Trabajo de www.lanacionweb.com
Tras la visita del embajador de Estados Unidos al municipio, en la que reiteró el anuncio del Gobierno de su país sobre las nuevas reglas de juego para la entrada de migrantes, y por eso la inutilidad del peligroso viaje por la selva del Darién, casi la totalidad de las 10 mil personas venezolanas que estaban apostadas en las playas comenzó a abandonar Necoclí sin tener certeza sobre su futuro inmediato.
Luego de su salida apresurada de las playas y del casco urbano, los migrantes comenzaron su recorrido en busca de un sitio donde puedan recomenzar su vida, pero ello requiere empezar un nuevo proceso migratorio al interior de Colombia en condiciones todavía más difíciles.
El Plan A que contemplaba viajar hacia Estados Unidos, vía Tapón del Darién, se cayó y comenzaron a vivir un limbo lleno de problemas. El primero de ellos es su estatus migratorio.
La gran mayoría salió de Venezuela en los últimos meses, cuando se deterioró aún más la grave situación que vive el país; por lo tanto, no serían elegibles para aplicar al Estatuto Temporal de Protección a Venezolanos, pues el plazo para registrarse ya venció y, como si fuera poco, no dejaron huella de su tránsito formal por un paso migratorio oficial al llegar a Colombia.
A esa situación puntual se suma el hecho de que muchos de ellos viajaron sin ningún tipo de documentación, de manera que poder identificarse será una tarea titánica, a la hora de caracterizarlos para la debida atención humanitaria que requieren.
El tema económico también será un desafío. Casi todos vendieron sus propiedades y enseres en Venezuela para tener recursos para el frustrado viaje por el Darién. Ese dinero se les comenzará a agotar dentro de pocos días, mientras definen cuál será su lugar de destino.
Por otro lado, es muy poco probable que las autoridades migratorias colombianas hayan podido hacer una plena caracterización de las cerca de 10 mil personas que estuvieron represadas en Necoclí y otras poblaciones del Urabá durante la crisis de las semanas anteriores.
En la práctica, eso significa que nadie puede decir a ciencia cierta cuántos son, qué necesidades tienen, qué atención diferencial necesitan, y cuáles son los requerimientos de las personas en mayor riesgo de vulnerabilidad, como los niños, los adultos mayores y las mujeres gestantes.
Con ese panorama, y ante la incertidumbre de no saber qué camino tomar, probablemente gran parte de esas 10 mil personas que abandonaron Necoclí intentarán llegar a capitales cercanas como Medellín, Montería y Barranquilla, en busca de una nueva oportunidad de vida.
En ese sentido, la presencia de ellos en esas ciudades implica un reto de proporciones mayúsculas, pues las autoridades locales se enfrentarán en las próximas semanas a la necesidad de recibirlos atenderlos, caracterizarlos y buscar la vía para el pleno ejercicio de sus derechos y su integración.