Venezuela amaneció el 30 de noviembre de 1945 con la noticia del destierro de Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita y otros 14 altos exfuncionarios. La información emanada de la Junta Revolucionaria Gobierno de los Estados Unidos de Venezuela fue confirmada por El Nacional, diario que desplegó la noticia en primera plana con una fotografía y los nombres de los extrañados.
“La junta Revolucionaria de Gobierno acordó extrañar del territorio de la República a los siguientes ciudadanos: General Isaías Medina Angarita (expresidente de la República), General Eleazar López Contreras (expresidente de la nación), Dr. Arturo Uslar Pietri (ex ministro del Interior), Dr. Manuel Silveira (exministro de Obras Públicas), Dr. Luis Gerónimo Pietri, Diego Nucete Sardi (exgobernador del Distrito Federal) Ing. Diego Pacanins, Cnel. Delfín Becerra, Cnel. Ulpino Varela, Ruperto Velazco, Cnel. Antonio Eleazar Niño, Cnel. Miguel Ángel Torres, Cnel. Luis Romero Arjona, Cnel. Antonio María Arévalo, Dr. Ovidio Pérez Ágreda, y Vicencio Pérez Soto.”
La medida adoptada por La Junta Revolucionaria fue firmada por Rómulo Betancourt, el mayor Carlos Delgado Chalbaud, Dr. Raúl Leoni, capitán Mario Vargas, Dr. Gonzalo Barrios, Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa y el Dr. Edmundo Fernández, el 10 de noviembre de ese año luego que el Jurado de Responsabilidad Civil y Administrativo, los encontrara culpables de “utilizar el poder para enriquecerse ilícitamente”.
El comunicado también refería que estas personas (las arriba señaladas) “estaban creando un ambiente de desasosiego colectivo. Cuando todavía está fresca la sangre de los héroes del 18 de octubre, resulta inaudito que intenten atentar contra el Gobierno Nacional, utilizando métodos con podrían conducir a las vías de la violencia los usufructuarios de un régimen repudiado por toda la nación y con la absurda pretensión de recobrar sus perdidos privilegios de mando personalista incontrolado y de disfrute del poder con fines de provecho particular.”
Igualmente mencionaba la nota de prensa, que de acuerdo con el Artículo 6 del Decreto N° 64, todos los bienes de las personas extrañadas fueron congelados y fueron objeto de incautación.
Los implicados escoltados por el teniente Buenaño, fueron conducidos en vehículos militares hasta el Aeropuerto de Maiquetía donde los esperaba un avión que los transportaría hasta Miami, Estados Unidos.
Guerra sin cuartel
López Contreras había manifestado ante los emisarios del Departamento de Estado norteamericano, cierta simpatía con la Junta Revolucionaria, pues esta intentaba hacer “[…] lo mismo que él intentó”, por lo que mostraba su disposición a “colaborar con los muchachos si estos no ensuciaban su buen nombre”.
No obstante, cuando se conoció el fallo del Jurado de Responsabilidad Civil y Administrativa en marzo de 1946 que lo halló culpable de enriquecimiento ilícito, ordenando la expropiación de sus bienes, incluyendo parte del patrimonio de sus familiares más cercanos. La declaratoria de guerra no se hizo esperar y en adelante la actitud de López Contreras, “[…] no podía ser otra que la de una enérgica defensa de los principios y derechos tan villanamente vulnerados por mis adversarios […] que ni siquiera saben comportarse como caballeros ante la familia y el hogar”.
Este episodio, en opinión del historiador Edgardo Mondolfi Gudat significó un antes y un después en el accionar político de López Contreras quien vio mancillado su honor propio y el de su familia, llevándolo a declarar “[…] un conflicto sin cuartel”.
Subraya el historiador José Alberto Olivar, que la primera manifestación de fuerza que involucró directamente a López Contreras como jefe de un movimiento contrarrevolucionario, se suscitó el 10 de diciembre de 1946 al estallar en las guarniciones de Maracay y Valencia un alzamiento militar que de “milagro” no derrocó al gobierno colegiado.
“El viejo General, había establecido su centro de operaciones en Santo Domingo, República Dominicana, contando con la venia del dictador Rafael Leónidas Trujillo y desde allí pretendió dirigir una expedición de apoyo a la insurrección. No sin mayores dificultades el alzamiento fue sofocado, pero pronto el general López Contreras reagrupó sus fuerzas para emprender una nueva ofensiva”, cita el investigador en su reseña.
El 16 de enero de 1946 El Nacional publicó en primera plana: Debelado Complot Contrarrevolucionario, subrayando que fueron aprehendidos Noé Valera y Narciso Cacique “después de haberse evidenciado su participación en actividades conexas con el complot, quienes confesaron ante las autoridades, ser parte de una tenebrosa maniobra, encaminada a entregarle el poder a López Contreras y Medina Angarita”.
López Contreras se empeñaba en presentar al mundo su empresa de restablecimiento del orden constitucional en Venezuela como un “proyecto pacífico” en tanto que incitaba a “la solución armada”.
El general López Contreras hacía buen uso de su influencia dentro de las Fuerzas Armadas, estimulando las contradicciones entre los militares y civiles que dirigían la Junta Revolucionaria de Gobierno.
“En varias ocasiones remitió «memorandos confidenciales» a los representantes de la juventud militar, exhortándolos a la rectificación y zafarse de sus incómodos socios liderizados por Rómulo Betancourt”, delimita José Alberto Olivar.
El 16 de marzo el diario El Nacional devela a página completa en su portada: “López Contreras fue condenado. Se enriqueció ilícitamente por la cantidad de Bs. 13.352.896,95. Reintegrará todos sus bienes al Patrimonio Nacional y se le seguirá juicio por delitos penales”.
Según la nota de prensa, López Contreras declaró poseer una fortuna de 863 mil bolívares, pero la Comisión Substanciadora y el jurado de Responsabilidad Civil determinaron que había dejado de declarar bienes por la cantidad de 2.733.882,92, y tras las pesquisas, pruebas y testimonios, el jurado declaró: “1) Para julio de 1934, López Contreras no poseía bienes de fortuna, como consta de la sentencia que declaró disuelto el vínculo conyugal que le unía a la señora Luisa Elena Mijares. 2) La adquisición de bienes por el enjuiciado, comienza con el ejercicio de la función presidencial”.
También se lee en la nota que el jurado lo encontró culpable de ocultamiento de fortuna; abuso de procedimientos; Construcción de una sociedad ad hoc: la Sociedad Anónima Ariel; asignaciones extraordinarias sin control en provecho propio, de sus familiares y amigos; maquinaciones fraudulentas en perjuicio de los intereses del Fisco Nacional, además de fraudes electorales.
Se diluye la conjura
Una vez fracasada la intentona de diciembre de 1946, la aparente fortaleza del “lopezcontrerismo” comenzó a diluirse paulatinamente ante la falta de recursos económicos, sólo los constantes rumores de una nueva invasión armada mantenían con vida la posibilidad de retornar al pasado.
Hay analistas e historiadores que apuntan que el ascenso a la Presidencia de la República de Rómulo Gallegos, antiguo ministro de instrucción pública de López Contreras, en febrero de 1948, lo llevaron a desistir de urdir nuevos conatos conspirativos.
Hasta el momento no se ha encontrado evidencia que demuestre la participación directa del expresidente López Contreras en el triunfante golpe de Estado del 24 de noviembre de 1948 que despojó del poder a Gallegos.
No hay duda de que el general López Contreras constituyó la mayor amenaza para la existencia de la Junta Revolucionaria de Gobierno, lo que hizo evidenciar, además la “actitud favorable” del gobierno estadounidense quienes garantizaban -sin vacilar y sin pudor-, la estabilidad de sus intereses en Venezuela por intermedio de los nuevos actores políticos establecidos en el poder desde octubre de 1945.
Sin embargo, según opinión del agudo historiador Mondolfi Gudat, el general López Contreras ha pasado a la historia como la figura fundamental que hizo posible la compleja transición hacia un orden democrático, en el que el insoslayable respeto al “hilo constitucional” fue su principal premisa.
Y a pesar de todo lo anterior relatado, reivindican la figura de hombre probo y correcto los reconocimientos ofrendados a López Contreras ya en sus años postreros por quienes habían sido sus más enconados adversarios políticos, tema intrincado que estamos obligados a desvelar en un próximo ensayo.
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
IG/TW: @LuisPerozoPadua