Trabajo de www.talcualdigital.com
El deterioro del sistema hídrico venezolano queda en evidencia apenas se abre un grifo en algún hogar de la capital venezolana. En los últimos días, a través de las redes sociales han abundado los reportes de ciudadanos quejándose por el color «pantano» o «amarillo» del agua. Pese a los reclamos, ni la compañía estatal Hidrocapital ni algún funcionarios del tren ministerial de Nicolás Maduro han dando respuestas.
En medio de las denuncias, el 19 de septiembre Nicolás Maduro fijó como una meta lograr que a Caracas lleguen 23 mil litros de agua por segundo. Aseguró que acondicionarán las plantas potabilizadoras del país para «hacer realidad el sueño que tenemos de que exista un servicio eficiente de agua». No hizo referencia a las quejas.
Dos meses antes (agosto), Maduro prometió recuperar el 100% de los sistemas de distribución de agua en el país en un lapso de cuatro meses.
No es la primera vez que en Caracas reportan impotabilidad del agua. En 2020, en plena pandemia por el coronavirus, vecinos del Distrito Capital se quejaban por el color y mal olor del líquido.
En ese momento, expertos en la materia aseguraron que la ciudad sufría las consecuencias de la desidia y la desinversión. En ese entonces la nación enfrentaba la temporada de sequía, por lo que explicaron que el color amarillento en el agua se debía a coloides (partículas no diluidas) que no se trataron adecuadamente, que se producen cuando los embalses tienen niveles bajos de agua y hay mucha materia orgánica en suspensión.
¿Por qué el agua llega amarilla o marrón?
El exvicepresidente de operaciones de Hidrocapital, Norberto Bousson, dice sin titubeos que el deterioro del sistema hídrico del país no se ha dejado de profundizar.
Bousson asevera que el problema tiene relación directa con la obsolescencia de los equipos, pero también con la falta de producción de las sustancias para el tratamiento de las aguas y la inoperatividad parcial o total de otros actores fundamentales que intervienen en el proceso de captación, potabilización y bombeo.
Detalla que en la actualidad las hidrológicas del país apenas pueden aspirar, por ejemplo, a 10% o 20% de gas cloro –un oxidante capaz de reaccionar con diversas sustancias sean o no orgánica y eficaz en el proceso de desinfección del agua–, debido a la paralización de la Petroquímica de El Tablazo.
De acuerdo a Bousson, con tan poca disponibilidad de gas cloro en las plantas no se puede garantizar la potabilización del agua. Apunta que prácticamente tampoco se aplica sulfato de aluminio –una sustancia ampliamente usada en la industria, comúnmente como coagulante en la purificación de agua potable– en ninguno de los acueductos, por lo que se complica aún más el tratamiento en las plantas.
Con el experto coincide el ingeniero civil y expresidente de Hidrocapital, José María de Viana, quien critica la falta de transparencia o el hermetismo que mantienen las autoridades con respecto a las plantas de tratamientos que procesan el agua.
De Viana destaca que las plantas «están cerradas como si fueran centro militares», pese a que «son centros civiles y que la ley contempla que la calidad del agua sea investigada por terceros como, por ejemplo la Universidad Central de Venezuela (UCV)».
«Como nadie los ve, hacen lo que les da la gana. El problema más importante es que en 2020 y 2022 a nadie han dejado entrar», dice en entrevista telefónica.
Sistema sin capacidad de respuesta
José María de Viana insiste en que Caracas y todo el resto del país sufren las consecuencias de daños no reparados y equipos obsoletos. Afirma que en Caracas hay tres grandes plantas: la de Caujarito, La Guairita y La Mariposa. El hecho de que en toda la ciudad se registre la situación evidencia que «las tres sufren el mismo mal».
Ambos expertos coinciden en que otro elemento que suma a estos problemas es la crecida de los ríos, producto de las fuertes precipitaciones de las últimas semanas. Explican que el aumento de caudales implica el transporte de sedimentos a los cauces o tomas donde se capta el agua que va a los acueductos.
«Un agua que llega sucia a una planta de tratamiento en minutos debe ser convertida en potable y eso solo es posible si toda la infraestructura de la planta funciona, si las sustancias que intervienen en el proceso están disponibles y si el personal está capacitado y dispone de todas las herramientas para el procedimiento. Lamentablemente, esto no ocurre en Venezuela», subraya Bousson.
El expresidente de Hidrocapital menciona que en el sur de Caracas debe percibirse mucho más la insalubridad del agua, debido a la inoperatividad del embalse La Mariposa, una estructura que tiene como función mejorar la calidad del agua física y biológicamente antes de que esta pase a la planta de de tratamiento La Mariposa.
«Al estar fuera de servicio el embalse el agua llega en malas condiciones directo a la planta, que no es capaz de tratar un agua que probablemente tiene dos mil unidades de turbidez», señala de Viana.
Bousson aclara que las plantas potabilizadoras se diseñaron como apoyo a los embalses, de manera que solo hacen una parte del tratamiento. La aseveración es complementada por de Viana: las plantas fueron diseñadas para «transformar en agua clara y potable el agua turbia y con material en suspensión que entra en ellas».
Mentira desmontada
El 19 de octubre el ministro de Aguas, Rodolfo Marco Torres, aseveró que los trabajos para mejorar el servicio de agua avanzaban. Informó que se realizó un trabajo en la planta potabilizadora de La Guairita.
«Se hizo una rehabilitación para aumentar los litros por segundo. Pasamos de 4.000 a 4.500 litros por segundo y con los recursos que usted (Nicolás Maduro) aprobó avanzaremos en dos años. Tenemos 170 plantas potabilizadoras en todo el país», dijo el ministro Marco Torres.
Para Jesús Armas, director de la Organización No Gubernamental (ONG) Monitor Ciudad, las denuncias de los últimos días dejan en evidencia que Nicolás Maduro; el ministro de Energía Eléctrica, Néstor Reverol, y de Aguas, Rodolfo Marco Torres, le han mentido al país. Recuerda que el régimen, el miércoles 19, dijo que había recuperado la potabilizadora La Guairita y, este año, también se dijo que la planta Caujarito fue rehabilitada.
Armas detalla que, según los datos recogidos por su organización, 90% de los caraqueños dice que el agua que ha recibido en las últimas semanas es de mala calidad. También han registrado problemas en la calidad del agua en las 21 parroquias.
«Esto es culpa de la falta de mantenimiento, mala administración y desprofesionalización», asegura.
Caracas, que en algún momento era considerada como una burbuja, ha visto de forma más aguda los problemas en los servicios públicos que ya se padecían en el interior de la nación. Armas detalla que la ciudad recibe en promedio 61,2 horas de agua, es decir que están pasando el 63% del tiempo con las tuberías vacías.