Si existe un tema donde cada ciudadano del país se puede ver aludido es el relacionado con la emigración, fenómeno social que ya suma seis millones ochocientas mil personas cuyas vidas se encuentran bajo jurisdicciones diferentes a su nacionalidad. Dicho panorama obliga a la ejecución de un esfuerzo desde las ciencias sociales con la finalidad de proveer escenarios futuros donde se describan los efectos producidos a corto, mediano y largo plazo de dicha catástrofe humanitaria, que sin duda marcará la historia de Venezuela en los años venideros.
En tal sentido, el continente no había padecido de circunstancia migratoria con semejantes números, si bien cuando la crisis económica comenzó a destruir la capacidad para subsistir en el país, cualquier situación alternativa en lo económico comparado con lo padecido en el territorio se percibía como algo exquisito. Y es que la híper inflación no permitía vislumbrar una idea de valor monetario permanente en el tiempo, por lo tanto cualquier sistema económico diferente donde se pudiese ahorrar un porcentaje de los sueldos devengados era una mejoría enorme. Pero los países vecinos no eran a largo plazo los mejores exponentes para migrar y echar raíces porque sus economías no están diversificadas.
Asimismo, fue la pandemia del coronavirus quien desnudó una realidad económica difícil padecida por los países de la región latinoamericana, que sin margen para maniobrar ante semejante paralización mundial no pudieron generar estímulos extras a sus sistemas económicos quedando en una paralización general, que afectó en gran medida a los migrantes venezolanos quienes no disponían de medios fuertes para resistir en unos territorios donde su hospedaje dependía en gran medida a doce horas de trabajo al día. Dicha circunstancia generó un nuevo proceso migratorio que colocó como anexo a la crisis migratoria venezolana al “tapón del Darién” única ruta que no requiere poseer visa para su tránsito.
De igual forma, ya en los Estados Unidos se comienza a ver reacciones ante una situación que coloca en desventaja las instituciones de acogida para personas en condición de vulnerabilidad, porque estos entes trabajan apegados a presupuestos, financiados por dinero proveniente del pago en impuestos realizados por ciudadanos de ese país. Esta circunstancia comienza a ser una premisa para los grupos con poder político, donde diferentes actores políticos buscarán ganar adherentes ante las posiciones que tomen frente a la crisis migratoria, esta circunstancia tendrá su desenlace luego de las elecciones de medio término al congreso pautadas para el mes de noviembre, donde se verá como la migración venezolana afecta dicho sistema político.
En resumen, cuando grandes segmentos poblacionales se desplazan de forma no controlada, y permean por fronteras de países diferentes al suyo se producirán lesiones a nivel económico, social y político tanto en los países a donde se desplacen, así como también en su país de origen. No en vano Venezuela está padeciendo por carencia en mano de obra calificada, circunstancia que condiciona futuros crecimientos económicos, además de las consecuencias en materia política, porque los desplazados ya no se suman a los eventos electorales, sería casi imposible colocar mesas de votación en el Darién, queda la responsabilidad en la ciudadanía que no se rinde en su territorio y que resuelve cada día por su futuro.
Finalmente, no está claro hasta donde pueden llegar las repercusiones de la emigración de connacionales a nivel internacional, pero de antemano se puede hacer un acercamiento en el plano nacional, donde más se afecta nuestra sociedad es en el plano social, porque muchas familias seguirán fragmentadas. Y los efectos de esa fragmentación se corregirán en la medida que se retorne a una ciudadanía más consciente capaz de entender sus derechos y atender sus deberes, ahí nacerá la nueva república soñada por todos.
Eduin Adjunta
@adjunta90