En la quietud del presente vivida por los venezolanos, puede surgir una premisa capaz de generar un dinamismo diferente que logre levantar del letargo actual al ciudadano, quien reclama por un cambio verdadero donde se restablezcan los valores democráticos. El adelantar la fecha para las elecciones presidenciales es una estrategia cantada por parte de quienes hoy fungen como gobernantes, que busca boicotear una lenta reestructuración ejecutada por la oposición a nivel interno, pero dicho escenario podría ser el que reactive al sistema político y lo haga generar una respuesta que favorezca los intereses democráticos.
De igual forma, existe otra premisa con gran capacidad de producir efectos ante una elección presidencial, como es el registro electoral permanente que debe ser reforzado con nuevos inscritos y migraciones, porque la crisis produjo cambios demográficos importantes a nivel nacional. Dicho panorama debe ser abordado por los factores democráticos, a quienes les compete el minimizar en gran medida los porcentajes de no votantes, que son precisamente un factor determinante para alcanzar el poder político mediante el sufragio y con ello la transición deje de ser una ilusión imaginaria.
Por otra parte, la escogencia vía primarias del candidato presidencial que represente un giro radical ante los problemas padecidos ya es una realidad, pero como único curso de acción puede ser un evento permeable a la influencia de los intereses gobernantes. Un candidato débil puede hacerse visible y ganar unas primarias solo con los votos producidos por las emociones generadas ante el rechazo al sistema dominante, una manipulación del electorado enfocada en triangular con ataques violentos, de seguro genera adherentes para quien es visibilizado como víctima del poder, por ello es necesario trabajar en fortalecer una ciudadanía más crítica que entienda su rol ante el momento histórico.
Asimismo, la camarilla que ejerce como gobierno es una variable independiente con capacidad de afectar cualquier posible accionar sin respaldo popular, por tal motivo se deben generar argumentos válidos para motivar a la ciudadanía cuya fuerza aglutinada en los espacios públicos podrá producir una legitimidad única que doblegue cualquier bayoneta empuñada en su contra. Porque la gran fortaleza del sistema dominante no reside en la violencia que los caracteriza, sino que está en cuan disgregada permanezca la sociedad buscando resolver sus problemas diarios, haciendo a un lado el espacio público, el cual permanecerá en tinieblas hasta el momento que sea tomado por la nobleza del voto.
En resumen, los electores son el vector que puede precipitar un cambio cuando se han sensibilizado de forma correcta durante toda la etapa preelectoral, donde se identificarán con los liderazgos que tienen como trabajo gestionar sus aspiraciones y sueños organizándolos en un plan de gobierno diáfano, el cual represente una solución ante la desesperanza. Solo así se podrá precipitar una buena oportunidad para construir el futuro, fertilizado desde el ahora con el sudor y las lágrimas de los venezolanos hoy sumidos en el trasnocho de una ideología muerta.
Finalmente, una variable que vincula toda aspiración colectiva del ahora es el liderazgo visto como una propiedad intangible visibilizada en aquellos individuos con determinación, cuyas fuerzas les permiten construir desde sus ideas realidades tangibles, lo que les otorga un reconocimiento inmediato de sus adversarios quienes al identificarlos les darán su espacio, porque la transición inicia del acuerdo entre las partes enfrentadas; ahí reside el engranaje necesario para que el sistema político se reactive y genere la estabilidad aspirada por todos.
Eduin Adjunta
@adjunta90
