La presencia de la figura del escritor en el periodismo se remonta a los orígenes del mismo en las postrimerías de la Edad Media acentuada tras la irrupción de la imprenta. Las funciones periodísticas en los medios impresos las desempeñan primero los escritores, entre estos los poetas. Pero con el advenimiento de la Revolución Industrial se registra su sustitución con la conversión de la noticia en mercancía capitalista. Luego vendrá el régimen de licencia para su ejercicio establecido por el fascista Benito Mussolini hasta el actual estatus del periodista profesional.
El periodismo se fundamenta en la realidad a diferencia de la literatura que usa la ficción. La literatura no se rige por una ley para moverse en los terrenos del liberalismo profesional siendo ampliamente acogida en las esferas académicas como un verdadero género. Con el periodismo ocurre lo contrario, pues se le considera un subgénero. La salvedad la hace el nuevo periodismo que apela a la narración literaria en boga en la década de 1960 en Estados Unidos.
El escritor y periodista larense Juan José “Popeye” Peralta nos dice que para la práctica del periodismo, el escritor tiene la ventaja de que sabe escribir de manera vocacional y natural, no aprendido en la academia o universidad.
En ese molde encajan los escritores: Albert Camus, Gabriel García Márquez, Ernest Hemingway y Mario Vargas Llosa. Ninguno aprendió periodismo en forma sistemática en la universidad sino por su cuenta.
Albert Camus es el inventor de la una de las mejores definiciones del periodista al llamarlo: “El periodista es el historiador del momento”. Una concepción matizada por la fuerza de lo temporal con la urgencia del mensaje periodístico.
A su oficio de filósofo une el de periodista y escritor comprometido con la causa de la libertad del hombre en su lucha contra el fascismo alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Entonces cierra filas en el periódico El Combate como redactor.
Su estilo se ajusta a lo planteado por el norteamericano Joseph Pulitzer por la brevedad, sencillez y justeza. Toda la vida desempeñó labores de periodista. Llama la atención el estilo de Camus al escribir incluso literatura con la necesaria brevedad y sencillez. Lo apreciamos en su novela El Extranjero escrita con estilo radiofónico como ocurre al principio del relato: “Hoy ha muerto mamá”. Una prosa corta y en tiempo pretérito indicativo con lo cual atrapa al lector en cada palabra, frase, oración y párrafo.
El peruano Mario Vargas llosa principia como periodista a los 16 años de edad en el diario La Crónica donde labora como redactor, reportero, cronista y entrevistador. Luego vendría su incursión en la radio como redactor del noticiario de la Radio Panamericana, la materia prima de su libro La Tía Julia y el escribidor en que relata esa experiencia. En la primera mitad de la década de 1960 labora en Radio Francia Internacional en la producción, dirección y conducción del espacio Literatura al debate. Se siente orgulloso de haber pasado por todas las fuentes del medio, hasta las ligeras notas sociales.
Realidad, sociedad, libertad y democracia se conjuntan en su concepción del periodismo. De esa manera el oficio lo percibe como “ese puente con la realidad”. «El periodismo, tanto el informativo como el de opinión, es el mayor garante de la libertad, la mejor herramienta de la que una sociedad dispone para saber qué es lo que funciona mal, para promover la causa de la justicia y para mejorar la democracia».
El estadounidense Ernest Hemingway se dedica también al periodismo desde muy joven durante cuatro años en el periódico El “Toronto Star” cuando abandona sus estudios de medicina. El laureado escritor teoriza sobre la profesión a manera de útiles consejos para su mejor desempeño. Entre estos el uso de verbos de acción y contundentes. Esas vivencias periodísticas están recogidas en el libro “Publicado en Toronto 1920-1924”. También sus escritos como corresponsal de guerra se encuentran en la obra Enviado especial. Elabora una especie de decálogo en el cual plantea que se debe escribir con sencillez lo cual a su juicio no es nada fácil. En su novela El viejo y el mar creemos se explaya el periodista que era por lo corto y directo de su prosa.
Gabriel García Márquez incursiona en el periodismo en 1948 en el diario El Universal tras dejar sus estudios de derecho. Su mayor proeza consiste en renovar el periodismo colombiano en la década de 1950 cuando lucía estancado aportando sus escritos impregnados de vuelo literario sin perder la esencia del género. Entonces redacta unas crónicas referenciales, las cuales sacudieron el medio, entre éstas las reunidas en el libro Relato de un náufrago. En ese libro resalta el versátil reportero con la capacidad necesaria para saber preguntar, indagar y llegar a la raíz de los hechos. Es de los que hace enfoques conceptuales sobre el oficio. Al respecto sostiene: ”El periodismo es creatividad y práctica”.
Aunque se trata de un autodidacto de esta disciplina, se aferra a la teoría con la creación de la Fundación Iberoamericana del Nuevo Periodismo concebida para la formación académica de las nuevas generaciones de periodistas. Con todo, en 1998, el Colegio Nacional de Periodistas de Colombia le prohíbe se identifique como periodista por no tener el carnet que lo acreditara como agremiado. Una verdadera paradoja por las indiscutibles credenciales que lo distinguen como un maestro del género.
Al dominio y práctica de la técnica periodística los cuatro unen su arte y humanismo más sus reflexiones conceptuales sobre la importancia y función de esta ciencia social. Además son los afortunados ganadores del Premio Nobel de Literatura y defensores de las sociedades abiertas.
Freddy Torrealba Z.
Twitter: @freddytorreal11