Los venezolanos somos una sociedad alegre, trabajadora, ingeniosa y con un sin fin más de cualidades positivas que hacen que nos sintamos orgullosos de nuestro origen y gentilicio. Nuestras tradiciones y valores no conoce parangón. En los momentos de dificultad y de emergencia sale a relucir uno de nuestros valores intrínsecos: la solidaridad, un sentimiento que nos une en los tiempos de crisis que vivimos.
El reciente desastre natural ocurrido en Las Tejerías y en otras zonas del país debido a las fuertes lluvias y falta de planificación del Estado, es una lamentable tragedia que nos recuerda la fragilidad en la que viven millones de venezolanos. Pero es indiscutible que, pese a este hecho lamentable, la solidaridad venezolana no conoce límites y saca a relucir lo mejor de nosotros. A pesar de las dificultades diarias que atravesamos en el país, la mayoría ha encontrado alguna forma de colaborar, ya sea a través de donaciones, difundiendo información, recolectando alimentos, ropa, organizando eventos para recaudar fondos, o acudiendo a las zonas afectadas para ayudar de cualquier forma posible.
Esta no es la primera vez que los venezolanos mostramos lo mejor de nosotros ante la tragedia. Durante el deslave de Vargas en 1999, toda la sociedad se volcó en atención y ayuda para socorrer a los miles de afectados. Aunque el desastre natural parecía todopoderoso, cobrándose muchísimas vidas y todo cuanto tenían quienes residían allí, el deseo de colaborar con las víctimas fue más fuerte, dando pie a un sin fin de ayudas desde todos los sectores del país. Así también ocurrió con los desastres de comienzos de la década pasada, fuertes lluvias que dejaron a miles sin hogar, pero que una vez más nos unió como sociedad para auxiliar a los necesitados. En las penurias la unidad nos hace más fuertes.
Esta historia de desastres naturales debió servir como prevención para realizar una planificación y evitar que se sigan repitiendo estas tristes historias. Son muchas las naciones que han vivido situaciones similares o peores y que han estudiado y aprendido de ellas para preverlas y superarlas. Lamentablemente, los venezolanos seguimos sufriendo las consecuencias de un Estado ineficiente, incapaz de ayudar a las personas y de garantizar que se tomen las medidas necesarias para evitar los grandes daños ocasionados por la naturaleza. Nadie merece perder a sus seres queridos, su casa ni sus posesiones porque las instituciones no toman las decisiones que deben tomar para evitar las tragedias. No podemos controlar a la naturaleza, pero sí debemos ser capaces de minimizar los posibles daños a través de una correcta planificación nacional.
«Tenemos que vivir juntos como hermanos o perecer juntos como necios”, decía Martin Luther King. Nos han tratado de dividir durante dos décadas, pero nuestros valores tienen más peso. Debemos estar más unidos que nunca para salir adelante ante las catástrofes y seguir cultivando esa bondad y solidaridad presentes en nuestra sociedad. Son estos valores los que nos sacarán adelante y nos permitirán salir de las dificultades tan difíciles que nos ha tocado vivir.
Stalin González