Lara, palabra que suena a terruño, a serenatas a la Divina Pastora, a música que acompaña sus fiestas tradicionales. Tanto el Tamunangue, en honor a San Antonio de Padua, como la Fiesta de las Zaragozas, el día de los Santos Inocentes, son las expresiones más conocidas de su folclor y la música que las acompaña se ha convertido en un sello identificador de su gentilicio. El golpe larense aparece como la expresión musical más visible de toda la amalgama de ritmos que se ejecutan en la región como una clara muestra de la infinita inspiración de sus compositores y el talento de cantantes, instrumentistas y agrupaciones.
Los golperos, conjuntos musicales que interpretan el género, hacen gala de virtuosismo al combinar el sonido del cuatro, el cinco, el medio cinco, el cuatro de 5 cuerdas, las maracas, la tambora y, ocasionalmente, el pandero con el vibrante timbre de sus voces, capaces de sobreponerse al bullicio de la gente durante los bailes al aire libre. Su temática, al igual que su instrumentación, es variada pero siempre apegada a las historias que se desarrollan en su entorno inmediato. El trabajo, la familia, los vecinos, sus aventuras, las parrandas y, por supuesto, la comida, forman parte de este amplio repertorio del que tan solo conocemos una mínima fracción gracias a que ha sido grabada y difundida a través de diversos formatos, incluyendo los digitales.
Una primera revisión del repertorio de golpes larenses vinculados al ámbito gastronómico, todos ellos localizables en plataformas digitales como Youtube, se pasea por algunas piezas bien emblemáticas y otras menos conocidos que abordan escenas de caza, pesca y pastoreo, preparaciones representativas de la cocina regional larense y hasta idealizaciones de la mujer amada a través de la comida. Dejemos que las propias canciones cuenten sus historias gastronómicas.
Quizás sea el Golpe tocuyano de Don Pedro Celestino Carrasco Riera, conocido como El Negro Tino Carrasco, la pieza más universal de todo este vasto repertorio y de la que han hecho versiones destacados artistas regionales, nacionales y hasta internacionales, incluso llegando a formar parte de la banda sonora de películas de la era dorada del cine mexicano. Comenzando con una declaración de identidad regional – ¡Ah mundo Barquisimeto! dijo un barquisimetano, yo digo ¡Ah mundo El Tocuyo!, porque yo soy tocuyano– la letra tiene un tono preponderantemente jocoso. Uno de sus estribillos se refiere a escenas de caza y pesca de animales comunes en los campos larenses:
Se fue la lapa, con la solapa pero esta noche, no se me escapa.
Se fue el picure, comiendo acure, con las verduras, y los cambures.
Se fue la anguilla, por las orillas con un trancazo, en la rabadilla.
Se fue el venao, por ese lao, pero esta noche queda tirao’.
Del cachicamo yo no digo na’ porque la trampa se la tengo armá.
En la misma tónica, Don Pío Alvarado, El viejo roble de Curarigua, en el golpe El Venao refrenda los gustos por la carne de venado, lapa y cachicamo, agregando a la lista otros animales como la danta (tapir), la ardita (ardilla), la iguana y el conejo que seguramente fueron objeto de cacería.
El venao, el venao, el venao, la danta, la oveja, el ovejo,
el picure, la ardita, la iguana, lapa, cachicamo y conejo.
Los Golperos de Barquisimeto le ponen voz a La Lapa que huye para salvar su vida cuando se acercan los cazadores
Esto me dijo la lapa cuando oyó al perro latir
“a tenerme los calzones y a correr para no morir.”
Tírala, tírala, tírala pues, que se va la lapa
Tírala, tírala, tírala pues, la lapa se va
Uno de los peces de río más populares de la zona es la guabina, exquisitez gastronómica de muchos locales ubicados en la vía que comunica Barquisimeto con Carora, especialmente en la población de Arenales, en donde se sirven los ya afamados chicharrones de guabina. Tal es su vinculación con la dieta de los habitantes de ese sector que el Poco a poco, uno de los siete sones del tamunangue, se denomina La Guabina, cuyos versos se refieren a la interacción humana con este pez de agua dulce que abunda en los ríos de la región. Son variados los versos que le dedican a la guabina:
Verso 1
La guabina me mordió, en la palma de la mano
y si no me lo quieres creer mira la sangre chorreando.
Verso 2
Guabina le dijo al bagre vámonos pal caramero
porque ya viene el verano, nos cogen los tarrayeros.
(Versión Los Golperos de El Tocuyo)
Verso 3
Mi negra se puso esquiva cuando la quise agarrar
se parece a la guabina cuando la van a pescar.
(Versión Grupo Sol de Lara)
Los Golperos de El Tocuyo grabaron otra pieza dedicada a la pesca de La guabina.
Un domingo en la mañana salí con mis compañeros
a pescar una guabina que vi yo en un caramero.
Córrele a la guabina mirá que se te va.
Decile al tarrayero que pesque más allá
que la guabina es grande, no se vaya a escapar.
Cuando llegamos al punto y empezamos a pescar
oí una voz que decía “¡Ahí va la guabina, ahí va!”
Que sabrosa la guabina la que pescamos ayer
comimos todos nosotros y salimos a vender.
De los animales de corral, el chivo es uno de los más representativos de la cocina larense. En todo el estado abundan los restaurantes especializados en las variadas preparaciones culinarias que incluyen el mondongo, el chivo asado, el talkarí, el chivo en coco, entre otras. Es quizás uno de los animales más nombrados en el repertorio popular larense pero en esta oportunidad reseñaré sólo dos golpes dedicados íntegramente a este caprino. Los Golperos de El Tocuyo grabaron un tema llamado El Chivo en donde aseguran que “El larense se conoce cuando dice emocionado: ¡Ah mundo un palo e cocuy y un pedazo e’ chivo asao!”
El chivo animal sabroso y su carne no es tan cara
lo llaman la vaca del pobre en todo el estado Lara.
Compadre suelte ese chivo y no lo tenga amarrao
que no hay vaina más sabrosa que comer chivo robao.
Si Ud. pide queso e chivo le dirán persona bruta
porque la cabra da leche y el chivo da cagarruta.
Por su parte la agrupación Bokaina grabó un tema de Enrique Hidalgo titulado El Golpe del Chivo en donde narra las desventuras de un ladrón que se lamenta de su mala suerte: “Por quitarle el cuero al chivo a la cárcel fui a parar, díganme qué pasaría si me como el animal”.
Golpe pa’bueno, golpe de Lara. Cuatro y tambora y caña clara
En Curarigua, gente más rara, venden el suero sin la tapara
Nunca comí carne e’chivo que me saliera tan cara
De los derivados lácteos más apreciados en las poblaciones larenses sin duda alguna es el suero, cuya presentación comercial envasado en un aséptico contenedor de cartón desplazó su elaboración casera en taparas. A esta tradicional manera de preparar y consumir el suero en muchas casas larenses, el maestro Rigoberto Gil le dedica un sabroso golpe titulado La taparita de suero
Pasame la taparita de suero
pa’ cómeme la arepita, la que me hizo mi Consuelo.
Consuelo me dijo, anda, vete a trabajar
pa’ que compres el maíz que la gallina va a empollar.
Anda dímele a Consuelo que me vaya a preparar
el cafecito caliente que me voy a trabajar.
El mismo compositor, oriundo de la población de El Tocuyo, dedicó otro verso al sabroso suero en el golpe Ah Malaya una arepita con un poquito de suero
Ah malaya una arepita con un poquito de suero
y el beso de la boquita de la mujer que más quiero
En 1984, los Golperos de Barquisimeto participan en la primera edición del festival Cantos a Lara que organizaba una importante marca de licores nacionales interpretando una pieza del maestro Germán Alvarado titulada La acemita tocuyana, una verdadera oda a este aromático pan larense.
Joya de pura dulzura con sabor a mi región,
aliñada con lo nuestro, el melao e’ papelón.
Cómprela Usted visitante, pero que sea la casera,
no la que vende el musiú a orilla de la carretera.
En los campos de mi pueblo se acostumbra en la mañana
una taza de guayoyo y acemita tocuyana.
El compañero sagrado de esa sabrosa acemita
es el pan de San Antonio que en El Tocuyo es reliquia.
Su secreto está guardado con cariño y con recelo
siguiendo la tradición que tenían nuestros abuelos.
Son muchos más los golpes que le dedican sus versos a resaltar la variada gastronomía larense pero será en futuras entregas cuando se aborden los que quedaron fuera de este texto. La memoria es limitada pero gracias a los versos de nuestros troveros populares podemos recordar y recrear muchas de estas costumbres y tradiciones que han sido desplazadas por la modernidad. Cómo dice el maestro Tino Carrasco en su mundialmente conocido Golpe tocuyano “era que no me acordaba y de golpe me acordé”.
Miguel Peña Samuel