Los balidos y cencerros de unas 1.200 ovejas y 200 cabras sonaron el domingo por la mañana en el centro de Madrid en el marco de una fiesta que recrea la práctica pastoril de trasladar el ganado a nuevos pastos.
Los animales fueron pastoreados por las calles pavimentadas de la capital española mientras recreaban lo que sus antepasados hicieron durante siglos: trasladar rebaños de las frescas tierras altas en verano a los pastos de invierno en las tierras bajas.
La animada capital de España siempre ha formado parte de la red de 125.000 kilómetros (78.000 millas) de caminos agrícolas que abarcan la Península Ibérica.
En el marco de la Fiesta de la Trashumancia, los organizadores realizan un pago simbólico por el derecho a utilizar la vía pecuaria que atraviesa Madrid. El pago presentado en el Ayuntamiento de Madrid en moneda medieval consiste en 50 maravedíes, según consta en un acuerdo entre la ciudad y los pastores que data de 1418.
La cercanía de los animales deleitó a los habitantes urbanos que se reunieron para observar el curioso ritual. Los niños intentaban tocar la suave lana de las ovejas.
Madrid celebra el festival desde 1994, y pueblos y ciudades más pequeñas de Italia, Francia y California tienen eventos similares.
En España, los métodos agrícolas modernos han reducido la práctica de la trashumancia, el movimiento estacional del ganado, a un pequeño grupo de agricultores que mantienen viva la tradición a través de asociaciones como Concejo de la Mesta, que son responsables del Festival de la Trashumancia en Madrid.
Ellos promueven la trashumancia por ventajas como la sostenibilidad, el valor cultural y la protección del medio ambiente, ya que las zonas por las que pasan las ovejas son menos propensas a los incendios forestales.
Según la Asociación Trashumancia y Naturaleza, 52 familias realizan la práctica en España.