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El exalcalde y analista en temas de frontera, William Gómez, parte de la idea de que el paso por los caminos verdes, mejor conocidos como trochas, entre Táchira y Norte de Santander, en especial en el eje fronterizo San Antonio – Ureña, no cesará tras la reapertura comercial, pautada para este lunes 26 de septiembre.
“Pese a las decisiones de cerrar totalmente la frontera desde Caracas y Bogotá, el verdadero escenario es que esas decisiones, a nivel central, han sido de caso omiso para la población fronteriza, pues el movimiento de personas y de mercancías continuaron por los caminos verdes”, apuntó.
Gómez explicó que estos caminos verdes o pasos informales, a través de la línea de la historia, siempre han existido y han tenido actividad por esta zona, «siendo su mayor uso para el paso de personas, contrabando de mercancía, entre otros».
«Las trochas no aparecieron solo con los cierres de frontera en los últimos años, han existido incluso cuando la frontera ha estado totalmente abierta y en pleno dinamismo», recordó Gómez, al tiempo que estimó que desde Llano de Jorge, en el municipio Bolívar, y hasta La Mulata, en Pedro María Ureña, hay alrededor de 35 pasos informales (trochas), de los cuales algunos son usados para los peatones y otros para el tránsito de vehículos y de carga pesada.
A juicio del analista de frontera, la posibilidad de que disminuya el uso de las trochas por parte de la ciudadanía y algunos comerciantes, a partir del 26-S, dependerá de los acuerdos binacionales o transfronterizos y tratados que ratifiquen o establezcan ambos gobiernos en esta nueva etapa.
En este sentido, recalcó que a mayor flexibilización por parte de las autoridades sobre los pasos formales terrestres, las personas y comerciantes harán menos uso de los caminos verdes.
Apuntó además que si las autoridades establecen controles muy rigurosos y burocráticos, la gente, a pesar de los riesgos, continuará empleando las trochas para evadir, si fuese el caso, esos controles exigentes.
Puso como ejemplo que antes del cierre, en 2015, la población, amparada bajo el acuerdo de Tonchalá, cruzaba de un lado a otro, sin horarios, solo con su cédula de identidad y en sus vehículos o en transporte público.
“Había cierta flexibilidad en los puntos de control, para el paso de productos o mercancía que adquiría la población venezolana y colombiana, razón por la que la gente hacía poco uso de las trochas”, reiteró.
El exalcalde señaló que en la actualidad, y tras las aperturas parciales durante los últimos siete años, el libre tránsito ha estado limitado a nuevas normas como la implementación del carnet fronterizo, el cual debe presentarse con la cédula de identidad, y en caso de no tenerlo, debe presentar el pasaporte, así como la restricción en los horarios para el paso.
«Es importante que estas medidas se flexibilicen, pues el ciudadano que no cumpla con estos requisitos, acude a los caminos verdes pare evadir esos controles y así poder cruzar de un lado a otro», enfatizó.
Indicó que esta irreverencia de la población ante las decisiones de los gobiernos centrales de cerrar los pasos formales totalmente, se da porque es imposible que entre dos naciones hermanas se detengan los lazos de consanguinidad, sociales, culturales y económicos.
Otro punto que destacó es que pese a la presencia de organismos de seguridad de Estado y de las fuerzas armadas de ambos países, en estos caminos informales, es complejo el control total para evitar el paso por las mismos, debido a su gran extensión geográfica, que permite que cuando se elimina una trocha, fácilmente se crea una nueva.
William Gómez insistió en la importancia de la reforma de la ley de frontera y la creación de su reglamento para de esta manera tener base jurídica y que estos cierres tan drásticos no vuelvan a ocurrir, pues «estamos hablando de dos naciones hermanas, gemelas».
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