decaer y hasta llegar a desaparecer. A nadie se le ha escapado que en este mes de octubre de 2022, el conflicto entre Rusia y Ucrania ha continuado escalando y, aunado a tal escalamiento, proliferan las amenazas de recurrir al armamento nuclear y sus respectivas respuestas. 

No voy a caer en predicciones de opinadores que hacen públicas sus predicciones: unos dicen que sí hay un riesgo presente y cierto mientras que otros opinan que no es así y que se trata de especulaciones mediáticas. Con respecto a estos últimos, sólo les pregunto: ¿y qué pasará si se equivocan en sus predicciones? Es un hecho que quienes opinan carecen de la facultad de conocer lo que piensa cada mente de las personas que están involucradas en «activar los sistemas de armamento y apretar el botón rojo». Correr la arruga no es la solución. Quizás pensarán que no es un crimen contra la humanidad porque no está contemplado en el Estatuto de Roma y, en cualquier caso, lo fuera o no es impertinente porque, si sucede, no habrá humanidad como la conocemos.

Digo -con riesgo de caer, por ahora, en una simplicidad que luego resolveré- que son 207 personas porque supongo que hay una persona que ejerce la representación de cada estado y que asumirá la responsabilidad y la tarea de brindarle a la humanidad –con el apoyo de su estado- una solución al riesgo de extinción total.

En la mira de la humanidad se encuentran los jefes de estado de los Estados Unidos de América, Rusia, China, Francia, Reino Unido, Pakistán, India, Israel y Corea del Norte (se presume que Sudáfrica no ha desarrollado armas nucleares). Nueve estados de entre un total de 207 estados.

Aunque su número y potencia son secretos de estado, se estima que existen cerca de 9.940 bombas y ojivas nucleares en servicio militar activo en el mundo y, atención: hay unas mucho más poderosas que otras. El descenso progresivo desde 1945 en el número de artefactos nucleares con respecto al peor año que fue 1988 (60.785 artefactos explosivos nucleares) no significa una reducción de sus capacidades destructivas. Por ejemplo: la bomba Tsar es 1000 veces más destructiva que la bomba de Hiroshima. 

El 90 % de las armas nucleares están en manos de Rusia (4.477)  y de Estados Unidos (3,708). El 10% restante se reparte entre China (350), Francia (290), Reino Unido (180), Pakistán (165), India (160), Israel (90) y Corea del Norte (20).

Todos saben que si se llega a desatar una guerra nuclear –cualquier guerra- entre dos potencias nucleares, el desastre será catastrófico. Hemos observado ya análisis sobre los efectos, estadísticas y proyecciones de un enfrentamiento total entre Rusia y Estados Unidos. En un artículo anterior incluí una proyección sobre los efectos de una guerra nuclear entre estos dos países. 

Pero, un enfrentamiento nuclear entre Pakistán e India sería igualmente catastrófico. Los efectos explosivos,  el invierno nuclear y la hambruna nuclear alcanzan a la totalidad del planeta de este a oeste y de norte a sur. La idea de refugiarse en Australia o en Nueva Zelanda no funcionará porque –como muestra el video cuyo hipervínculo coloco más abajo- es cuestión de días para que queden afectadas esas dos naciones. 

Podrán observar además que, por efectos de la corriente en chorro subtropical del norte (entre los 30°N y los 60°N de latitud), China –aparte de la misma Ucrania- será una de las primeras naciones afectadas por explosiones nucleares detonadas por Rusia en Ucrania. Quizás los chinos deberían pensárselo varias veces antes de besarse e intercambiar anillos de compromiso con Putin porque quizás no lleguen a la boda.

Como lo afirma el autor de la simulación (cuyos créditos se encuentran en el mismo video y los reproduzco por referencia), los culpables no serán los políticos, ni los jefes de estado, ni los países con armamento nuclear ni las Naciones Unidas. Será culpa de toda la humanidad.

Y ahora intentaré resolver la simplicidad anterior de las 207 personas y mostrar algunas complejidades que incluyen a millares de personas y a sistemas. Las historias son como espadas de dos filos: ayudan y perjudican. Pero la solución es concluyente: la humanidad no puede depender de héroes ni de borrachos.

Durante la Crisis de Octubre, hace 60 años de aquel evento y  específicamente el 27 de octubre de 1962, un oficial ruso de nombre Vasili Aleksándrovich Arjípov, para aquel entonces un oficial de la marina soviética a bordo de un submarino armado con (misiles o torpedos, no lo sé) nucleares navegando sumergido cerca de Cuba y sin contacto con su comando por más de una semana, fue descubierto por la flota norteamericana y atacado con cargas de profundidad de práctica con la intención de obligarlo a emerger. El capitán al mando del submarino, Valentín Grigórievich Savitsky, convencido de que la guerra había comenzado, estaba dispuesto a lanzar un misil con ojiva nuclear. Para ello requería de la aprobación del oficial político, Iván Semiónovich Máslennikov, y del «hombre que salvó al mundo», el nombrado Vasili Aleksándrovich Arjípov quien era el segundo oficial a bordo. Arjípov no solo se opuso al lanzamiento sino que convenció al capitán Savitsky de que emergiera y que esperara por las órdenes de Moscú.

Otro «hombre que salvó al mundo» -y esta vez un norteamericano- fue el Secretario de Estado Henry Kissinger, quien el 15 de abril de 1969 revocó una orden del presidente Richard Nixon de preparar un ataque nuclear desde la base aérea de Kunsan -ubicada en Corea del Sur-  contra la República Popular Democrática de Corea. Los aviones  norteamericanos armados con bombas nucleares nunca despegaron. Más temprano ese mismo día, los norcoreanos habían derribado un avión de la marina norteamericana que volaba sobre el Mar de Japón a cerca de 170 Km de la costa de Corea del Norte. Se presume que el presidente Richard Nixon estuvo bajo los efectos del alcohol al momento de emitir la orden.

El 26 de septiembre de 1983, otro «hombre que salvó al mundo» fue el teniente coronel Stanislav Petrov de las Fuerzas de Defensa Aérea de la Unión Soviética. Durante su turno de guardia en el búnker Sérpujov-15, a las 00:14 horas en Moscú, un sistema de alerta por satélites soviéticos en órbita activó una alerta temprana de ataque nuclear por un misil balístico intercontinental lanzado desde la base de la Fuerza Aérea Malmstrom (Montana, EE. UU.). Minutos más tarde, el mismo sistema indicó que se trataban de cinco misiles balísticos intercontinentales. El Tte. Cnel. Petrov arriesgó su pescuezo por la humanidad y decidió no seguir el protocolo establecido. Este protocolo establecía que Petrov debía comunicar la información a sus superiores, cumplido lo cual hubiera actuado conforme a su deber. Pero no lo hizo. Estaba convencido que tenía que ser una falsa alarma motivada por algún error ya que no tenía sentido que un ataque nuclear de parte de los EE. UU. se limitará a cinco misiles. Stanislav Petrov hizo lo imposible para convencer a sus superiores de que tenía que tratarse de un error como así lo demostró la confirmación proveniente de los radares terrestres. Mientras que Vasili Aleksándrovich Arjípov alcanzó los más altos rangos en el almirantazgo en la armada soviética, el teniente coronel Stanislav Petrov no corrió con igual suerte. Según sus superiores, incumplió el protocolo militar soviético. Pero… salvó el mundo.

Y ahora, una complejidad creada por los sistemas. Ocurrió el 9 de noviembre de 1979 y afectó simultáneamente a los tres centros de sistemas de defensa norteamericanos cruciales. En breve: el sistema de defensa norteamericano presentó errores informáticos que activaron la alarma más elevada de un ataque masivo soviético en progreso, consistente en 250 misiles lanzados por la Unión Soviética y en ruta a los Estados Unidos. El comandante del sistema de defensa de EE. UU. notificó al consejero de seguridad nacional del presidente Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, que el presidente disponía de entre 3 y 7 minutos para tomar la decisión de responder al ataque, Poco después los sistemas de defensa detectaron que se trataba de 2200 misiles balísticos y no solo de 250. Entre el minuto 6 y el 7 del plazo para desatar el apocalipsis nuclear, los sistemas de radares y de satélites descubrieron que tal ataque era inexistente. 

Dios guarde a V. E. muchos años. 

Luis Alejandro Aguilar Pardo 

Twitter @Nash_Axelrod

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