El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, llegó el lunes a la capital de Colombia para reafirmar al país como un socio estratégico en la región durante el gobierno del izquierdista Gustavo Petro, quien abiertamente ha criticado la política antinarcóticos, un tema medular en la relación bilateral.
La reunión entre Blinken, Petro y la vicepresidenta Francia Márquez está prevista para la tarde seguida de una declaración a la prensa. La gira de Blinken continuará en Chile, donde se reunirá con el presidente Gabriel Boric, y culminará en Perú en la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Desde que se posesionó en agosto como el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia, Petro ha insistido en hacer cambios en la política antidrogas que considera que hasta ahora ha “fracasado” y en diversificar la agenda bilateral con Estados Unidos acentuando los esfuerzos por mitigar el cambio climático.
Según adelantó el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, la visita de Blinken incluye el debate de un “enfoque integral para contrarrestar el narcotráfico y abordar sus consecuencias para la salud, la seguridad y el medioambiente”.
Sin embargo, Petro ha planteado al gobierno de Joe Biden cambios profundos, como permitir que los narcotraficantes que negocien con el Estado colombiano no sean extraditados, siempre y cuando no reincidan. En caso de que los narcos incumplan lo acordado serían extraditados sin derecho a ningún tipo de negociación en Estados Unidos.
Para Rafael Piñeros, docente de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, Estados Unidos podría flexibilizar el enfoque bilateral de la lucha contra las drogas hasta cierto punto, pero al mismo tiempo exigir resultados rápidos en temas como la disminución de las hectáreas cultivadas de coca, lo que sería un reto para Colombia.
En la nutrida agenda bilateral Estados Unidos reafirmará su apoyo a la implementación “más cabalmente” del acuerdo de paz firmado en 2016 entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la que fuera la guerrilla más antigua de Latinoamérica. Estados Unidos ha donado más de un billón de dólares para implementarlo.
Colombia representa un “modelo para la región”, dada su política de acogida a los migrantes venezolanos y Estados Unidos planea seguir apoyando ese esfuerzo, según el portavoz Price. El país andino alberga a 2,4 millones de migrantes venezolanos de un total de 6,8 millones que han salido de su país por la crisis política y social.
Piñeros aseguró que Colombia es en un aliado estratégico para controlar la migración desde el punto de origen y evitar que llegue a la frontera de Estados Unidos, cuando la migración irregular de venezolanos aumentó en agosto y se convirtió en la segunda nacionalidad más alta entre los migrantes que cruzan ilegalmente la frontera hacia Estados Unidos.
La relación entre Colombia y Venezuela dio un giro ahora que Petro ha reconocido a Nicolás Maduro como presidente legítimo y no al líder opositor Juan Guaidó. El deshielo inició con el nombramiento de embajadores, la reapertura comercial de la frontera y avanzó cuando Venezuela aceptó ser un país garante en las negociaciones de paz que Petro busca reanudar con la guerrilla Ejército de Liberación Nacional (ELN).